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Me mentiste. Me mentiste tanto que hasta te creo. Te fuiste como un maldito idiota. ¿Cómo quieres que yo recuerde tu rostro?

No te conozco. No sé quién eres. No sé qué cosas te gustan. Si eres realmente malo o bueno.

No lo sé. No te conozco. Solo tu nombre.

Soy una maldita imbécil que nunca debería haber estado en este mundo. ¿Qué tengo que ver yo con todo el lío de la familia? Si sabías que esto pasaría, ¿por qué decidiste tenerme?

Jolyne se encontraba completamente conectada a una máquina de un hospital. Lo escuchaba todo, sentía cada presencia en aquella habitación fría.

Podía percibir el olor de Anasui, su compañero secreto de la cárcel.

Cómo deseaba moverse, abrir los ojos, llorar, algo. Lo que sea para tan solo ver sus ojos rosas brillantes que él siempre tuvo.

Podía escuchar sus susurros y su forma de llorar que ella bien conocía.

— Jolyne, mi querida. Tú no merecías nada de esto. Cómo lo siento — lloraba Anasui. Fue totalmente interrumpido por el padre de Jolyne, Jotaro, diciéndole que ya fue suficiente y, con todo el respeto del mundo, que dejara la habitación.

Ella sí conocía esa voz. Aquella voz que realmente nunca quería escuchar de nuevo. Se echaba la culpa, se odiaba. Deseaba no despertar. O tan solo despertar para abrazarlo una vez más.

i survived. - analyneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora