16 - Lo vió

432 38 12
                                    

                            
                             Altagracia Sandoval

Abro la puerta y me quedo sin reacción por un largo tiempo hasta que le digo que pase. Se sienta y me siento adelante, quedamos así por unos minutos y el silencio que nos envuelve es sofocante, vernos después de tanto tiempo y con todo lo que pasó, la sensación que tengo es que lo nuestro pasó en otra vida, muy lejana. Veo que me mira, pero al mismo tiempo no me mira, mira a sus manos entrelazadas e intenta encontrar las palabras pero no lo logra, entonces decido adelantarme.

-León – me mira de nuevo y veo que está ansioso - ¿estás bien?

Se ríe brevemente ante mi pregunta pero sin humor

-¿Cómo estoy? – repite mi pregunta frunciendo el entrecejo – La verdad es que es una muy buena pregunta

Se queda callado y decido darle su tiempo pero cuando veo que no va a seguir continúo.

-Me imagino que has pasado por mucho – No lo digo por decir, sé con toda la certeza que pasó por mucho. Yo agradezco a dios todos los días por Mónica haber regresado a mi vida, pero por lo tiempo que le creí muerta, me morí con ella, y es como León debe sentirse sin su hijo. Encima de todo esto, la venganza La venganza te alimenta, es como si el dolor te obligase a vengarse, buscas en ella un alivio, un consuelo, un segundo que sea de paz, y lo consigues, pero se va tan pronto cuanto se viene, dura un segundo, pero no puedes dejar de hacerlo, no puedes ignorar que alguien te arrebató lo más precioso que tenías, no puedes simplemente dejar que viva tranquilo después de quitarte todo, simplemente no puedes, es más fuerte que tú, que tu carácter, que tus principios, solo entiendes cuando lo vives, es eso, y yo lo entiendo. 

-Yo sé que imaginas, tu más que nadie, yo sé – Nos sonreímos y le noto tan perdido – Yyo no sé porque vine, me sentía tan solo, tan perdido, de repente solo sentí la necesidad de venir, de asegurarme que no soy un monstruo, o  o no sé por lo menos no tanto no sé

Empieza a tartamudear y me siento a su lado, tomo su mano y noto que está temblando, así que intento ayudarlo

-León, escúchame – me mira e trato de encontrar las mejores palabras porque sé que está sensible – Tú no eres un monstruo, tu eres un padre, un padre que perdió todo, eres correcto, integro, siempre fuste, y seguirás siendo, sé que estas roto, por dentro y por fuera, de la peor forma posible, pero eres humano, eres un ser humano y los seres humanos no somos perfectos, nos equivocamos todo el tiempo, experimentamos sentimientos, y tú has experimentado lo que nadie tiene que experimentar. El nivel de dolor que sentiste es inhumano, yo lo sé, yo lo sentí, y nadie tiene el derecho a juzgarte, ni siquiera tú mismo.  ¿entendiste?

Noto que empieza a llorar mientras hablo, así como noto que también estoy llorando, me abraza y lo dejo y empieza a llorar más fuerte y dejo que desahogue el dolor conmigo, a pesar de todo, le tengo cariño y quiero seguir su amiga, le deseo todo de mejor. Se queda llorando por unos minutos hasta que veo que empieza a calmarse y nos separamos, limpio  sus lágrimas y respira hondo tranquilizándose.

-Gracias – me sonríe y parece que sacó un poco del peso que traía en sus espaldas – no sabes cómo necesitaba oírlo.

-Lo sé, puedes contar conmigo, siempre

En ese momento escucho un ruido y Mónica entra en la sala, llamando nuestra atención.

-Buenas Noch. ¿León? – Pregunta extrañada y veo que León se levanta, quedando blanco como papel cuando la ve - ¿Cómo estás?

La verdad es que Mónica no se acostumbra todavía al asombro de algunos al verla, entonces creo que le pasó desapercibido el fato de León estar al borde de desmayarse.

La Doña - el reencuentro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora