Capítulo 22

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Mientras Sarah pasaba el rato con Belle, Giselle caminaba preocupada por el pueblo. Estaba determinada a encontrar esa pieza. No sabía exactamente dónde buscar pero tenía la esperanza de averiguarlo en el transcurso del día.

Caminó una calle tras otra, estaba agotada pero no perdía la motivación. De pronto, algo llamó su atención mientras pasaba frente al aparador de una tienda. Ignorando por completo el letrero de cerrado, entró al establecimiento que, como indicaba en la entrada, pertenecía al señor Gold.

Estaba fascinada por lo que acababa de encontrar ahí. Un collar que perteneció a su madre, era de los pocos recuerdos que conservaba de su familia antes de Áurea. La imagen de sus padres aún era borrosa, pero recordaba a la perfección ese collar. Su padre lo hizo como un regalo de aniversario y ella solía jugar con él. Su madre le prometió que se lo regalaría cuando fuera mayor. En un par de ocasiones había soñado ese recuerdo pero no le dio tanta importancia hasta ahora.

Giselle trataba de entender qué hacía ese objeto ahí, cómo había llegado a ese pueblo. Observó el collar tan perdida en sus pensamientos que no se percató cuando el dueño salió de la parte trasera de la tienda.

-Realmente estoy considerando quitar ese letrero. Al parecer no sólo los habitantes de Storybrooke lo ignoran, ahora a los visitantes tampoco les parece importar cuando dice cerrado- soltó Gold con el tono sarcástico que lo caracterizaba, haciendo que Giselle diera un salto sorprendida.

-Disculpe, no era mi intención. Es sólo que... ví este collar desde afuera y no pude evitar entrar. Perteneció a mi madre o... al menos eso recuerdo.

Gold la miró sin ninguna reacción aparente, era imposible que eso perteneciera a su familia a menos que ella perteneciera al Bosque Encantado. Casi todos los objetos en la tienda pertenecían ahí. Gold no percibía ningún tipo de magia ni nada que indicara el origen de la joven, pero iba a darle el beneficio de la duda.

-¿Cuál dices que es tu nombre, queri...

-¿Qué es eso?- exclamó emocionada Giselle interrumpiendo la pregunta de Gold.

La joven señaló hacía el mueble que se encontraba tras él. Gold se dió la vuelta y vió lo que Giselle indicaba.

-Son sólo piezas de un viejo automóvil, no tienen mucho aquí- respondió un poco molesto por la interrupción.

-¡Es justo lo que estoy buscando! Podré llevarlo con el mecánico a tiempo.

Giselle trató de contener un poco la emoción, no quería mostrar demasiado entusiasmo o el encargado de la tienda podría aprovecharse de ello.

-¿Cuánto quieres por ese?- preguntó entusiasmada señalando la pieza que necesitaba.

Gold quedó atónito por la reacción de la joven, le daba curiosidad tan repentino cambio. Esa cosa debía ser muy valiosa para ella, parecía tener más importancia que el descubrimiento de una reliquia familiar. Algo se encendió dentro de él, uno de esos presentimientos. Decidió por fin ponerle precio.

-Es tuyo, un regalo de bienvenida- dijo Gold extendiendo la pieza en su mano.

-¿Es en serio? ¿Cuál es el truco?- preguntó desconfiada.

-Sin trucos, sólo un favor a cambio. Aún no sé qué será, pero espero tu ayuda cuando lo necesite.

Giselle se detuvo un segundo a pensarlo. Es verdad que el encargado daba un poco de miedo, pero no parecía del tipo que se aprovechara de la gente, además necesitaba la pieza y si la tenía pronto estarían muy lejos de ese lugar, tal vez nunca lo volvería a ver.

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