11 - Empezando a acertar cuentas

729 51 17
                                    



                             Altagracia Sandoval



Después de la plática con José Luis me quedo sin saber que hacer. Miro la botella de whisky pensando en un trago, pero con lo agotada que estoy seguramente no me iba a caer bien y necesito estar cuerda por si Mónica me necesite, así que decido bañarme para intentar relajar. Me quedo casi una hora recostada en la pared sintiendo el agua caliente caer por mi cuerpo. Necesitaba esto. Siento como el agua va relajando cada musculo retesado por el stress de todo este tiempo. Mi cabeza es un verdadero lío, tengo tantas cosas en la mente que mi cerebro no sabe en cual pensamiento fijarse. No logro sacar todos los recuerdos de lo que vi en aquel cuarto, solo de pensar me hierbe la sangre. Necesito hacer que Braulio sufra, aunque sé que nada de lo que le haga va a ser suficiente. Jamás voy a lograr causarle un dolor tan grande como el que ha causado en mi y en Mónica, y eso me hace sentir tan impotente. Suspiro, sintiéndome agotada y pienso en José Luis, quería decirle tantas cosas, pero no tengo idea de como hacerlo. Tengo miedo de que piense que solo estoy agradecida, cosa que realmente estoy, es imposible no estar, pero no es solo eso, y necesito hacer que lo entienda.

Salgo de la ducha cuando veo que me tarde demasiado y me pongo un pijama para dormir, voy hasta mi cama y veo a Mónica dormida. Me siento a su lado, acaricio sus mejillas y veo como sonríe.

- ¿Que no estabas dormida señorita?

- Sí – Dice aun con los ojos cerrados – Bueno, más o menos – Veo como abre los ojos y acaricio sus cejas y bajo por su nariz - ¿Vas a dormir conmigo?

- Ese es el plan – Digo sonriendo 

- ¿Y José Luis?

- Se fue

- ¡Ah! ¿Por? - Frunzo el ceño ante su pregunta

- Porque tiene casa. ¿Que? ¿querías que durmiera aquí? – Pregunto y veo como una sonrisa pícara se forma en sus labios

- Pues sí ¿Acaso tu no lo querías?

- Ay Mónica que pregunta ridícula – Me mira y levanta las cejas aun sonriendo – Claro que no

- Aham, claro. Haré que te creo

- Mónica – La repreendo

- ¿Ay qué? No me digas que no es cierto. Estás que te mueres por él y él igual

- ¿Tu Cres? – Pregunto sin pensarlo y su sonrisa engrandece igual la del gato de Alicia. Cuando percibo lo que hice ruedo los ojos

- Sabia que te ibas a entregar – Dice satisfecha 

- ¡Mónica ya! No hablemos más de esto, vamos a dormir que las dos lo necesitamos – Digo evadiendo el tema 

- Está bien. No insistiré en el tema – Suspiro alivianada cuando veo que se resigna – Por ahora – Sonríe y respiro hondo intentando no sonreír.

- Ok señorita. Entendí el recado – Digo mientras me acuesto y a su lado y la atraigo a mí, poniendo su cabeza en mi pecho – Veo que te gustó José Luis – Indago dejando caricias en su pelo

- ¿Como no me iba a gustar? ¡Nos salvó, y le voy a agradecer toda mi vida!

- ¡Yo también mi amor! ¡No sabes cuanto!

Le doy un beso en su cabeza y me quedo acariciando su pelo. La sensación que el momento me brinda es indescriptible, siento una paz que nunca he experimentado antes. El ambiente es calmo y el sonido de la respiración de Mónica me da años de vida.

La Doña - el reencuentro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora