the call.

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— ¿Estás segura que estarás bien?

Domingo, 5PM. Jotaro manejando, Jolyne a su lado. Ella ya había trabajado por una semana y tenía pensado en comprarse un nuevo celular.

— Sí, papá. No tardaré mucho, solo compraré un celular y un nuevo chip. Ayer cuando dejé el hospital tomé algo de dinero. Si insistes... Puedes esperarme aquí. No tardaré.

— Prefiero esperarte— dijo mientras estacionaba.

Ella se dirigió al local. No tardó tanto en comprarse un celular, tardó un poco más en comprar un chip y anotarse en una compañía telefónica.

Ya eran las 8PM. Volvió a su casa y, como una adolescente, corrió hacia su cuarto para encerrarse, prender ese celular y usarlo.

Estaba sola, luego de lo que había pasado le daba vergüenza hablar con su padre. Ella se sintió como una loca y creía que su padre no la ayudaría con lo que ella sentía.

Colocó el chip en el pequeño celular y lo prendió sin problema. Esperó y chequeó que funcionará bien, descargó todo lo necesario e... iba a hacerlo.

Buscó aquel papel doblado del cajón donde lo había guardado. Leyó de nuevo lo escrito: "Te amo." "Te amo", más de diez veces.

Marcó aquel número. Lo borró... No estaba segura si llamarlo o no.

Estaba más nerviosa que nunca. Feliz... Emocionada... No sabía cómo sentirse.

Vamos. Llámalo, estúpida. Él debe estar esperando esta llamada.

Vamos, Jolyne. Él nos ama.

Finalmente marcó ese número telefónico. Una vez más, haciendo todo lo posible para no romper en llanto. El pitido de la llamada la estaba matando de la ansiedad, pudo sentir un calor insoportable en todo su cuerpo por los nervios. Apretó su almohada con mucha fuerza.

Contesta, maldito tonto.
Por favor...

— ¿Hola?

Aquella voz masculina, un poco ronca por el sueño y ganas de dormir.
Por fin había contestado.

Jolyne intentó hablar, pero ninguna palabra lograba salir de su boca.

— ¿"Hooolaa", hay alguien allí? — preguntaba nuevamente aquel jóven de cabellos largos y rosa gastado. Su voz ya no sonaba ronca.

Jolyne seguía helada, al mismo tiempo su cuerpo estaba pidiéndole calma.

— ¿J-Jolyne... Eres tú?

Apenas terminó aquella pregunta, no evitó comenzar a sollozar.

— ¿A-Anasui...?

— ¡Jolyne!— exclamó mientras comenzaba a llorar de la felicidad—. Oh, por Dios. Jolyne...

— Hola, Anasui— decía con la voz quebrada, aún así entre risas nerviosas.

Te hace bien.
Tanto como hace mal.

i survived. - analyneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora