EPÍLOGO

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Es bastante corto, pero espero que les guste.

🦏🎪

~•~

La brisa es fresca. El sol fuerte y la arena fría. Las olas chocan en la orilla y el murmullo de las personas les hace eco.

Ella está sentada en una toalla, con una sombrilla enorme tapando los rayos del sol. El bloqueador solar en sus mejillas y brazos, piernas blanquecinas y torso. El bañador que traía es tan cómodo que casi lo sentía como un pijama.

Sus dedos se clavaban en la arena y se metía entre sus uñas, pero no le importaba. Estaba disfrutando la vista, la brisa y, sobre todo, la compañía de la persona que más ama.

Esa era la segunda vez que estaba en España. Después de haber ido la primera vez, el año anterior, le había encantado aquel lugar. Ese lugar es su favorito para pasar tiempo con él.

Suspiró, calmada, y agarró sus lentes de sol mientras sorbia el refresco que tenía al costado. Por desgracia, una mano se le adelantó.

—Es mía —dijo ella sin mirar.

Sabía exactamente quién era.

—Creí que la íbamos a compartir —murmuró.

La chica giró su cabeza, dándole una mirada aburrida, y sonriendo con picardía.

—Creí que sí, pero después de que te bebiste tú solo la primera, me arrepentí.

El chico sonrió coqueto, —No me decías eso anoche cuando compartíamos la ducha.

Ella se sonrojó al instante, —Deja de decir esas cosas en la calle.

El chico se acercó más, metiéndose con ella en la toalla y la sombrilla, y dejando un suave beso en el hombro de la chica.

No pudo evitar sentir mariposas en el estómago, un cosquilleo en su piel y ganas de en serio irse al hotel para pasar un rato con su novio.

Él pareció notar su mirada, porque inmediatamente puso su mano en el plano vientre de la chica y mostró sus perfectos dientes.

—¿Quieres? —indagó él.

Tocó sin rodeos los muslos de su chica y la atrajo hacia sí y, a pesar de que nadie los veía, ella ahogó un chillido avergonzado.

—Tomaré eso como un sí.

—Estamos en la playa. Debemos comportarnos —susurró ella.

Él se encogió de hombros, —Podríamos volver al hotel.

Adoraba estar con él. Después de estar saliendo por casi tres años, al pasar, por tanto, cuidándose entre sí y viajando, no creía que pudiera amar tanto a alguien.

—¿Qué te parece?

Ella rodó los ojos, —¿Solo piensas en eso?

—No —contestó él sincero—. Aunque admito que me encanta verte sin ropa, me gusta más solo estar contigo.

Ella se sentía igual. Siempre. Aun así, no pudo evitar sonrojarse ante las palabras de su novio.

—Pienso igual —admitió ella—. ¿Qué diría tu madre si lo supiera?

—Qué ya debo hacerte mi esposa.

—¿No es muy pronto?

—Bueno, apenas llevamos dos años. No sé si quieras soportarme hasta que la muerte nos separe.

Muerte. Cuando yo no quedaba más que vivir, ni nada más que dar.

—Mamá habría pensado igual —dijo ella—. Habría estado encantada de ponerme el vestido de novia y organizar todo con Rita.

El chico sonrió, —Hubiera sido grandioso.

—La extraño.

—Lo sé.

Ya había pasado mucho desde que su madre falleció, pero eso no la impedía sentirse triste y melancólica cada vez que la recordaba.

Dos niños con sus padres pasaron caminando frente a ellos. La chica no pudo evitar anhelar formar una familia como aquella, ya se veían un par de años más tarde visitando nuevamente España.

—También quiero una. Y prometo hacerlos muy feliz —dijo el chico.

Ella sonrió, —Con dos me basta.

—Yo quiero cinco. Así podemos empezar un equipo de fútbol.

Su novia lo miró feo, —Tú no eres el que los va a parir. Dos está bien.

—De acuerdo —rio él—. Te amo, Isabel.

—Yo más, Keitan.

Se quedaron sentados ahí hasta que atardeció, viendo las olas romper y las demás parejas compartir. Los niños jugar y los pájaros pescar.

Y así disfrutarían sus días hasta que ya no quedara más por vivir en esa vida.

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Freaksssss, ahora si se acabó esto. 😭😭😭😭😭😭😭
Lloro brillitos. No puedo creer que por fin ¿Caer Yo? Jamás llegase a su fin.

No creí que me hubiese gustado tanto escribir esta maravillosa historia que surgió de repente.

Extrañare mucho escribir a Keitan e Isabel, pero siempre tendrán un espacio en mi corazón, junto con mis demás personajes.

Así que gracias a:

Isabel por enseñarme que demostrar lo que sientes no te hace débil.

Keitan por hacerme entender que abrirse, a la persona indicada, siempre traerá paz.

Lucas por ser un hermano mayor ejemplar.

Rebeca y Sebastián, que eran unos amigos incondicionales.

Y a ustedes, fenómenos, por amar esta historia y leerla.

Tomen mucha agüita, coman bien, sigan saludables y cuídense.

Les amo.

Besos,
Ari.

¿Caer Yo? Jamás ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora