"Eso es lo que recuerdo de ti.
CALOR.
Y todo lo demás han sido inviernos"
— Magoa by Andrea Valbuena
Existe cierto instinto el depredador en hallar su presa, la naturaleza por tanto ha dado pequeñas ayudas al de menos ventaja, como el camuflaje, un cuerpo esbelto y más delgado y aquella sensación de detectar el peligro que lo hace correr incluso cuando a penas puede ser un ruido cualquiera, aún así si este se encuentra dentro del radar del depredador, existe una alta probabilidad de que las fauces se ciernen sobre este atrapandolo contra el duro suelo, mientras siente que la vida se les arrebatada con un agarre certero por el cuello. Es instinto en los animales.
Horacio creía que también lo eran entre los niños del orfanato, porque entonces no entendía porque sentía su vista algo borrosa mientras su cabeza estaba contra la arena del patio de juegos, y así como aquellas feroces felinos, las manos de su atacante estaban alrededor de su cuello, cada vez era más difícil de respirar, la diversión para ellos era aún más cuando este comenzó a retorcerse por querer respirar, pero solo se detuvieron ante el grito de la cuidadora. Los niños se detuvieron porque sabían que era mejor estarse quietos, Horacio aprovechó para ponerse de rodillas y toser, en tanto su garganta ardía mientras daba bocanadas de aire, cuando ella llegó golpeó a su agresores, logrando así avivar aún más la rabia que tenían contra él, pero el golpe no fue solo para ellos, porque la mujer al creerse justa también lo golpeó, en la cabeza. él no prestó atención a los regaños, porque ya llevaba mucho esfuerzo siquiera para restablecer su vista normal. Los niños lo dejarían por ese día, la paliza había sido dada.
El orfanato era su propia jungla, donde lamentablemente él había sido calificado como una presa, delgado, más pequeño que el resto, y sobre todo raro con esos ojos raros, era el fenómeno del lugar, su personalidad más sensible, no hizo más que colocar una diana en él. Pero a diferencia de los animales de la sabana que tenían al menos algunas probabilidades para huir, él no poseía fuerza, ni podía camuflarse, porque siempre había ojos viéndolo, después de todo el saco donde todos podían liberar sus frustraciones.
Fue ahí donde la tristeza comenzó a marcarlo, hace tiempo que había aceptado que no tenía padres, y no era tan iluso como creer que un día sus padres regresarían por él, simplemente era porque ni él mismo sabía quién era. Cuando lo encontraron él no recordaba nada, y lo peor es que al menos pasó un mes antes que siquiera fuera capaz de pronunciar una palabra, según decían por un trauma que había vivido, claro que eso fue la ventaja de ser el objetivo de las golpizas, él ni siquiera podía acusar a sus abusadores, pero ni cuando al fin pudo gritar un fuerte "PARA", se detuvieron. Y tampoco podía soñar con que una familia lo adoptaran , porque siempre tenía las marcas de sus abusos, un labio partido, un ojo morado, marcas en los cuellos o brazos, así que cuando venían posibles interesados a ver a los niños, a él siempre lo escondían en el desván, lo cual lo podaron "El monstruo de los ojos raros del desván".
Su niñez fue miserable, para cuando llegó a la adolescencia supo que debía huir cuando el nuevo encargado del lugar comenzó a verlo de cierta manera que dispararon nuevas alarmas, aquellas que sintió que eran más peligrosas que ser golpeado y sufrir fiebre por días, así que escapó.
El infierno solo cambió de escenario, no fue fácil, es más casi pudo haber muerto acuchillado por un drogadicto de no ser por él, Gustabo.
Y el rubio incluso cuando era más bajo que él, porque Horacio había pegado un estirón, logrando que sus movimientos sean torpes porque no se acostumbraba aún su tamaño, miró asombrado al rubio. Aquellos azules, mostraban aquella determinación que a veces él mismo deseaba ver en sus propios ojos. Al inicio Gustabo lo quiso ignorar porque buscaba en sí al drogadicto porque días antes se había atrevido a robarle, y como dijo él, solo estaba recuperando lo perdido.
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LOST ON YOU | Volkacio
Fiksi PenggemarUn accidente que cambia la vida de nuestros protagonistas. "Amarse a uno mismo es el principio de una historia de amor eterna". - Oscar Wilde. Horacio es arrastrado al ojo de la tormenta, todos los dedos lo señalan, los rumores aumentan, y él solo...