Entra al bar pensando en lo desorganizada que tiene su vida cuando la ve. Una bella muchacha de pelo largo y negro hasta las caderas está sentada al otro extremo de la barra; parece sumida en sus pensamientos, sonriente; se recoge un poco el pelo hacia adelante y el vestido deja ver la espalda desnuda. Sobre la piel blanca se ven varios tatuajes, todos son aviones de papel. Jorge, atónito, se acerca al barman y le pide que le lleve un mojito a la joven. Cuando sus suaves manos tocan la copa él le dedica una sonrisa y ella responde con una mirada llena de ternura. Se decide y camina hacia ella para saludarla.
-Buenas noches. Espero le guste el trago.
-Buenas noches. No me trate de usted, por favor, me hace sentir vieja. Llámeme Leila.- sonríe tiernamente- Gracias por el mojito.
-Disculpa, no era mi intención ofenderla- ella lo mira a los ojos y lo desarma con solo eso- Mi nombre es Jorge.
-No te preocupes. Te invito a un trago- sin darle tiempo a reaccionar ya el barman trae otro mojito.
-Gracias. Te vi desde allá y me llamaste la atención. Me intrigan los tatuajes que tienes en la espalda. ¿Se puede saber que significan?
-Para mí son un símbolo de que existe vida más allá de la muerte, también representan lo que está más allá de nuestra comprensión. Los veía desde pequeña como se alejaban volando, sin dejar nada atrás, me enamoraró su misterio
-¿Cuántos tienes? Y disculpa la indiscreción pero son tatuajes muy curiosos.
-No recuerdo, creo que perdí la cuenta. ¿En que trabajas?- y otra sonrisa tierna se dibuja en su cara
-Soy abogado, trabajo aquí cerca- una mueca se hace ver aunque el intenta parecer despreocupado. Ella lo nota
-¿Qué pasa? ¿Por qué tienes esa mala cara?
-Hoy no he tenido un buen dia- baja la mirada al suelo- ya hace un tiempo no gano ningún caso, hoy mismo condenaron a mi cliente a 10 años de cárcel cuando se que podría haber conseguido que fuera menos de no ser por...
-Calla shhhh- le dice ella con ojos tristes poniendo el dedo índice sobre sus labios.
Tenerla tan cerca lo descontrola. Sin darse cuenta le da un pequeño mordisco al fino dedo que tiene en su boca. Ella da un respingo en la silla y se sonroja. Siguen conversando durante un rato. En un momento de silencio incomodo se besan delicadamente. Luego él la toma de la mano y la lleva hacia el auto. Durante el camino a la casa del joven abogado no se escucha ni una voz, solo suspiros y caricias rompen el silencio. Llegan y suben rápido las escaleras. En el cuarto Leila se desnuda lenta y sensualmente. Él se sienta en la cama y se queda mirándola extasiado. Tiene un cuerpo hermoso que parece el cielo con tantos aviones de papel. Ella se da cuenta, le sonríe y se para frente a él.
-¿Quieres contarlos?
Él la agarra con fuerza y la tumba sobre las sábanas. La mira con detenimiento. Cuenta tres aviones en cada nalga, nueve en la espalda. La voltea con cariño y le cuenta a besos los seis de los senos. En el abdomen tiene nueve. Son treinta en total. Le da un pequeño mordisco a cada uno y la muchacha se contrae. Está muy excitada, tanto que de pronto se levanta y lo tira con fuerza a la cama. Ahí besa cada parte de su cuerpo, cabalga encima de él sin desviar la mirada ni un instante. Un brillo inusual se nota en los grandes ojos cafés de la muchacha, como si estuviera cumpliendo un sueño que tenía hace mucho. Lo domina, lo muerde, lo besa, lo eleva y lo deja caer por momentos en un carrusel sin fin de sensaciones. Entre gemidos, mordidas, abrazos, sudor y frases falsas dichas con tono de verdad el muchacho queda agotado. Ella se viste despacio con una camisa del muchacho y baja buscando la cocina. Le prepara un jugo de naranja y sube nuevamente las escaleras. Lo besa con inmensa ternura. Le ofrece el vaso que él toma ávidamente. Luego de beber el zumo el muchacho comienza a sentirse muy cansado y cierra los ojos. Cuando sus músculos se relajan ella se acerca y le deja un beso en la frente. Le susurra cariñosamente al oído: "Luego nos vemos" y deja caer un pequeño avión de papel a su lado. Recoge sus cosas y se va tranquilamente
Camina alegre por la calle; saluda a todos y casi dando brincos entra a un salón donde hay varias personas tatuándose. Se acerca a una pequeña joven y le dice.
- Dani, hazme lo mismo de siempre.
-¿Otro avión de papel? Pero si ayer te hiciste dos.
-Sí, pero hoy ya necesito otro. ¿Lo vas a hacer o no?
Al otro día sale esta noticia en el periódico local: "El abogado Jorge Miguel Bermúdez fue encontrado muerto esta mañana en su cama con una sonrisa en el rostro y un avión de papel a su lado. Todavía no se conoce la causa de muerte". Al leerlo Leila sonríe al recordar la noche anterior y se acaricia el tatuaje más reciente__________________________________
Nota: Nací rodeada de libros los que me llevó a querer escribir, aquí les dejo mi primer cuento, por primera vez me atrevo a ponerlo a la vista del mundo ☺️