CAPITULO 5 - PARTE 2

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—¿Tu primo? Sí, claro que me parece mono —respondió Jessica—. Pero no es para mí. —Entonces... no irás a la fiesta con él, ¿no? Jessica levantó el mentón. No parecía muy convencida. —Tú conoces el significado de la palabra «fiesta», ¿verdad? Significa «pasarlo bien» y, mira, Oscar, yo sé que es tu primo, pero no me amargues la noche, por favor. En el fondo, la entendía muy bien. Y, como la entendía perfectamente, me costaba mucho tratar de convencerla, porque entonces era yo mismo quien me estaba autoengañando.
Sin embargo, tuve que insistir: —Mira, Jessica, sois compañeros de clase... Os lleváis bien. Solo te pido que vayas a la fiesta con él... Podría ser peor, ¿sabes? Podrías no ir.
—No te creas —me cortó Jessica—. Las dos cosas están ahí ahí, empatadas. —Luego, dejó escapar un suspiro—. Mira, me siento mal, porque seguro que cuando le digas que no quiero ir con él le partirás el alma. Pero ¿tú sabes cómo me miraría la gente si llego allí con tu primo? Ahí, en ese momento, me di cuenta de que tenía una última oportunidad de convencerla.

—¿Y tú sabes cómo le mirarían a él si fuera contigo? Como un dios. Tal cual. Jessica, en ese momento, se sonrojó. —Bueno... Y, de repente, esbozó una sonrisa. —¿Eso es un sí? —me apresuré a preguntarle, aunque, al ver su expresión, me di cuenta de que igual me había precipitado. —¡Tío! ¿Tú estás sordo o qué? He dicho «bueno».
«BUENO», lo pensaré. Pero, aun así, es probable que no cambie de opinión. Para mí, aquello era suficiente. —Gracias, gracias, Jessi, eres lo más. —Le di un puñetazo leve y amistoso en el hombro, imitando el cachete que me había dado antes, con toda la razón, y luego me fui corriendo por el pasillo.

Aunque disimulara, estaba seguro de que Dani nos había estado observando, porque, en cuanto llegué hasta él, me preguntó: —¿Qué ha dicho? ¿Qué ha dicho? —¡Que sí! ¡Ha dicho que sí, tío! Puede que hubiera exagerado. ¿Cómo me las apañaría si se lo volvía a preguntar a Jessica, y si ella lo hubiera pensado y hubiera decidido no ir con Dani? Pensé que, en ese caso, ya buscaría una solución. En ese momento todo era poco por ver la cara de mi primo.

—¿En serio? —Era una cara como de haber visto un ángel, una cara de ilusión absoluta—. Me estás tomando el pelo, ¿no? Y yo le respondí, solemne: —Te lo juro, tío. —Incluso levanté la mano izquierda y coloqué la derecha sobre el pecho para que viera que estaba siendo sincero.

Casi sincero, al menos. —Pues que venga ella misma y me lo diga... En ese momento fruncí el ceño, porque igual a Dani se le estaba subiendo a la cabeza. Una cosa era que Jessica aceptara ir con él a regañadientes y otra muy distinta que se arrodillara a sus pies y dijera que estaba desesperada por ir con él.

Eso era evidente. Y no iba a ocurrir jamás, ni en una simulación. —Tío, no ha sido fácil. —Le pasé un brazo alrededor de los hombros a Dani—. Yo en tu lugar no tiraría más de la cuerda, ¿eh? Que en cualquier momento se rompe. —Entonces ¿tuviste que convencerla? Me siento un peso... —De pronto, todo el entusiasmo de Dani se había ido al garete. Mira que era complicado el cabrón. Hice lo único que podía hacer en aquella situación: le di una colleja. —Deja de lloriquear, hombre. Será tu primera fiesta y, encima, con Jessica. ¡Flipa! Yo que tú procuraría no cagarla cuando llegue el día y caerle bien. Sácale tema de conversación, sé simpático con ella y escúchala... Así os haréis amigos y entrarás en el grupo. Dani dejó escapar un suspiro. Volvía a ser el chico tímido de siempre. —¿Me ayudarás? Asentí con la cabeza. —Claro. Yo estaré allí en todo momento, por si me necesitas. —¿Y tú? —dijo Dani, un poco más tranquilo—. ¿Con quién irás? Hice una pausa dramática. Le guiñé un ojo, para que se preparara para la noticia. —Con Rebecca Shandy. Ya sabes —añadí—: la buenorra de mi clase. A Dani, la verdad, se le abrió tanto la boca que casi le tocaba la barbilla al suelo.

—Tío, ¿te puedo preguntar algo? ¿Cómo lo haces? —¿El qué? —Conseguir siempre estar con las que quieres, con tantas chicas, y que encima todas babeen por ti... Apreté un poco los hombros de mi primo. —Ya te he contado mi técnica más exitosa: ser simpático y cariñoso. Y, a veces, hacerlas rabiar un poco. Eso les encanta, por mucho que lo nieguen. Nos encanta a todos. Y... —agregué al ver que Dani me escuchaba con atención

—. Y, bueno, como parece que no te conformas con esa simple respuesta, y que conste que no quiero ser cruel..., yo no colecciono chapitas y las llevo en la mochila como un turista que se ha recorrido del mundo.

Di unos golpecitos con el dedo a las chapas que, claro, mi primo llevaba enganchadas en la mochila. Dani se rio, aunque me di cuenta de que en el fondo le había molestado. —Me encanta cómo dices que no quieres ser cruel, pero lo eres de todos modos...
—¡Hombre! Al menos, así quedo bien... Volvió a sonar el timbre y me percaté de que el pasillo estaba ya vacío. Íbamos a llegar tarde. Y en mí era normal, pero Dani estaba haciendo muchas cosas nuevas aquella mañana.

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⏰ Última actualización: Dec 22, 2023 ⏰

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