3am / black / 1989.

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— ¿A ti te gusta estar solo, papá?

Jolyne y Jotaro estaban terminando la cena. Ella había empezado a levantar los platos para así lavarlos y dejar todo limpio.
A Jotaro le pareció extraña aquella pregunta, nunca esperaba eso de Jolyne.

— Oye, nunca estoy solo— decía mientras manifestaba su stand en modo de broma. Jolyne se rió.

— Ya, ya. Lo pregunto en serio— dijo mientras seguía sonriendo. Estaba de espaldas, lavando los platos.

Se quedó callado un momento.

— Aprendí a estar solo, pero a veces extraño la compañía de tu madre. Sabes, ella es difente a las demás. Nunca fue una mujer castrosa como algunas que yo he conocido.

— ¿Así que mamá fue la primer chica "no molesta" que has conocido?

— Heh, de hecho... Creo que no, pero ella sí ha sido la primer mujer que me ha agradado.

— ¿"Mujer"? Bueno, ¿pero ni siquiera has tenido amigos varones en la escuela o trabajo? No siempre tienen que ser mujeres.

Jotaro pensó que no lo notaría o no se daría cuenta. Pensó; ¿por qué mi hija esta preguntándome estas cosas?
cálmate, debería ser normal contarles cosas de tu pasado a tus hijos.

— Ah, Jolyne. Me sorprende que me digas eso— dijo entre risas nerviosas.

— Sí, lo sé, soy una entrometida. Si quieres no debes hablarme de tu vida privada.

Aún así, me gustaría contarte y hablarte sobre él.

Vamos Jotaro, solo díselo.
Espera, ¿debería? ¿Quiero hacerlo?

— No, de hecho... Creo que sería agradable hablar sobre esto contigo— dijo mientras Jolyne recogía sus platos y los seguía lavando. Otra vez le dio la espalda.

— Ajá, por fin me demuestras cómo eres realmente, me agrada.

No creo que debería agradarte...

— Papá. Papá. ¿Te encuentras bien?

Él no lograba responder. No podía ni siquiera intentar modular. Fue de un momento para otro. Algo instantáneo.

Había una figura, con un uniforme verde delante de la puerta de su habitación. Un joven pálido, pelirrojo y los ojos bien abiertos, mirándolo de reojo.

¿K-Kakyoin...?

— Papá... Me estás asustando— dijo mientras notaba que Jotaro seguía viendo el mismo lugar, decidió voltear y encontrar que seguía viendo el mismo punto fijo; donde no había nada ni nadie.

— Jolyne. Estoy bien.

— Estás pálido— dijo con la voz temblorosa.

— ¿Alguna vez...? No. ¿Me creerías si te digo que sí tuve amigos en mi adolescencia?

Jolyne se calmó, pero seguía preocupada por su padre. Ella asintió con la cabeza.

— Lo conocí en la escuela, este chico.

Ojos morados y cabello suave.

— Se había convertido en mi mejor amigo en tan poco, igual que otros tres muchachos. Misma edad que yo. Su cabello era rojo. Siempre llevaba un uniforme verde, diferente al mío que era negro.

Manos delicadas.

— Era bastante educado y agradable.

— ¿Iban a fiestas o eran los que se quedaban a jugar a videojuegos o escuchar música?

Jotaro seguía viendo aquella silueta de ojos blancos. Vacíos.
Ignoró la pregunta de Jolyne.

Nunca tuvimos la oportunidad.

— Una vez. Fuimos a un hotel por un viaje— se levantó y le dio la espalda a Jolyne y a aquella silueta, mirando por la ventana—. Una habitación para los dos, solos.

Jolyne se detuvo, dejó de fregar.

— Siendo honesto, Jolyne... Yo... estaba enamorado de él.

No podía creer que lo que estaba contando coincidía con lo que alguna vez en el hospital ella había soñado.

— Nunca había amado tanto a alguien. La vida me lo quitó demasiado rápido.

Jolyne notó la voz quebrada de su padre. Ella del miedo comenzó a llorar.

— Creo que lo vi, papá— ella comenzó
a llorar desconsoladamente—. En el hospital, cuando yo... ni había despertado. Él... Era delgado y... Tenía una herida horrible... Casi como un hueco... Me decía cosas...

— Jolyne— notó que ella estaba asustada e intentó acercarse, pero ella se apartó. Dió pasos hacia atras.

— Una noche entera se dedicó a hablarme solo de ti. Y de alguien que yo ni conocía, lo nombraba a cada rato. "Dio", ese imbécil también lo nombraba... Ese... Hijo de puta... P-Pucci...

Jolyne estaba a punto de desmayarse y caerse al suelo. Jotaro corrió hacia ella para sostenerla. Intentaba terminar de hablar.

— Papá. Solo dime... que Dio y Pucci no tenían nada que ver y que... Dio no lo mató y... y que Pucci... Él... Está muerto de verdad...

Jotaro comenzó nuevamente a llorar, ambos casi abrazados.

— Dio... fue quién lo mató. Ellos dos estaban en equipo.

— Ella tenía que saberlo, cariño.

Jolyne comenzó a gritar y a taparse las orejas, como si estuviera escuchando un ruido muy alto. Su padre intentó calmarla.

— ¡Te prometo que estoy bien! ¡Mírame! ¡Estoy aquí, cuidándote y cuidándolos! ¡No los dejaré!

Aquella silueta se acercó a Jolyne y Jotaro. Cuando ella escuchó esas palabras, dejó de gritar y comenzó a ver a su alrededor con desesperación, como si estuviera buscando a alguien. Luego volvió a ver los ojos de su padre. Lo abrazó fuertemente mientras temblaba.

El reloj marcaba las 3AM. El alma de Kakyoin ya se había ido con lágrimas negras de quella casa.

Pero Jolyne y Jotaro seguían en el suelo, abrazados.

i survived. - analyneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora