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⠀❛ ¿qué tengo que decir para hacerme existir? ❜
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𝟐𝟏𝟖 𝐇𝐎𝐑𝐀𝐒 𝐀𝐍𝐓𝐄𝐒
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El despertador sonó a las cinco de la mañana, como cada día. Sin entusiasmo estiraste un brazo para apagarlo y regresaste a acostarte. No te sorprendió que el otro lado de la cama estuviese frío. Por supuesto, Changkyun había decidido irse a otro cuarto o simplemente no tenía ganas de dormir, no contigo ahí mismo.
Dejaste los dolorosos pensamientos de lado y te levantaste para iniciar la rutina cotidiana que empezaba con un baño de cuarenta minutos, suficientes para borrar cualquier rastro de tabaco en tus cabellos. El agua caliente ayudó un poco a desvanecer la tensión en tus músculos pero no fue suficiente. Nunca era suficiente.
Saliste del baño envuelta en una toalla y oliendo a vainilla, el frío de inmediato te hizo temblar y definitivamente no fue eso lo que te petrificó sobre el suelo. La vista que tuviste fue el verdadero motivo.
Changkyun se había recostado en la cama que tú dejaste libre. Seguía despierto mirando su teléfono y no dijo nada cuando caminaste hasta el enorme clóset.
Dudaste unos segundos antes de deslizar la tela lejos de tu cuerpo. Después de todo, estaban casados y aunque la intimidad entre ustedes eran tan fría como el mismo diciembre, la pena de estar desnuda frente a él se había desvanecido hace mucho.
Una pizca de duda se sembró en tu cabeza mientras te cambiabas de espaldas a él.
¿Estará... mirando?
El color del traje era azul oscuro y lo combinaste con una camisa tres tonos más clara y un par de tacones negros. En el proceso, secaste tu cabello para después arreglarlo en una coleta alta y perfectamente arreglada. El maquillaje fue igual de recto y elegante.
Una vez lista, giraste sobre tus talones y lo encontraste de la misma forma. Recostado con la mirada perdida en ese maldito celular. Tus labios se apretaron en una fina línea. Ni se había inmutado.
¿Qué te había hecho creer que de pronto él te volvería a ver como antes?
Eras tan ingenua.
ー¿A qué viniste?ーrompiste le hielo, acercándote.
Te permitiste observarlo más de cerca. Su cabello era cada vez más largo, el flequillo negro ya le cubría la frente y parte de los ojos, sin embargo todavía no era suficiente para ocultar la oscuridad debajo de sus orbes. No había dormido bien. Sus rasgos eran cada vez más afilados y a pesar de que estuviera acostado en su cama, un lugar de reposo, tenía la quijada tensa.
