CAPÍTULO 13: ES MUCHO MÁS QUE ESO

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ISABEL.

—¿Qué?

La mirada que me daba Lucas no tenía precio. Junto a él, papá rascaba su barbilla, pensativo, mientras miraba con atención al señor Bruno, el padre de Keitan.

—Sí, eso mismo —respondió Bruno, sonriente—. Quiero que el señor Rivera trabaje en las compañías.

—¿Qué? —repetí yo, nuevamente, como si tuviese algún tipo de retraso mental.

Papá había trabajado mucho después de que mamá muriera. No descansaba mucho y solo se la pasaba pagando cuentas. Que el señor Bruno le ofreciera un trabajo, en el cual no debía esforzarse tanto, era como un alivio para él.

En el fondo, también lo era para Lucas y yo. Así podríamos estar más con papá y no debería trasnocharse, ni pasar todo el tiempo ganando poco dinero.

—Sí, tengo un puesto bueno. Sé que sabe mucho de contabilidad y puede sernos útil. Keitan me dijo que es muy bueno.

Las palabras se atascaron en mi garganta, entendiendo que Keitan tenía que ver en esto.

¿Acaso él fue el de la idea?

—¿Estás seguro? —preguntó papá.

Bruno nos regaló una sonrisa, —Por supuesto que sí. Muy seguro. Tengo total confianza en los Rivera.

Lo dijo con tanta seguridad que mi corazón dio un giro en mi pecho, viendo como Bruno le tendía la mano a papá, quien aceptaba gustoso el trabajo que le ofrecía.

—Mañana a primera hora haré que lo pasen a recoger. Espero verlo en mi oficina, Víctor. Desde ahora seremos socios —espetó Bruno dándonos una radiante sonrisa.

Papá sonrió también, —Por supuesto, Bruno. Hasta mañana.

Y sin más, el papá de Keitan salió de nuestra casa, dejándonos un tanto expectantes, alborotados y con miles de preguntas en nuestras cabezas. Lucas soltó un grito de victoria, emocionado, haciendo que papá lo abrazara, también feliz, y dieran vueltas como tontos en la sala.

¿Por qué los García estaban haciendo esto?
¿Sería un favor para mí padre? ¿Así ya no tendría que desvelarse todas las noches por simples monedas?

Lucas y papá parecieron entender mi mirada, por lo que ambos tomaron mis manos, sacándome del ensueño.

—Tranquila, Isa. Es una buena oportunidad —dijo papá.

Mi hermano arrugó su frente, —¿No confías en Bruno?

Negué, —Sí, confío en Bruno. Solo que...no sé qué decir. Es algo grande, chicos.

Papá me dio un abrazo, mientras besaba mi frente con amor y ternura.

—Entiendo que será algo a lo que debamos acostumbrarnos, pero será un cambio bueno. Ya verás que sí.

Asentí, convencida de que papá debía aceptar ese puesto en las empresas de los García. No tenía idea sobre qué podía ser el puesto que le tenía Bruno, pero me alegraba saber que ahora podríamos pasar más tiempo con él y ya no estaría cansado.

Ese domingo, después de haber estado todo el día en el trabajo y haciendo tareas, cenamos juntos y nos fuimos a dormir. Me bañé y acosté en mi cama, sosteniendo con fuerza mi celular.

La notificación de que me llegó un mensaje hizo que desbloqueara el aparato. Era Keitan, quien preguntaba si podía llamarme.

—¿Hola? —pregunté contestando la llamada.

¿Caer Yo? Jamás ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora