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❛ sabe tan dulce, se ve tan real. suena como algo que solía sentir pero no puedo tocar lo que veo ❜
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𝟏𝟗𝟎 𝐇𝐎𝐑𝐀𝐒 𝐀𝐍𝐓𝐄𝐒
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La sábanas estaban frías cuando despertaste. La cama era demasiado grande para una sola persona y mientras así se mantuviera, con nadie más que tú, era inútil que intentaras calentarlas.
Hasta cierto punto, ya te habías acostumbrado a amanecer con las piernas y el corazón entumidos. El bañó ayudaba para que tus músculos entraran en calor, pero no importaba qué tanto te sofocaras con el vapor, por dentro tu pecho siempre estaba helado. Incluso en la primavera más caliente de todos los tiempos, estabas segura de que ese invierno dentro de ti jamás se desvanecería, a menos que...
Tu nariz se arrugó mientras colocabas el último arete de perla, pues un aroma peculiar llegó a la inmensa habitación. Las manos se te resbalaron hasta tus costados y bastó un instante para que pensaras que ese olor, entre todas las cosas, era cálido.
Como si tu madre estuviese horneando una tarta de cumpleaños para ti otra vez. O como si el tiempo regresara a esas mañanas donde solías preparar el desayuno para Changkyun cuando su matrimonio a penas comenzaba.
Tu boca comenzó a salivar porque el cuarto entero se endulzó.
Confundida, terminaste de arreglarte y sin perder más el tiempo, te moviste hacia la planta baja de tu casa donde se encontraba la cocina.
Ahí, de pie a la estufa y con la ventana bien cerrada, estaba Changkyun sosteniendo una sartén entre sus manos. No se dio cuenta de tu presencia de inmediato por lo que tuviste tiempo para asimilar que la imagen frente a ti era de verdad y no otra de tus fantasías despierta. Él estaba cocinando hotcakes a las seis de la mañana.
ーBuenos díasーte hiciste notar con la voz y el pelinegro se sobresaltó en su lugar.
ー¿Ya... te levantaste?ーpreguntó, girándose para verte. Sus cejas se elevaron y alcanzaste a mirar cómo su manzana de Adán subió y bajó, como si estuviera nerviosoー. Ya te arreglaste.
Con la frente arrugada, caminaste por la cocina pasando detrás de su cuerpo para llegar hasta el refrigerador dispuesta a sacar todos los ingredientes de tu batido matutino. Changkyun detuvo tu brazo antes de que tus dedos pudieran tocar la puerta y sus ojos al instante se congelaron sobre los tuyos.
Tus músculos se tensaron cuando te tocó y casi pudiste afirmar que los de él pasaban por un trance similar.
ー¿Qué haces?ーsusurraste y tu esposo se relamió los labios. El agarre de sus falanges en tu brazo se hizo más débil. Carraspeó su garganta y después te soltó para volver a su posición delante de la estufa.
