Capítulo 30

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Tras evaporarse la nube de humo, Giselle salió de la casa apresurada a buscar a Sarah, sin saber a dónde más ir se adentró en el bosque. Caminó por varios minutos sin dirección, la oscuridad hacía que ella chocara con árboles y ramas, de pronto alcanzó a ver unas sombras a lo lejos, era Sarah con alguien más a quien no alcanzó a distinguir. Lo que vio en ese momento la paralizó, observó cómo a lo lejos su hermana caía al suelo de rodillas con las manos sobre el pecho mientras la otra sombra sostenía algo brillante en su mano, el brillo se apagaba lentamente hasta que ese objeto se convirtió en polvo, al mismo tiempo Sarah cayó por completo al suelo provocando un estruendo que la congeló y retumbó en todo el bosque.

-¡SARAH!- gritó Giselle sin poder moverse ni un centímetro -¡SARAAAH!

La sombra que acompañaba a su hermana volteó a verla, no sabía quién era sólo veía sus ojos que brillaban fuerte en la oscuridad. Sintió el golpe de la mirada y la sombra en un segundo se abalanzó sobre ella...

Giselle despertó en un sobresalto, desconcertada y con el corazón latiendo de manera frenética en su pecho. Se encontraba en la sala, específicamente en el sillón, donde se quedó dormida la noche anterior esperando a que Sarah regresara. No tenía idea de a dónde pudo haber ido ni cómo buscarla y no estaba segura de cómo funcionaba la teletransportación... o la magia en general. Sintiéndose más cansada que nunca, se levantó del sillón.

-¿Sarah? -le llamó, esperando alguna clase de respuesta.

Al no obtener nada procedió a revisar la habitación de la joven, esperando que se encontrara ahí, que hubiese regresado durante la noche y no se hubiese dado cuenta. Pero para su pesar, la habitación estaba vacía y tal como la había dejado su hermana el día anterior.

Mentalmente se debatió qué debería hacer a continuación. Tenía que ir a trabajar, por lo que no podía pasar el día buscándola, además, no quería preocupar a los demás aún, ya que no había pasado siquiera un día entero desde que su hermana salió, tal vez solo necesitaba espacio, regresaría tarde o temprano y enmendarían las cosas entre ellas... o por lo menos eso esperaba, aquella pesadilla la había dejado demasiado agitada.

Derrotada suspiró y decidió ir a trabajar.

***


El día pasó en su mayoría como cualquier otro, limpiando y acomodando los objetos en la tienda, el pequeño descanso ocasional y algún que otro cliente que entraba solo a ver o a consultar algo con Gold, quien se percató que algo andaba fuera de lo normal desde el momento en que su empleada cruzó la puerta, algo que por esta ocasión decidió ignorar pues tenía otros asuntos que atender, ya había planeado con anticipación dejar la ciudad ese día junto con Belle y Gideon bajo el pretexto de pasar unas vacaciones con su familia lejos de Storybrooke, idea que a su esposa le pareció maravillosa cuando se la planteó, y aunque era cierto que quería pasar más tiempo con su familia, la verdadera razón era que no quería verse involucrado de ninguna forma en lo que fuese que estuviese planeando Facilier. Fuese lo que fuese, los "héroes" podrían arreglárselas sin él.

Cuando Giselle se encontraba de salida recibió un mensaje de Snow diciéndole que acababan de llegar los vestidos que utilizarían las damas de honor a casa de Regina, cortesía de Zelena, por lo que tenía que pasar por el suyo lo más pronto posible. Viendo tristemente que no tenía ningún otro mensaje o llamada en su registro, decidió ir en ese momento

***


Al llegar a la mansión, Regina la recibió con un abrazo, tan amable y cálida como siempre, gesto que la joven intentó reciprocar con el mismo nivel de energía a pesar de su ánimo actual.

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