"Vivimos esperando que aparezca alguien que encienda las luces que otros apagaron."
— Luciérnagas en frascos by Mercedes Romero
Se dice que la belleza está en los ojos de quien la aprecia. Porque aquel concepto es totalmente subjetivo, sujeto a lugares, creencias, incluso épocas, esta tiende a cambiar, e incluso personalizarse a cada individuo. Pero no se puede negar que la belleza siempre tiende a inspirar emociones fuertes, por eso siempre ha sido alabada, cotizada y codiciada. Una herramienta para algunos, una maldición para otros.
Saber cuál era exáctamente para el centro de la mirada de Volkov, aún este no podía afirmarlo, y sobre todo porque incluso habiéndose prometido tomar distancia se encontraba ahí, observando a ese joven en nuevo ambiente, no encorvado, ni usando aquellas prendas tan holgadas que siempre cubrían su figura, sino vistiendo de alguna manera una vestimenta casual, incluso sonriendo, y desplegando aquella belleza que él mismo fue testigo cuando lo vió por primera vez en el hospital.
Horacio, ajeno a la mirada del peligris, se encontraba sentado en una mesa a las afueras de una cafetería. Le gustaba ir a ese lugar porque solía ser tranquilo, ya que estaba un poco alejado del campus universitario, y podía al menos por un momento solo perderse entre sus pensamientos, en tanto escuchaba su playlist con los audífonos, logrando así desconectarse de la realidad. Pero esa mañana quizá porque era el último día de clases, los universitarios habían abarrotado los lugares obligándolos ir más allá, y fue así como terminó encontrándose con dos compañeros de clases, a los que con una sonrisa amable aceptó en su mesa. Se obligó a sí mismo a ser sociable, mostrando un gesto afable, sonriente cuando algo parecía divertido aunque no sentía alegría alguna, intercambiando preguntas de rigor, sus compañeros no sabían de lo que había sucedido con él, ajeno a sus problemas, ellos ya hacían planes para el siguiente semestre, o planeaban qué hacer en las vacaciones, el pensar en estas se sorprendió que algo natural antes era un asunto tan trivial, pero ahora mismo solo mostraba aquella máscara social que estaba obligado a mostrar, porque se encontraba realmente perdido. Pero las apariencias engañan, Horacio era experto en ello, pero que si aquellos que le rodeaban lo miraran más detenidamente podrían haberse dado cuenta que su mirada ahora era vacía, carente de toda emoción, que sus sonrisas al no ser observadas desaparecen en un gesto ausente, que su caminar parecía vacilar, que rehuía el mantener el contacto visual por miedo a que viesen su infierno personal.
— ¿Horacio viajarás esta vez también?
— Es cierto, ¿No fuiste la anterior vez a una playa de España?
— Eh... si, pero esta vez no viajaré.
— Bueno quizá debamos hacer algo, aunque estaré haciendo una pasantía, supongo que solo nos toca volver a encontrarnos cuando inicie el semestre.
— Es terrible, que terminemos las clases, y en vez de disfrutar de las vacaciones debamos ya trabajar, supongo que es lo que toca si queremos tener experiencia y ...
Horacio volvió a desconectarse, tomó con cuidado su té y se llevó a los labios la taza, intentando calmar aquella ansiedad que comenzaba apretarle el pecho, y parecía extenderse por sus extremidades, hablar del futuro terminaba desencadenar ese hormigueo, en especial porque como ellos habían mencionado, de no ser por el accidente, podrían haber sido en estas vacaciones su Luna de miel, pero ahora se enfrentaba a la expectativa de un futuro en el que debía cuidar de una criatura, sin saber exactamente como, porque se sentía incapaz de incluso cuidarse a sí mismo.
Aquella escena era diseccionada por Viktor que por alguna razón no se acercaba al estudiante, ya había pasado un par de semanas desde el último desastroso encuentro, pero ignorarse era un privilegio que ninguno de los dos tenía, por lo que obligados a interactuar por el testamento Volkov comenzó a visitarlo entre días, este solo se limitaba a sentarse en el salón con una laptop, mientras veía a Horacio moverse por el piso, compartieron comidas silenciosas, la incomodidad tardó en desaparecer o simplemente se acostumbraron a la presencia del otro, intrusiva quizá pero silenciosa. En lo único que Volkov era tajante era que insistía en ver que Horacio tomase las vitaminas para el embarazo, y que fuese al consultorio del terapeuta. A veces de las sesiones lo veía salir con los ojos hinchados, pero nunca preguntaba solo se limitaba en llevarlo de regreso al departamento y ya.
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LOST ON YOU | Volkacio
FanfictionUn accidente que cambia la vida de nuestros protagonistas. "Amarse a uno mismo es el principio de una historia de amor eterna". - Oscar Wilde. Horacio es arrastrado al ojo de la tormenta, todos los dedos lo señalan, los rumores aumentan, y él solo...