5.- Coffee shop

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—Sigo esperando mi café —bromeo Elsa terminando algunos documentos en su computadora. Hace dos años que había conocido a su prometida en un club en una noche de sábado y desde entonces salían, pero hace poco menos de un año comenzaron a vivir juntas.

— Sí, sí, sí, sí —la castaña le entrego una taza de té dejándola reposar en la mesita de al lado —. ¿Terminaste? 

— Absolutamente no, pero ya estoy harta. Seguiré mañana —le dio un sorbo a la taza y se quedo extrañada al notar la falta de cafeína —. ¿Se acabo el café? 

—No, pero sé que es tu cuarta taza de café hoy. 

Elsa se quejó, su teoría de que Honeymaren cuidaba el envase de granos para café era completamente cierta. 

— Me ayuda a concentrarme. 

— Te dará taquicardia. No más café hasta que la cafeína salga de tu cuerpo.

La platinada hizo una mueca mientras continuaba con su trabajo.

— Me está costando mantenerme enfocada en el trabajo cuando no tengo energía en las venas.

— Deja de pensar en café y ponte a dormir.

Apagó la computadora y se acostó en la cama, en poco tiempo Honeymaren ya estaba dormida a un lado, pero ella seguía despierta.

— Me cuesta no pensar en café cuando trabajas en una cafetería.

—Hm... Soy tu asistente ahora, de hecho soy tu prometida ahora. El café ya no es mi negocio. Ya duérmete.

— Necesito una taza para dormir.

— Eso no tiene sentido. Toma el té.

Siguió despierta hasta que observo el reloj señalar la una con diez minutos.

Se levanto y se preparó una taza. Antes de darle un sorbo, Honeymaren se la arrebato.

— Por favor, abstente solo veinticuatro horas.

Comenzaba a sentirse ansiosa, casi era una adicción peligrosa.

— Hagamos una pequeña apuesta. No vas a beber café una semana. Si me entero que bebiste, limpiaras el departamento tú sola durante un mes, eso incluye la ropa sucia y los platos.

— ¿Y si yo gano qué?

— Le diré a mi abuela que te de un café  grande gratis diariamente por un mes.

— Suena a una excelente propuesta - estrecharon las manos.

El primer día fue el más difícil, el segundo sustituyo su adicción al café por mentas. El tercer día preferío no asistir al trabajo para no mirar la cafetería de la familia de Honeymaren.

El cuarto día temblaba de solo pisar la cocina y ver el gran contenedor del café en la alacena.

El quinto día su deseo le ganó y corrió a la cafetería frente su edificio.

— Un café extra grande por favor - Ryder, el hermano de Honeymaren estaba en la caja atendiendo. Asintió sin mencionar la apuesta.

— Son trescientos pesos - por un instante sufrió un infarto. El café usualmente costaba setenta pesos.

— ¿Q-quéé?

— Sí, Honeymaren dijo que ustedes apostaron y me pidió que te cobrará el café lo más caro que pudiera. Realmente no le importa ganar o perder, le importa tu salud.

— Mi salud mental depende de recibir mi café - murmuró.

— Son trescientos para ti, lo siento. Solo faltan tres días, resiste un poco más.

Elsa se jalo el cabello y se rasco la mandíbula desesperada. Asintió retirándose.

Regreso al departamento y se tiró en la cama sin dejar de ver películas en el televisor.

Resistió hasta el punto de volverse loca, casi estaba considerando genuinamente comprar el café más caro con el que se ha topado.

Sin embargo se cumplió la semana y sorprendentemente su adicción finalmente comenzaba a disminuir.

— Bien, ganaste. Le diré a mi abuela que te de café gratis un mes.

— No gracias.

— ¿No gracias? Haz estado deseando beber toda la semana.

— Sí, pero ahora que mi sistema se deshizo de toda la cafeína voy a mantenerme así. De ahora en adelante beberé tés de manzanilla.

— Oh, bueno. Me enorgulleces mucho.

Cuando Honeymaren se retiró, Elsa levantó el termo que mantenía cerca de ella. Lo que debería ser té "mágicamente" era café ahora.

Elsamaren • Flufftober. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora