Las taquillas de este instituto son un verdadero infierno. No hay forma de encontrar una que cierre bien. Y ya ni hablemos de cómo están de sucias por dentro. A veces abro la taquilla y pienso que es una metáfora perfecta de este instituto, bien pintadas por fuera pero escondiendo inmundicia por dentro... Estaba guardando los cuadernos en mi taquilla y sacando los libros de la siguiente clase cuando noté que alguien se acercaba por mi espalda. Era mi primo pequeño, Dani.
Aunque solo es un año menor que yo, tenemos gustos y personalidades muy distintos. Quizá por eso me sorprendió que se me acercara estando en el instituto.
—Hey, tío, ¿qué pasa? —exclamó con entusiasmo. Eso, de hecho, también fue raro. No entendía por qué me saludaba así, pero lo que me dijo a continuación me dejó totalmente pasmado—: Cody no me ha invitado a su fiesta, ¿verdad?
Tuve que fingir que me picaba la nariz para disimular la risa. Dani, desde siempre, había sido un chico muy tímido, con gustos más bien peculiares. Nunca había sido de salir por ahí, ni de llegar tarde a casa, y que me saliera con aquella pregunta de repente...
—A ver, a ver, espera un segundo. Primero, ¿desde cuándo te llevas con Cody para hacerme esa pregunta? Y, segundo, ¿cuándo sales tú de fiesta?
Dani hizo un mohín nervioso. De hecho, parecía incapaz de estarse quieto.
—No, yo no me llevo, pero tú eres su mejor amigo y van muchos de mi curso, ¿sabes? Y, pues, no sé...
Asentí. La fiesta iba a ser espectacular, iba a asistir muchísima gente, pero...
—Pero es que no sé, a mí...
Desvié la mirada porque no sabía cómo continuar la frase. En ese momento vi aparecer a Jessica por el fondo del pasillo. Se abría paso entre la gente sin mirarlos siquiera, con los ojos pendientes del móvil.
Por un breve instante, me pareció que levantaba la vista. Hice un movimiento de cabeza para saludarla, pero no me vio.
—Ah, hola, Jessi —dije de repente, porque acababa de pasar por mi lado. No iba sola, estaba con otros compañeros: Maddie, Jacqueline y Marina, sus amigas inseparables, y también estaba Matthias, que me dedicó una mueca para saludarme. Tal como había dicho Dani, Cody y yo éramos amigos desde hacía mucho tiempo, pero, desde que empezó a salir con Maddie, acabamos formando un grupo con sus amigas. Matthias se integró más tarde, así que tampoco éramos lo que se dice un grupo cerrado; no obstante, si mi primo pensaba que iba a incluirlo en nuestros planes, ya podía dejar de hacerse ilusiones, porque aquello no iba a pasar.
No, no iba a pasar aunque, al ver a Jessica, Dani dijo, bajito:
—Hola, Jessica.
Cuando ella se dio la vuelta, saludándole con un gesto con la mano y una sonrisa,
automáticamente se le iluminó la cara. No hacía falta ser un genio para adivinar a qué venía tanto interés por parte de mi primo con aquello de la fiesta.
Y, por si me faltaba confirmación, Dani preguntó en voz muy baja:
—¿Jessica va a la fiesta?
No pude evitar reírme. Y todavía menos pude evitar chincharle un poco.
—Pero, vamos a ver..., ¿por qué tienes tantas ganas de ir a la fiesta esta? Tampoco tiene nada de especial, es una fiesta como cualquier otra de las que te has estado perdiendo estos últimos cuatro años de instituto.
—A ver... —replicó él—. Yo sé que vais el grupito de siempre, pero imagino que Cody invitará
a más gente, ¿no? ¿No podéis llevar invitados?
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