02; A F O R T U N A D O

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"No te vas a arreglar rompiendo a otros".

— Mercedes Romero, Luciérnagas en frascos.

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" ✉ "

↳ No, me lo creo.

↳ Quizá suene cruel, porque sabes que nunca me agradó él.

↳ Pero Horacio, joder. Simplemente cualquiera diría que eres afortunado.

... no lo soy. ↲

↳ Vamos! Te has casado con un viejo millonario, y se ha muerto ¿Por ley eso no te hace el único heredero?

Firmamos un acuerdo. ↲

Además no fue por eso por lo que me casé. ↲

Horacio se encontraba sentado en aquella sofá que había logrado acomodar en el balcón del penthouse, en los días veraniegos se podía disfrutar de la frescura del viento, en invierno tras llevar algunas mantas era un lugar perfecto para hacer un nido y disfrutar del poco frío que hacía en la ciudad, en la primavera encontraba cierto placer de ver la ciudad bajo el manto de la lluvia, quizá era el sonido de la misma que lo arrullaba y le hacía querer acurrucarse. Pocas veces había logrado compartir esos momentos con él, Jack.

Él era una persona ocupada, y mucho mayor que él, que quizá no estaba para disfrutar esos placeres a su lado, pero aquel par de veces donde había cedido ante la insistencia de Horacio, este se había acurrucado contra el mayor y había sido reconfortante tener unos brazos en torno a él y el eco de un corazón en sus oídos. Tener la sensación de estar sostenido, envuelto, protegido.

Pero ahora mientras su celular vibraba y una brisa desordenaba los mechones de aquella peculiar cresta que en esos momentos no estaba peinada y caía a un costado de su rostro, se estremeció por esa repetitiva sensación de soledad que había comenzado a reptar por su cuerpo desde que comprendió que estaba nuevamente solo.

" ✉ "

↳ No quise ofender, me pasé con lo que dije.

Descuida Athenea. ↲

↳ Entonces ¿Este semestre nos veremos otra vez en la universidad?

Un suspiro se escapó de los labios de Horacio, pensar en la universidad era una de las cosas que estaba al final de sus prioridades. Había decidido no matricularse ese periodo, porque no tenía la cabeza para ello, además de que debía llevar el embarazo casi en secreto. Su única amiga, o al menos aquella sabía más cosas de él, no sabía de su estado, y a decir verdad no había tenido el valor de contarle nada. Tenía miedo del rechazo o que ella también cambiase la forma como lo veían todo aquel que conocía de su estado. Con cautela, con curiosidad, con cierto desprecio. Así que estaba a por inventar alguna excusa cuando escuchó su nombre ser llamado tras un estruendo.

Su cuerpo instintivamente se encogió y una mano se aferraba en torno a la manta que lo cubría, en tanto la cubría su vientre, un gesto reflejo que ni siquiera captó hasta que escuchó como la mampara de la terraza fue abierta revelando al visitante.

— Sé que eres el testaferro, pero creo al menos tener el derecho de ser tratado con respeto en mi casa, Volkov.

La voz de Horacio nuevamente tenía aquel tono de voz casi desinteresado, plano y tan ajeno de emoción que no hizo más que cabrear al contrario, que con su altura dominaba al otro que no se había movido de posición en aquella tumbona. Este se negó a elevar la mirada al contrario, la fijó en la ciudad que no tardó en sentir como los cielos se abrían en una lluvia que no tardó en volverse copiosa.

LOST ON YOU | VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora