9 - Ángel de la guarda

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                                                                                 Altagracia Sandoval


El estado en que estaba es indescriptible. Nunca había sentido algo así. A partir del momento en que vi que Mónica se resignó a aceptar todo lo que Braulio le hiciera, mi mente se desconectó de mi cuerpo. Yo veía como recorría su piel con la punta del cuchillo y aunque todo en mí gritaba para decirle que pare, mis cuerdas vocales no me obedecían. Era como si estuviera viendo todo de otro plano, estaba congelada, yo ni siquiera me había dado cuenta de que lloraba hasta sentir las lágrimas mojando mis mejillas, no me había dado cuenta de que no podía respirar hasta sentir como respiraba a arcadas, y aunque todo mi cuerpo luchaba en contra, en algún lugar dentro de mi estoy rogando a dios para desmayarme para no seguir sintiendo lo que siento. Cuando veo como su boca y sus manos recorren el cuerpo de mi hija, lo único que mis cuerdas vocales finalmente me dejan emitir es un gruñido por el dolor, aunque no lo alivianó en lo más mínimo. Cuando Mónica cerró los ojos, percibí que había decidido esperar acabar, vi en su rostro como imploraba en silencio para que todo terminara lo mas pronto posible y cuando Braulio la desnudó hasta quedar en ropa interior yo solo quería hacer lo mismo. Quería dejar de mirar, no quería ver lo que iba hacer, pero, así como mi voz, todos mis sentidos se congelaron por el miedo, no conseguía mover ningún musculo. Es increíble que mi proprio cuerpo me obligue a seguir viendo todo hasta el final. No consigo pensar, no consigo rezar, siento como si mi cuerpo no fuera mío, ni siquiera escucho nada, lo único que consigo aun es ver, justo lo que menos quería. Entonces como por un milagro, veo como mi hija se sobresalta mirando a la puerta, Braulio sigue su mirada y de repente lo veo caer al suelo y cuando consigo mirar a la puerta lo veo parado con el arma en puño.

José Luis

Todo sucede en cámara lenta, confuso, escucho todo ahogado, lejos, el ruido en la puerta, luego el disparo, y ahora José Luis caminando hasta mí. Se acerca y me quita el nudo de las manos, se arrodilla delante de mí, siento sus manos en mis mejillas y escucho cuando me llama, pero no logro reaccionar. Entre tantas cosas que quería decir, lo único que sale de mi boca es lo que estaba intentando decir desde que mi cuerpo entró en colapso.

- Mónica – Digo por milésima vez y me sorprendo cuando el sonido finalmente sale

Veo como José Luis me deja y va hacia ella, la suelta y cuando la toma para sostenerla se desmaya. El instinto hace que mi cuerpo finalmente reaccione y cuando me doy cuenta ya estoy ayudándolo a sostener su cuerpo. Mis manos están en carne viva por el roce, mis pulsos igual, mi mente confundida por como todo sucedió, todo mi cuerpo duele por la tensión, pero todo el dolor y la angustia me abandonan cuando por fin la tomo en los brazos. Lo único que consigo hacer es abrazarla y llorar como nunca hice.

- Altagracia, cálmate. Ya todo está bien. Vamos a ponerla en la cama

Lo escucho hablar, pero no puedo parar, el llanto viene sin pedir permiso. Pero tampoco quiero parar, lo necesito. Por todo lo que vivimos, por el miedo, la desesperación, el dolor y ahora el alivio, necesito llorar hasta que me deje de pesar el pecho. Siento como él nos guía hasta la cama, entonces recuesto a Mónica ahí sin dejar de abrazarla y me siento a su lado apretándola contra mi pecho. Siento su respiración, el olor de su pelo, el calor de su cuerpo y es como el paraíso. Escucho los quejidos de Braulio pero eso solo hace mejor el momento. José Luis le disparó en las dos piernas, así que sigue vivo, tirado en el piso, sin poder moverse. Probablemente conociéndome como me conoce imaginó que lo iba a querer vivo, así evitó de dispararle en el pecho, y no sabe cuanto lo agradezco por eso. Siento como las lágrimas todavía insisten en caer, miro a José Luis y veo que me mira, dándome espacio, esperando que me calme. Nos quedamos así, en silencio, mirándonos por lo que parece una eternidad, hasta que una voz me llama la atención.

La Doña - el reencuentro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora