The Lies We Tell Ourselves

131 12 3
                                    

Pasaron los meses, y la vida de la familia Hood Mills no podía ser mejor. Regina sentía que cada día era como un sueño hecho realidad, por fin había conseguido la vida simple y rutinaria que siempre quiso, con un esposo amoroso a su lado, así como cuatro hijos a los que amaba incondicionalmente, rodeada de amigos que la querían, además de una buena posición socio-económica para variar. Era feliz. ¿Qué más podía pedir?

Un fin de semana, en un día soleado, decidieron salir, en familia, y realizar un día de campo.

Regina y Henry se encontraban sentados sobre una tela en el pasto, mientras la alcaldesa observaba amorosamente a Robin y Giselle tratando de enseñar a Sarah y Roland cómo utilizar el arco, mientras Henry escribía.

la alcaldesa observó a Giselle hacer alguna especie de comentario sobre la evidente falta de habilidad de su hermana para la actividad, y como la menor, ofendida por el comentario, intenta darle un pequeño golpe en reproche, y fallando en el momento en el que la mayor se hizo a un lado para evitarlo, comenzando una pequeña persecución entre ambas, a la cual Roland se terminó uniendo por diversión, y que Robin solo observaba, riendo, al igual que ella desde la distancia. Acto seguido dirigió la mirada a su hijo, quien seguía escribiendo en silencio -¿Por qué no vas y te les unes? -le preguntó al joven -se ve que se están divirtiendo.

Henry, sin alzar la vista ni dejar su actividad, simplemente respondió -No, estoy bien.

Regina se sorprendió un poco ante la indiferencia en su tono de voz, pero no dijo nada al respecto, atribuyéndolo a que el joven estaba muy concentrado en lo que estaba haciendo, y volvió su vista una vez más hacia Robin, Roland y sus hijas. Quedándose en un cómodo silencio.

-De hecho quería preguntarte algo -le dijo, rompiendo repentinamente la atmósfera.

-¿Qué cosa? -contestó, sin apartar la mirada del resto de su familia.

-¿Cuándo regresarás con nosotros? ¿Cuándo regresarás a Storybrooke?

Regina quedó pasmada ante la pregunta -¿A qué te refieres? -cuestionó confundida -Estamos en Storybrooke, y estoy justo aquí con ustedes.

Repentinamente Henry dejó lo que estaba haciendo, observó a Regina fríamente y contestó con un tono de voz que hizo que la reina se le helara la sangre -Sabes a lo que me refiero.

De pronto, todo se tornó oscuro, su cuerpo se paralizó, y dejó de sentir el suelo debajo de ella, era como si estuviese flotando en la nada, su conciencia siendo lo único que quedaba. De pronto, comenzó a escuchar a lo lejos una serie de voces, las cuales poco a poco fueron aumentando en volumen, incesantes, desesperadas, invadiendo completamente sus sentidos, saturándola, como estática. Se sentía fuera de sí, ¿alguna de esas voces sería la suya que gritaba en agonía? No estaba segura. Ya no estaba segura de nada. Después de tanto tiempo ya no podía notar la diferencia entre lo que era real y lo que no; la verdad de la mentira. ¿Fue así como de verdad transcurrió la historia? ¿La tragedia que veía cada noche en sus sueños? ¿O aquella que su mente le susurraba de vez en cuando?

Pero todo, tan rápido como comenzó, terminó. Al abrir los ojos el color y el paisaje habían vuelto, y lo primero que observó fue Sarah, Giselle y Robin, cargando a un somnoliento Roland en su hombro, acercándose a ellos. Listos para recoger todo y volver a la mansión, pues ya había comenzado a anochecer.

-¿Todo bien mamá? Te ves algo agitada -preguntó Giselle.

-Sí, sí todo bien -contestó rápidamente, tratando de restarle importancia -solo me perdí en mis pensamientos un momento -sonrió.

Robin la miró preocupado y poco convencido, pero decidió no comentar nada por el momento. Procedió a entregarle al ya dormido Roland a Regina y a ayudar al resto de sus hijos a levantar y acomodar todo para comenzar su camino de regreso a la mansión.

Los tres jóvenes iban al frente, riendo y platicando amenamente entre ellos mientras caminaban. Por otro lado, Regina, con Roland en brazos, y Robin, quien cargaba las cosas, se quedaron atrás, observándolos en silencio. Robin sonrió ante la escena, pero al voltear a ver a su esposa, se percató de su mirada perdida, pensante.

Una vez llegaron a la mansión, Regina inmediatamente subió a acostar a Roland, mientras los demás se dispusieron a guardar las cosas que habían utilizado, y prepararse para ir a dormir.

Habiendo terminado, y con cada quien estaba en sus respectivas habitaciones, Robin entró a la habitación que compartía con Regina y la encontró sentada sobre la cama, con la misma expresión preocupada. Perdida en sus pensamientos.

-¿Segura que todo está bien? -le preguntó en voz baja, acercándose y sentándose a un lado de ella. -Has tenido esa expresión desde que nos fuimos. Me preocupas.

-Sí, -suspiró - Es sólo que... tuve una sensación extraña, pero no puedo recordar qué fue lo que lo provocó o qué era lo que estaba pensando. Es como si mi mente se hubiese quedado en blanco, pero lo único que quedó fue una sensación de angustia en mí... es difícil de explicar -terminó, recargando su cabeza sobre el hombro de Robin. Quien, por unos minutos, se limitó únicamente a abrazarla.

-¿Crees que se trate de alguna nueva amenaza? ¿O te preocupa que algo nuevo se presente?

-No, no es eso. Es diferente... -suspiró - Pero tal vez... -pausó -No lo sé, es tonto.

-Dime.

-Es solo que... a veces se siente como si todo esto fuera demasiado bueno para ser verdad -rio -como si fuera un sueño.

Robin sonrió con un aire de tristeza -Te entiendo. Todo esto es lo que siempre quisimos, ¿no? Lo que siempre anhelaste. Como debía ser...

Ambos se quedaron en silencio por un momento.

-No tienes porqué sentirte mal al respecto, ¿sabes? No hiciste nada mal, solo te encargaste de hacerlo realidad. No creo que nadie te culpe. Después de todo no fue fácil.

Regina no dijo absolutamente nada. Simplemente contemplando.

-Vamos a dormir, ¿te parece?. No te preocupes, solo descansa. Mañana será otro día...


***

Y así continuó la vida feliz de la familia Hood Mills, tranquila y cotidiana , durante muchos, muchos años. Aquella sensación se siguió presentando, aunque cada vez menos y menos, hasta que, gradualmente, desapareció con los años.

Con el paso del tiempo, sus hijos crecieron, estudiaron, formaron sus propias vidas y, algunos, sus propias familias.

Y al final solo quedaron ella y Robin, por el resto de sus vidas, envejeciendo juntos. Porque así es como debía ser, ¿no?

Así es como debió ser. No Reina Malvada, no venganza, no Cora. Solo ella, Robin y su familia. Pero, ¿de verdad hubo un felices para siempre? ¿O son estas tan solo las mentiras que nos decimos para dormir en paz y olvidar?

"¿Fue así como de verdad transcurrió la historia?"

Tal vez nunca lo sabremos.

Pero de ser así, de haber transcurrido así, entonces, tal vez, solo tal vez... no habría tenido que usar aquella aguja maldita, ¿verdad?

Porque después de todo...

Los villanos no tienen finales felices.

FIN

Lost MemoriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora