II. Mitosis

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II.

Eduardo entró al laboratorio de biología tarde. Es su primer día en el doctorado de Biología y no encuentra aún un proyecto específico en el cual centrarse. Es cierto que su condición le permite tomarse con menor seriedad las cosas, casi estudia por inercia, pero el anteproyecto que entregó parecía prometedor. Quizá sea hora de fingir la muerte de nuevo, y empezar en la preparatoria de otra vez. Pero odia a los adolescentes. A ellos y a su necesidad de atención, su alto volumen de voz, sus miradas incómodas, casi le da un escalofrío. Hoy le toca trabajar con Aya, se sienta a su lado y comienzan a mirar por el microscopio.

Eduardo piensa en las horas que le parecen segundos, en los años que se le escurren a veces como si fueran semanas, y a veces como si nunca avanzara el tiempo. ¿Qué es el tiempo sino un invento humano para embrujar al hombre de a-pie? Se mira reflejado en las mesas de metales grises, plateados, y no siente nada ante su reflejo, ni vergüenza ni satisfacción. Hoy el día es como aire que no corre, de nuevo. El tiempo se está volviendo una tortura otra vez, y ni siquiera puede escapar pensando en su propia muerte, sabe que ese día no le llegará jamás.

Cuando entra en el salón, a Eduardo lo mandan sentar junto a Aya, que está absorta mirando dentro del microscopio, es como si le hubieran dado la vuelta y mirara adentro de sí misma. Es casi imposible hacerla fijarse en otra cosa cuando está frente a un microscopio. Eduardo tiene celos de tener interés en algo, desearía sentir eso de nuevo, pero es imposible, no hay nada nuevo para él después de 117 años caminando sobre la tierra. Finge que traga saliva e infla el abdomen una y otra vez, tratando de imitar la respiración de Aya.

Su investigación sí que es prometedora, a diferencia de la de Eduardo. Aya busca las maneras de generar vínculos simbióticos de cuerpos humanos con cuerpos vegetales. Si no es interesante mínimo es una locura, y la locura siempre es más divertida que un simple estudio de las célula procariontes, sus flagelos y las variaciones que se podrían generar a partir de la aparición del virus KJN-20 que surgió en algún momento de la última década en algún país del desierto que ahora es Europa.

Es increíble cómo permanece el mundo sin cambios en algunos aspectos, el mundo humano se va hundiendo, y estamos aquí en un laboratorio, con metodologías arcaicas del siglo XVIII fingiendo que tienen sentido y que un mundo sin cambios estructurales es normal. Eduardo tiende a perderse en sus propios pensamientos, en ese sentido es parecido a Aya, sólo que sus pensamientos a diferencia de los de ella, no le llevan a ningún lado. Es un quejido tras quejido, sin propuesta, sin sustancia.

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