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“Cómo te extraño. Jolyne. Decirte que te extraño es tan poco.
Desearía estar allí para ti. Poder cuidarte y abrazarte como solíamos hacerlo cuando nos escapamos varias noches de esa maldita cárcel.

Ambos enviados allí, tan injustamente. Solía verte con moretones, alguna que otra vez con cortes en los brazos y tu rostro cansado.

Cómo quisiera demostrarle a tu padre que no soy una persona mala; no hoy un hombre malo. Lo único que deseo es poder cuidarte como siempre lo he hecho.”

(Flashback)

— ¿Crees que algún día cambiarán la comida horrible de este lugar? — preguntó entre risas la jovencita jugando con la punta de su trenza.

— No lo creo querida. Este lugar es un basurero— ambos se rieron de nuevo.

Estaban sentados en el suelo de una habitación fantasma. Aquella habitación fantasma que solo los portadores de stand y quiénes tenían el permiso de Emporio para entrar podían ver.

Emporio se encontraba escuchando música en un reproductor de MP3 casi viejo. En aquella habitación también se encontraba Weather leyendo una novela vieja sin prestarle atención a los enamorados.

— Anasui. Nunca me has dicho cómo terminaste aquí y porqué— dijo Jolyne mientras comenzaba a sonrojarse.

Anasui apartó un poco la mirada. Le avergonzaba y aterraba tan solo la idea de hablar sobre eso; no quería parecer un mentiroso, tampoco quería parecer como si estuviera llamando la atención. Al decir verdad, también lo apenaba y le daban ganas de llorar de tan solo pensar en lo que le había ocurrido.

— ¿Realmente quieres saberlo? — ahora la estaba viendo a los ojos. Ella notó que comenzó a lagrimear un poco.

— ¿Qué has hecho, Anasui...?

No fue mi culpa.
Soy totalmente inocente.

— Créeme. Es la verdad.

Mi ex pareja estaba siendo infiel.
Estaba nada más ni nada menos
que en mi propia casa.
La misma casa donde solía besarla
y abrazarla.
Estaba con un hombre un poco
mayor.
Ella tenía las mejores intenciones de
irse con él, yo lo sé.
Pero aquel hombre solo quería
deshacerse de ella.

— Mi maldita habitación estaba llena de su sangre...

Y la apuñaló. Una y otra vez.
En la espalda, brazos y estómago.
Ya no respiraba cuando intenté revivirla.
Él permitió que ella muriera sola.

— Ese maldito hijo que puta me echó la culpa.

¿Por qué pensarían que yo mataría a
mi pareja? ¿A la persona que más
quería y respetaba?

i survived. - analyneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora