CAPÍTULO 11: PROMESAS VACÍAS

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ISABEL.

—¡¿Qué tú qué?! —exclamó Rebeca con voz chillona.

—Shh, deja de gritar —la callé al ver que varios estudiantes se nos quedaron viendo.

Estábamos en el pasillo, esperando a que ella me acompañase a la biblioteca, acabar una tarea, e irme al trabajo. Mientras tanto, como había salido temprano, le conté lo que sucedió con Keitan, durante el fin de semana anterior.

Había pasado una semana, casi dos porque era viernes, desde el partido de Walton contra Palts. En donde besé a Keitan en la mejilla –aún me seguía asombrado tal acto de valentía de mi parte–, donde aquella niña dijo que yo era su novia y él, como el que podía llegar a ser, no lo negó.

No supe cómo afrontar la situación, porque era mala para esa clase de cosas. Solía evadirlas hasta que ya no doliesen o se solucionaran por arte de magia. Lucas siempre me reprochaba eso y decía que mis problemas no desaparecerían así por así, a menos que yo hiciera algo y tomara cartas en el asunto.

Tristemente, sabía que tenía razón. Y, desgraciadamente, yo no sabía por dónde exactamente tomar las cartas.

—Ay rayos, rayos, Isabel. ¡Besaste a Keitan García! Al chico más codiciado de todo Walton. ¿Te das cuenta de que el experimento funciona?

Mordí mi labio, pensativa, viendo que la verdad la situación era muy poco creíble, y que parecía una locura. Sabía que mi relación con Keitan mejoró –gracias al cielo–, pero, en lo más profundo de mí ser, yo era un manojo de sentimientos que no entendía.

O puede que, si entendía y, obviamente, me hacía la tonta.

¿Por qué le besé la mejilla? ¿Qué rayos se me pasaba por la cabeza?

—¡Le gustas! Es demasiado obvio, Isa. Ha rechazado a un montón de chicas. Chicas que solo tuvieron una noche con él.

Voltee los ojos, un tanto divertida, porque no quería creer los disparates que decía Rebeca. No quería aceptar que tal vez, con unas miles probabilidades de no ser verdad, si podía gustarle a Keitan.

—Y entonces, ¿te gusta? ¿Sientes mariposas? ¡Cuéntame cómo reaccionó! —habló tan rápido que no me dio tiempo para analizar nada.

—Rebeca, cálmate. Solo fue en la mejilla.

—Pero sigue siendo un beso —dijo alzando su dedo—. Ahora, contesta mis preguntas.

—No lo sé, sí, su reacción fue de sorpresa —enumere viendo como una enorme sonrisa aparecía en su cara.

Pegó un grito, tan agudo, que varias chicas la miraron feo. Sonreí en señal de disculpa y la cogí de la mano.

—¡Santo cielo, Isabel! Si le gustas, sí. Esto sólo me deja ver lo loco que lo tienes. ¡No me creo esto! —me abrazó con emoción, apretujando mi cuerpo contra el suyo.

No podía respirar, pero me alegraba verla así de feliz.

—¿Quién tiene loco a quién? —preguntó una melodiosa voz, que conocía muy bien, a mis espaldas.

Me gire, tan rápido que me maree, viendo como Keitan estaba de pie, en medio del pasillo, con varias chicas mirándolo y cuchicheando entre sí. Un atisbo de decepción se alojó en mi pecho, al ver que una de ellas se acercó tomando su mano antes de que él siquiera pudiera acercarse a donde estábamos.

—Hola, Keitan. ¿Irás mañana a mi fiesta? —La voz de la chica me causó arcadas.

Era guapa, no podía negarlo. Tenía el pelo oscuro y una postura de confianza que me recordó tanto a Keila, la "amiga" de Keitan.

¿Caer Yo? Jamás ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora