CAPÍTULO 3: CLUB DE LOS CORAZONES ROTOS

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ISABEL.

Desperté por la alarma, agradecida de que está vez Lucas no me gritó para tener que levantarme de la cama.
Un bostezo salió de mi boca, mientras me quitaba la sabana de encima y veía el sol por la ventana.

—¡Isabel, arriba!

Rodee los ojos. —Y ahí está.

Bajé de mi cama y me metí al baño. Mi cabello estaba revuelto, tenía los ojos irritados y veía un poco de baba en la comisura de mis labios. Lave mi cara con mis jabones, también mis dientes, para así entrar a la ducha.

Pensé en cuanto me esforcé por entrar a Walton, sacando buenas calificaciones para poder estudiar arquitectura. Justo como se lo había propuesto a mamá años atrás. Los recuerdo trajeron la melancolía al casi sentir los abrazos de mamá cuando estaba triste. Incluso, casi imaginé lo que me habría dicho respecto a mi primera impresión de Keitan.

"Es un chico joven, Isa, solo debes entender el porqué de su actitud. Apuesto a que así podrías llevarte bien con él".

Después lo habría pensado a profundidad y me pondría a averiguar la razón. Lo haría, solo si mamá siguiera aquí.

Cuando acabé de bañarme, salí envuelta en mi toalla y me fui hasta mi armario. Tomé una camisa negra sencilla, sin nada escrito en ella, mis Vans altas blancas, y un overol que llegaba hasta la mitad de mis muslos. Sonreí porque esa prenda solía ser de cuando mamá tenía mi edad, lo usaba demasiado.

Me sentía cerca de ella cuando lo usaba.

En mi cuerpo puse todo lo de aseo personal, para ponerme el atuendo que elegí. Me maquille de manera leve, como el día anterior, y me peine haciendo una cola alta en mi cabeza. Tomé un par de calcetines que llegaban hasta mi tobillo y después me puse las zapatillas.

Desconecté mi celular del cargador y lo metí en mi bolso, para así ponerlo en mi hombro y salir de mi habitación.
Abajo Lucas se ponía su mochila en el hombro, mientras abría la puerta.

—¿No hay desayuno hoy? —pregunté confundida.

Él siempre hacía el desayuno antes de irnos.

Negó con una sonrisa. —Iremos al Starbucks que está cerca de Walton. Probaremos tu nuevo carné.

Aplaudí emocionada y tomé a mi hermano del brazo, para así irnos a la parada de buses. En cuanto llegamos, el bus se detuvo frente a nosotros. Lucas subió primero y yo después, pasando la tarjeta por el torniquete.

Camino a la universidad, escuché música con mi hermano mientras hacíamos un mini baile improvisado ganándonos un par de miradas. Reímos casi todo el trayecto, hasta que nos bajamos en la parada de Walton. De ahí, pasamos de largo la entrada y caminamos un poco más para así llegar al Starbucks.

Dentro, había un par de estudiantes, hombres con trajes de oficina y gente que simplemente se iba por las mañanas ahí para tomar un café y luego volver a casa.
Lucas, sin mirar a ningún lado, avanzó hacía la caja, así haciendo que varias chicas de una mesa cercana de la ventana suspiraran.

—Es él, el delantero de los Rhinos —susurró una de ellas, tal vez no sabiendo que ambos la escuchábamos a la perfección.

—Es muy lindo, pero me quedo con el número nueve —dijo otra tomando un sorbo de su café.

La primera que habló asintió de acuerdo, diciendo que ambos sí estaban guapos.

Mire extrañada a mi hermano, viendo como él pedía en la caja dos cafés fríos y dos emparedados.
Escuche como la chica pedía los carnés de ambos. Los enseñamos y ella tocó algo en la caja registradora.

¿Caer Yo? Jamás ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora