CAPÍTULO 20: UNA TARDE CON EL JEFE

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ISABEL.

—¿Crees que puedas hacerlo? –La voz del castaño fue música para mis oídos.

Estaba en la biblioteca de la universidad, releyendo el libro de español para el examen que tenía al día siguiente. A mi lado había un hermoso Keitan jugando con mi lápiz extra, y esperando a que le respondiera lo que llevaba pensando segundos atrás.

—Creí que ese logo te gustaba —repliqué yo.

—Me gustaba, sí, pero quiero cambiarlo. Y tú, mi arquitecta favorita, eres increíble dibujando.

En algo tenía razón, no tomaba la clase de diseño por que si. Convertirme en arquitecta pedía si o si que los dibujos fuesen perfectos, limpios y precisos. Y con el tiempo, yo había conseguido que fuesen limpios.

—Así que pensaste en mi para el nuevo logo de tu empresa –expuse suspirando.

Era lunes, nuestra última semana para entregar deberes pendientes, acabar los exámenes y poder tener vacaciones hasta primavera.

—Sí, pensé en mi increíble y super inteligente novia para mejorar la imagen de la empresa –planteó haciendo un tierno puchero.

Sacudí la cabeza, intentando hacerme la dura, y cerré el libro con fuerza.

—No lo sé, tengo mucho que hacer. Debo estudiar y acabar algunos deberes.

—Yo igual. Debo revisar papeleo, ir a la oficina y ver los nuevos productos que están saliendo. Pero en serio necesito tu ayuda, preciosa.

Mi organismo reaccionó ante el apodo, y maldije internamente porque él fuera tan...él. Con su perfecta sonrisa, belleza inimaginable y encantos irresistibles.

Era imposible negarme a esa petición.

—Es más, puedes incluso usar el salón de diseño de la empresa, para que tengas más herramientas. Y puedes estudiar tu examen en mi oficina. Vamos, dime que sí. Por favor.

Hizo ojitos de perrito regañado y comenzó a besarme toda la cara. Intenté no reírme, pero fue imposible. No con él besándome y susurrando 'por favor' cada dos segundos en mi oído.

—Está bien. Lo haré –repliqué rindiéndome.

—¡Sí! —grito él, saltando de su silla, espantando a varios estudiantes y llevándose una mirada de reproche por parte de June—. Perdón.

—Keitan, en la biblioteca no se grita –susurre cuando se sentó de nuevo.

—Ya, bueno. ¿Quieres empezar hoy mismo? Así tendrás más tiempo lo que resta de la semana.

—¿Por qué tanto apuro para un logo? –pregunté confundida.

—Porque, debo enseñarlo en la siguiente reunión, con mi personal, y ver que en la fábrica se lo pongan a todos los vinos, quesos y demás antes de que sea Navidad.

—Qué complicado suena ser el jefe —suspiré guardando mis cosas.

—Ni que lo digas.

Salimos de la biblioteca, no sin antes disculparnos nuevamente con June, y bajar las escaleras tomados de la mano. Muchas chicas nos miraron, algunas celosas, otras tristes, y Keitan ni lo notó, porque iba sonriendo y haciendo leves figuras extrañas en mi mano.

Analicé su tatuaje con atención, aprovechando que no llevaba puesto su abrigo, y caí en cuenta de que nunca lo había interpretado. Mirándolo mejor, supe que era un ave, pero no supe cual clase, y parecía tener en el pico un corazón destruido. Una cinta pasaba por sus alas, impidiendo que volara, y debajo tenía una palabra, casi diminuta, escrita en un idioma que desconocía. Además, estaba encerrado en una jaula y se le veía triste.

¿Caer Yo? Jamás ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora