Con el reflejo en sus ojos, las gotas de agua bajaban, adueñándose del aire frío por fuera de la ventana. Seguían esos pequeños caminos que comenzaban y se desvanecían, que parecían pero no estaban. La cabeza de Fahrenheit descansaba en la misma, mirando pasar faroles borrosos en el asfalto del otro lado del vidrio. Un chico frente suyo escuchaba una canción de David Bowie, y él, conociéndose la canción de memoria, tarareaba casi en mudo la letra para sí mismo.
Rumbo a su apartamento, no tan desastroso como se esperaría, el frío no lograba calar por las paredes. La estufa estaba prendida, colgó su abrigo, todo empapado por la lluvia. Desde hacía unos cuantos años atrás, él había perdido el total hábito de usar paraguas. Tal vez ni siquiera tenía; no le importaba.
Abrió la heladera; nada. Se sentó en una de las sillas, la única que no tenía las patas tan talladas, con tajos hechos por una navaja que ya casi no tenía filo y tal vez algún que otro sábado atrás perdió en Cabildo y Juramento.
Casi a la penumbra, sacó su celular, tenía la pantalla quebrada. 37 chats pendientes, algunos más viejos que otros, meses, semanas, días.“Faith:
¿Estás bien? Desde que la viste ya casi no sé nada de vos. Por favor, espero no hayas vuelto a tomar. Cuando veas este mensaje contestame, tenemos que vernos.”
Fahrenheit bufó, volteando hacia la puerta del balcón, en donde la lluvia caía violentamente en diagonal. Los árboles se sacudían enérgicamente y el muchacho no podía suplicar más que nadie, por un poco de dopamina.
Empezó a llorar, tomándose del rostro, en mudo. “¿Por qué?” Pensó Fahrenheit. Estaba siendo atormentado, le habían prohibido vivir en paz, y estaba harto. Puesto que no podía morir, aunque ya se sentía así. Intentaba comer, y dormir. Pero algunos días eran demasiado difíciles, así como presentarse al trabajo casi todos los días y reírse de un par de chistes, para volver todos los días con la misma cara. Con el terror de cruzarse con ESA cara, otra vez. Esa energía lo consumía, lo agotaba, a pesar de que dormía mucho o nada. Deseaba salir y respirar aire, pero ya nada lo complacía. Se sentía perdido, con los ojos desorbitados. Sus ojeras no mentían, y aunque a veces se veía bien, pocas veces realmente lo estaba. Tenía miedo, no quería rendirse todavía. Pero lo extrañaba. Extrañaba tantas cosas, y sabía que ninguna tenía sentido de sí. Llorar era parte de la rutina, aunque quería evitar las preguntas de los demás. Fahrenheit se levantó, tropezando con sí mismo para llegar hasta el balcón. El mareo lo volvía loco. La enfermedad lo aterraba. La había vivido en carne propia de muchas formas diferentes, y sabía que siempre había un punto de no retorno. Uno en dónde no importa qué tantas ganas de luchar tuviera para seguir, su cuerpo y alma se apagarían, sin poder hacer nada más. Abrió la puerta del balcón, y el viento huracanado lo empujó hacia atrás, mojándolo, acelerándole el corazón y la respiración.
Salió afuera y miró la ciudad, gris, apagada, con un par de luces en las habitaciones. Vio ventanas con familias cenando, parejas hablando, jóvenes jugando, mirando la televisión. Los vio vivir y los envidió. Se sentía más enfermo que nunca, sin posibilidad de escapar de su tortura. Quería salir a bailar, fumar más cigarrillos, drogarse, enamorarse y viajar. Se sentía incapaz. Podría “hacer” la mayoría de esas cosas, pero sería la misma sensación que tendría, si estuviera rendido en la cama de su habitación, con los ojos empapados. Ya nada lo llenaba ni lo hacía sentir nada más que vacío o angustia.Tal vez podría terminar de una vez. De las mil y una veces que lo había intentado, él había sentido una tormenta de emociones. Pero esta vez, no sentía nada. Estaba vacío. Se tomó de los barrotes que lo protegían de la caída, apenas sin poder respirar en contra viento, miró hacia abajo y apreció sus zapatos, esos que veía todos los días en vez de levantar la cabeza al caminar por la calle.
—¿Qué pensarían de mí las personas que me quieren? Que soy patético...— Se apenó Fahrenheit.
No había palabras reconciliatorias. No confundamos; Blue se quería. No sabía cómo cuidarse ni tomar un destino en su vida, pero se quería. Se quería por la forma en la que amaba a la gente. Esa forma genuina de sentirse atrapado. Sabía que él era bueno. Que se preveía cada movimiento. Esos temores eran ciertos, cada inseguridad terminaba desmintiéndose. No era ingenuo, sabía todo, pero aún así, se arriesgaba.
El viento le sacaba el aire, el oxígeno en sangre le había empezado a faltar desde hacia mucho tiempo atrás, pero ahora era diferente. Los cortes en sus brazos retumbaban y escocían. Todas las veces que había intentado parar, se habían vuelto completamente insufribles. Era un bucle sin fin, en el que siempre terminaba de la misma manera, al borde del precipicio. Mirando a la gente pasar, escuchando las ruedas en el asfalto. Su corazón latía con fuerza en su cabeza. Fahrenheit puso un pie sobre el barandal, mientras se escuchaban sirenas de fondo. Tal vez una ambulancia. Podría no ser el único que estuviese muriendo en ese momento. Aunque incluso sonaba irónico, el concepto de “morir”, ya que se había sentido morir tantas veces. Era difícil sentirse acompañado en esos momentos, a pesar de las mil y una voces que escuchaba.—“No puedo más”— Pensó el muchacho, dejándose del otro lado, expuesto totalmente.
Cerró los ojos, y se lamentó tantas cosas, que podría haber hecho para evitar tanto. Ya casi nada importaba. O al menos eso creía él, ignorando lo fundamental. Contuvo la respiración y tomó un pequeño impulso, y en ese mismo instante, escuchó una melodía a lo lejos.
Era su celular, estaba sonando sobre la mesa, dentro de su apartamento. No podía saber quién era, quiso pensar en alguien en específico, aunque en ese punto, carecía de sentido. La tormenta apaciguó, y el chico decidió retractarse, otra vez. Empapado, entró y tomó el celular.
Las gotas caían por su rostro, mezclándose con sus lágrimas.
—Michelle— Suspiró, Blue.
Divisó en la pantalla, “Faith”.
El frío entró con él a la habitación, y temblando, atendió la llamada. No pronunció palabra.
—¿Fahrenheit? ¿Leíste mi mensaje? ¿Estás bien?— Pero no hubo respuesta. Solo silencio.
—Dios, lo lamento... No te preocupes, ¿Sí? Sé que vas a estar bien.. vamos a estar bien. ¿Estás en la calle? Está lloviendo horrible afuera; escucho la lluvia muy cerca.
—N-No...— Dijo con dificultad, sin aire.
—Entiendo...—Hubo un silencio de varios segundos. Largos segundos. Faith se oía tranquilo, pero la verdad es que tenía el corazón en la boca. Sabía de lo que él era capaz de hacer.—¿Necesitas que vaya a tu departamento, ahora?— La lluvia cesó.
—No, F... Gracias... Te llamo después.— Finalizó el muchacho.
Soltó el celular, que terminó en algún lado. Se sentó en la silla y se quedó inmóvil, bloqueado. Con la mirada perdida, mirando otra vez, sus zapatos.
—Las lágrimas son saladas, pero la lluvia es dulce.—Susurró Fahrenheit, sin aire. Deseó poder volar y tocar las nubes, que en ese mismo instante, se encontraban grises, monocromáticas.
“Ojalá pudiera aprender un nuevo idioma, que nadie entendiera, y nunca volver a hablar.” Pensó.
Se levantó, mientras se deshacía de la ropa, dejándola tirada por el suelo.
Llenó la tina, y puso música. Cualquiera diría que escuchar Radiohead es más un intento de suicidio emocional que tratar seguir viviendo, pero realmente, ni él ya lo sabía.
Se metió en la bañera, y restregando su mano por su rostro, se lamentó lo difícil que era; absolutamente todo. Específicamente, arrepentirse una vez más y tener que seguir. Seguir continuando todo, levantándose todos los días, siendo lo único bueno las canciones que reproducía en bucle, una y otra vez. Enfocó una navaja sobre la pileta. Ya la había usado antes... Pero no debía.La negación era algo a lo que ya estaba acostumbrado. Pero cuando se trataba de autodestrucción; otra vez, era difícil.
Suspiró, y seguidamente, contuvo la respiración.
—Sí... Voy a estar bien.—
Fahrenheit se sumergió completamente bajo el agua, dejando a sus pensamientos ahogarse, y tal vez, algo más.
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Fahrenheit and the universe.
PoetryMr. Blue Fahrenheit es un personaje que está basado en parte de la psicología personal de una persona diagnosticada con TID y TEPT. Muchos escenarios están basados en hechos reales pero no en su plenitud. Muchas cosas quedan en interpretación del l...