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Wonwoo corrió pasando el departamento de seguridad en el vestíbulo. Necesitaba alejarse de esa oficina, de esa mujer. Lo único de lo que ella hablaba era de cuán equivocado era querer a Mingyu y permanecer con él.

Ella no entendía, y nunca lo haría. Él necesitaba a Mingyu. Su cuerpo dolía esperando por él. Quería darle a Mingyu todo que le pidiera. El calor del verano no podía compararse con el fuego que quemaba a través de su cuerpo con la sola idea del toque de su amo.

El coche aún no habría llegado para recogerlo, todavía no era la hora convenida. Sentía miedo de que la Dra. Park pudiera seguirle. Wonwoo corría por la calle.

Su corazón golpeaba en su garganta, mientras él esquivaba a las personas en la muchedumbre de la tarde. Evitó hacer contacto con los ojos.

Un dolor físico casi barrió a través de él. La idea de dejar a Mingyu le causó un dolor en el pecho y hacía casi imposible la respiración. Las lágrimas picaban en sus ojos y su visión era borrosa. El calor del día y los esfuerzos de su huida causaron un sudor que hacía que cayeran gotas de su frente y cuello. La camiseta de algodón que llevaba se ajustó a su espalda y axilas con la humedad.

Demasiadas personas, demasiado abierto.

Necesitaba algún lugar para ocultarse. Él redujo la carrera en su huida.

Jadeando por aire, miró alrededor, rápidamente, para que nadie lo acusara de hacer contacto visual con él. Su antiguo amo había grabado en él esa regla a principios de su servicio.

Después, por haber pasado muchos años dentro de habitaciones oscuras y una celda en el sótano, él no estaba cómodo en los espacios abiertos, especialmente en el exterior.

Un pequeño callejón a su derecha estaba vacío de personas. Corrió a través de una abertura estrecha. Se detuvo detrás de una gran papelera, se apoyó sobre sus manos agarrando sus rodillas y jadeando por aire. Con cada respiración llegaba el hedor de la putrefacción de la comida y el olor a rancio de la basura. El sonido del golpe rápido de su corazón acalló el estruendo confuso de los transeúntes y del tráfico.

Como esclavo del maestro Ilhoon, él nunca hacía ejercicio físico. Su cuerpo delgado permanecía así debido a falta de alimentos.

Con el pánico robando su aliento, Wonwoo no se encontraba en condiciones de correr. Su cuero cabelludo picaba con gotas de sudor. Su camiseta estaba mojada por el calor y el esfuerzo. Mientras su respiración se alivió haciéndose normal, su cerebro empezó a funcionar nuevamente.

Huir del consultorio no había sido inteligente. Necesitaba volver atrás, esperar a que llegara el coche que vendría a buscarlo.

— ¿Pero qué sucederá si ella está buscándome? — él odiaba sus citas. Cada vez más el impulso de decirle a Mingyu las cosas que la doctora le decía lo abrumaba.

La Dra. Park le había dicho que no hablara con Mingyu acerca de sus sesiones. Y Mingyu le decía a Wonwoo que era necesario hacer lo que decía la doctora.

La confusión no ayudaba a su mente en conflicto.

— No puedo volver atrás. Ella no entiende. — él hablaría con Mingyu... le diría todo. De algún modo, la decisión alivió su pánico.

Ahora, él necesitaba encontrar el camino de regreso al consultorio.

Al enderezarse, tiró de la parte inferior de su camiseta hacia arriba para limpiar el sudor de su rostro.

Al acercarse a la apertura del callejón, él se detuvo brevemente. ¿De qué camino había venido? Una ráfaga de miedo volvió. Nunca había estado solo fuera en la ciudad. Sólo con Mingyu.

Solo Un Me, 30 días - Meanie - AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora