Capítulo 8.

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La mano de Valentina estaba en mi nuca, nuestros labios juntos, nuestras lenguas rozaban de una manera exquisita. Mis dedos estaban entrelazándose con su cabello, dios, era suave y olía muy bien.

Valentina comenzó a bajar su mano, paso por mis costillas y se detuvo en mi cadera, la apretó un poco con fuerza haciéndome subir un poco más para que su cuerpo se acomodara mejor arriba mío, abrí mis ojos ya que en todo momento permanecieron cerrados.

—Valentina —dije aun con sus labios sobre los míos. —Valentina —volví a repetir.

—¿Qué? —pregunto en susurro sin despegar su boca de la mía, dios sus labios eran tan adictivos y sabían tan bien.

—Debemos parar —dije y Valentina se alejó de mi para mirarme a los ojos, si la amaba, era tan linda y sabía que si lo hacíamos ahora ella me cuidaría, pero no podía no estaba preparada, todo ocurrió tan rápido y deprisa que no me esperaba nada de esto, aunque yo lo empecé.

—Claro, perdón —dijo y se levantó de mi cuerpo.

—No, espera —dije y el agarre de la nuca para que se acercara a mi cara, nuestras frentes quedaron juntas y nuestras miradas se conectaron. —Muero por hacerlo contigo, pero es que no estoy preparada...ahora —dije y agaché la mirada.

—Hey —dijo y agarro mi mentón y levanto mi rostro para que la mirara directamente a los ojos. —No quiero obligarte a nada, si no estas preparada lo entenderé, no quiero que creas que solo quiero estar contigo por sexo, no, yo quiero...quiero algo serio contigo ¿tú quieres? —preguntó mirándome fijo a los ojos y tragando saliva algo nerviosa.

Mordí mi labio ligeramente, me acerque ella, con mis brazos rodee su cuello y le plante un beso haciendo que ella caiga para atrás apoyando su espalda en la base del sillón, me separe de ella y apoye mi frente en la suya.

—¿Eso responde tu pregunta? —pregunte con los ojos cerrados.

Escuche la melodiosa risa de Valentina y sentí como me abrazaba con fuerza, por dios esto era tan irreal, todavía no caía en la cuenta de lo que ocurría, abrí mis ojos y bese los labios de Valentina con pasión.

Los minutos pasaron y estábamos las dos recostadas en el sillón, mi cabeza reposaba en su pecho y el mentón de ella estaba apoyado en mi pelo, dios el olor a su perfume se filtraba por mi nariz erizando mi piel.

Mis ojos comenzaban a cerrarse, pero rápidamente los abrí.

—¿Qué hora es? —pregunte sentándome en el sillón.

—Las 21:30 pm —dijo mirando su reloj de pulsera.

—Dios, es tarde debo irme —dije levantándome del sillón, agarré mi chaqueta y me la puse.

—¿Quieres que te acompañe? —pregunto Valentina parándose del sillón y caminando en mi dirección.

—No, tranquila tomare una taxi —agarre mi morral y abrí la puerta, y me detuve en el marco de esta.

—¿Segura? ya es tarde y no quiero que te suceda nada —dijo y me abrazo por la cintura acercándome a ella.

Sonreí.

—Si segura, tomare un taxi acá afuera, además no podemos dejar que nos vean juntas, eres mi maestra —dije y Valentina hizo una mueca con la boca.

—Cierto —dijo y apoyo su frente en la mía.

—Mañana vendré y hablamos de eso ¿sí? —pregunte cerca de sus labios.

—Si —dijo con una sonrisa y se acercó más a mi para que nuestros labios al fin se unieran.

Por falta de aire nos separamos, le sonreí y me solté de su agarre, caminé por el pasillo, pero volví y me colgué de su cuello para besarla nuevamente, ella me abrazo por la cintura y me elevo un poco del suelo.

—Ahora sí, adiós —dije y le di un rápido beso después volví a caminar por el pasillo ya para irme a casa.

(...)

Entre a casa y cerré la puerta detrás mío y me apoye en esta, dios el sabor de los labios de Valentina seguían en mis labios, fue tan hermoso lo que paso, tan irreal, tan...

—¿En qué piensa señorita? —pregunto Olga al lado mío sacándome de mis pensamientos.

—Nada Olga, nada —dije con una pequeña sonrisa caminando a las escaleras para subir a mi habitación.

—¿La paso bien esta noche? —pregunto, me gire para verla y con una sonrisa enorme en mi rostro conteste.

—La mejor Olga —dije y subió trotando las escaleras a mi cuarto.

Entre, deje mi chaqueta y mi morral en el suelo y me dirigí a mi librero, de ahí agarre mi osito de peluche que mi madre me había regalado cuando tenía 8 años, fue el mejor regalo que me había dado en la vida, me acosté en mi cama mirando el techo abrazando a teddy, le había puesto. Sentía un extraño dolor en pecho, era algo combinado entre alegría y tristeza.

Dios esto estaba ocurriendo, era verdad todo lo que paso o solo fue un hermoso sueño.

Me acosté en forma fetal y cerré mis ojos fuerte abrazando a Teddy fuerte sobre mi pecho.

—Dios, que no sea un sueño —pedí antes de quedar profundamente dormida.

Mi Alumna Favorita | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora