Fall

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Como un espiral de alegrías y emociones nuevas, Blue giró entre ellas y se entrelazó. Esos ojos verdes lo volvían loco y además sentía que podía estar saliendo de ese pozo. Se notaba, sólo si podías fijarte en esos enormes ojos negros, llenos de angustia, cada vez que reía sentado en algún banco de algún parque. Porque evadía todavía, caminando y recorriendo la ciudad, con su amor ahora al lado suyo. Reía y a veces lloraba. En todas era consolado. Faith dudó sobre si hacer preguntas al respecto o dejarlo a Blue hacer lo que quisiera aunque estuviera haciendo algo ❝incorrecto entre pautas❞, porque decidió confiar en él.
Empezó a abrirse más consigo mismo, a liberar esa angustia que lo mantenía preso, a entender más sobre lo que le pasaba. Que esos demonios están pero se puede luchar contra ellos.
Unos brazos largos lo rodeaban, los calambres en el cuello ya se le habían hecho comunes y Fahrenheit vagueaba entre las nubes de cada atardecer entre cada parte diferente de la inmensa y millonaria ciudad, mientras seguía bajándose un cigarrillo atrás de otro y entre cada calada salían esas espinas, que le dolían y le estaban punzando por dentro, desgarrándolo cada vez que intentaba reír porque sabía que esa felicidad era insincera. A cambio recibía empatía y compañía, interés y cuidado.
El muchacho, Blue, ahora con su vivo rojizo, abrazó a esos ojos verdes como si fuera su vida y se aferró a enfrentar hasta las eternas circunstancias de una ciudad que estaba en pleno estallido.

Se vio despojado de su apartamento. Más bien, echado por las fuerzas con violencia y con un par de cosas en una mochila, a la suerte de la gran ciudad, y buscar cómo sobrevivir. Ese rubio hermoso, como le decía Blue, se quedó con él aunque él tenía dónde dormir y Blue no.
Algo que no se puede pagar ni con la vida misma, dar tu vida por alguien que acabás de conocer pero sentís que ya es tu todo. Se sentían como Bonnie y Clyde, delinquiendo y aguantando.

Eran pelotudeces que hacían los adolescentes, decía Faith. Que miraba pero no opinaba de las ❝boludeces❞ que hacían esos dos por cualquier ciudad que fuera, estando en una nube de amor; mientras escapaban lo más que podían. De eso que los había hecho llorar por tantas noches y sentirse vacíos, mirando la nada o frente alguna pantalla. Estando muertos en vida. Levantándose todos los días sin un propósito por el cual sobrevivir.
Se desconoce los verdaderos sentimientos de ambos, pero parecía que sobrevivían por el amor que se tenían el uno al otro.

Se dieron cuenta muy rápido que ambos tenían sus propios demonios, y destinos "prohibidos" que son difíciles de recordar y visitar.
A veces había un par de heridas que curar, pero ahí estaban.
Fahrenheit, irresoluto, a veces se acercaba un poquito más al balcón que compartía. Eran 12 pisos de caída libre y muerte asegurada, le decían sus demonios. El muchacho se prendió puchos y pensó formas de solucionar los problemas. Fue increíble pero encontró soluciones. Lograron todo lo que estaba preparado a las prisas en cuestión del transcurso del tiempo. Todo les salió ❝bien❞.
Fumaban entre unas sábanas a cuadros blanco y negro, con lucecitas que decoraban de una manera cálida la habitación en la pared. Había besos, risas, procrastinación. La depresión los consumía y antes de realmente recaer hacían lo que podían para distraerse.
Para no quedarse paralizados en la cama por la depresión, como ya les había pasado miles de veces. Querían darlo todo el uno por el otro.
¿Pero cómo iba a darlo todo por el otro cuando no podés ni con vos mismo? Pensó Fahrenheit y se dudó, sobre si sería mejor no arrastrar al rubio con él.
Pero la realidad es que ambos ya estaban en esa misma caída antes de la ruina.

Fahrenheit and the universe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora