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-Touya...- susurró débilmente el joven de cabello celeste al notar la presencia de su esposo frente a la puerta de la habitación del hospital.

-¿Como estas?...- se dirigió a la camilla y beso la frente del chico.

-Me inyectaron la espalda para controlar el dolor de las contracciones... dolió como el infierno...- murmuro.

-No te preocupes, todo saldrá bien...- repartió un par de besos en el rostro del chico.- Todos están afuera... yo estoy aquí...y todo saldrá bien...

De la puerta entraron dos enfermeras y el ginecólogo- partero que habían estado visitando en todas las consultas.

Una de las enfermeras se posicionó aun lado de la camilla, mientras que el doctor y la otra enfermera se posicionaron en la parte inferior de la camilla, a los pies del joven peliceleste.

-Comencemos...-susurro el doctor al tener todo preparado.






















En el pasillo de aquel hospital se podían escuchar los gritos de dolor del un joven que no pasaba de los 30 años.

Toda la familia de aquel joven estaba preocupada escuchando cada grito proveniente de su boca.

Aquella familia de pilares religiosos comenzaban a pedir a su Dios el bienestar de su hijo.

Los suegros de aquel joven solo podían estar en una fase de preocupación y ansias, habían tardado en aceptar al chico, y ahora que lo adoraban no querían perderlo.

Aun que al principio a ambas familias les había costado aceptar su noviazgo y matrimonio con el padre del futuro niño, hasta a el punto de llegar a agresiones verbales, ahora solo tenían algo en mente, que aquel chico de buena persona debía de vivir.

Tardaron en darse cuenta, pero ahora lo veían.

Aquel chico era la luz de la vida de su esposo, y pronto la de su hijo, era la luz de sus padres, la luz de su hermana, y ciertamente el chico se volvía a paso lento la luz de la familia Todoroki por salvar a su primogénito.

El rostro de las mujeres era de felicidad y preocupación, ambas madres sabían el riesgo de dar a luz, y felices al saber el sentimiento de traer una vida al mundo.

Los varones solo se veían preocupados, unos más que otros. El padre del chico no quería perderlo, mientras que los nueros y suegro estában preocupados si le pasaba algo, su hermano volvería entrar en una depresión tan grande como cuando era un adolecente y hasta peor.

Todos en el pasillo habían visto a ambos jovenes tocar fondo sin poder hacer nada, ahora esperaban verlos brillar, pero la única manera de ver a a los dos tocar el cielo era juntos.











-Ahhhhhhhhh....- se escucho en la habitación el grito doloroso y desesperado de un joven de delgada apariencia mientras apretaba la mano de su esposo, quien se encontraba al lado derecho de la camilla.

El de cabello oscuro se limitaba a dar palabras de apoyo, tratar de no desmayarse y evitar mirar la zona donde su primogénito saldría.

Como en cualquier parto normal, la habitación estaba llena de un ambiente preocupante, lo único que se escuchaba eran los gritos del paciente y las indicaciones del doctor.

La razón por la que el padre del futuro niño peleará en sus adentros para no desmayarse es sencilla de explicar en una sola palabra.

Sangre.

No le temia a la sangre como tal, habia visto mucha cuando era joven,y esta nunca fue algo que lo hiciera sentirse mareado, pero para algo siempre hay una primera vez, o bueno, en este caso, una segunda vez.

Bebé -DabiShiga-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora