5; C O T I D I A N O

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"Puesto a odiar, odio todas tus primeras veces sin mí"

— La ataraxia del corazón by Sara Bueno

Existe una cierta afinidad que nace al compartir un momento con otro, es como si las barreras se derrumban mientras otras emociones se entremezclan. Incluso si la experiencia es mala o buena siempre terminamos atando nuestro destino por aquel momento, logrando atrapar el momento con otro en un instante que conecta ambas vidas.

La ansiedad de Horacio necesitaba que todo a su alrededor fuese conocido, por eso su piso era como su cueva, su propia habitación, era su lugar seguro, la cama entre cojines y mantas un nido en donde él podía esconder sus cabeza, donde se abandonaba al sueño con la esperanza de escapar de las voces de su recuerdos, del juicio de las personas, de su propia voz interna. Por eso cuando despertó en un lugar desconocido una alarma recorrió todo su cuerpo, con el movimiento se arrancó la vía que estaba conectada a su brazo, y tiró el pedestal donde colgaba la solución. Ignoró el dolor porque solo sentía el más completo terror, envolvió su cuerpo con sus brazos y se hizo lo más pequeño posible en una esquina. Comenzaba nuevamente a sentir que no podía respirar, que la oscuridad volvía hacerle su presa, parecía estar ahogándose en un mar de miedo. Pero fue cuando una voz parecía estar llamándolo, una que parecía escucharse lejana, y luego un tacto frío que lo hizo estremecer, pero que a la vez fue como dar una bocanada al fin de aire, podía sentir su cuerpo aún siendo sacudido por temblores, pero un cuerpo aún más grande sosteniendolo.

— Horacio, respira, despacio, conmigo, respira conmigo a mi ritmo.

Emerger de aquel estado siempre dejaba a Horacio drenado de toda energía, a veces por eso solía desmayarse, pero no era adecuado si nuevamente este despertaba y se hundía en una crisis nueva, así que Volkov intentó mantenerlo al menos consciente para explicarle lo sucedido. Pero incluso así guardó silencio hasta que Horacio dejó de temblar, cuando al fin los sollozos parecía dejar de sacudirlo, las dedos delgados tomaron un pañuelo para enjugar las lágrimas, y cuando al fin sintió que los músculos que el menor parecía relajarse lo trasladó hasta un sillón ya que la cama estaba hecho un desastre y se observaba algunas gotas rojizas.

— Horacio, estás a salvo, esta es mi casa, este es mi cuarto.

Aquel que aún mantenía el rostro escondido en el torso contrario apenas movió la cabeza, quizá asintiendo, o solo dando respiraciones más profundas.

— Vas a quedarte por un tiempo, es un lugar seguro, aquí nadie te podrá alcanzar, tienes mi palabra. Confía en mí.

No se escuchó ninguna palabra por parte del convaleciente, es más solo se aferró más al de ascendencia rusa, y este no lo dejó hasta que se durmió, solo en ese momento, lo trasladó a la cama, ya con nuevas sábanas, además que permitió al médico volviese a colocar la vía.

Viktor pudo haber regresado en ese momento al despacho, aún había mucho que solucionar con la identidad de Horacio revelada, pero prefirió trasladar el portátil a la habitación y trabajar ahí, a veces sentía que el contrario despertaba, lo sentía sobresaltarse, y luego aquella mirada bicolor buscarlo, y solo cuando lo hallaba sentado volvía a cerrar los ojos.

Para el ruso era una nueva sensación que alguien dependiera tanto de él. No había pasado desde... y era ahí cuando cuidadosamente salía de la habitación a beber una copa de Vodka, aprovechar en hacer una llamadas referidas al trabajo, y aunque su instinto le decía que debía alejarse, volvía siempre a aquella habitación.

Pasaron 2 días desde el incidente, y para que Horacio envuelto en una cobija saliese de la habitación, su rostro parecía más anguloso, debido al peso que había perdido ya que apenas había comido, pero Viktor había sido firme en que debía volver hacerlo, su salud sólo podía recuperarse si se alimentaba bien, y dejara aquel ciclo de querer dormir en todo momento.

LOST ON YOU | VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora