Forever & Always ~ Oikage

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Ser el rey de los demonios era un trabajo difícil para Oikawa.
Desde pequeño fué educado para ser mejor que sus antecesores, y el castaño no se quejó con esa decisión, él quería demostrar que era el más merecedor del puesto entre todos los demonios y gobernar el inframundo.

Oikawa aprendió todo lo necesario, desde como controlar sus poderes hasta las reglas más importantes que todo demonio debe obedecer, si es que no desea terminar perdido en la locura como su padre.

El anterior rey de los demonios fué un gran gobernante, mantenía todos a raya y tenía un tratado con el mundo de los humanos controlando las desgracias y pactos que se hacían a lo largo del mundo, pero cometió un error que lo marcó de por vida.

Se enamoró de una humana.

Si un demonio se enamora de un humano están destinados a una tragedia continua que nunca terminaría, ya que los demonios, a diferencia de los humanos, son en su mayoría inmortales a menos que ellos pidan ser ejecutados o rompan una regla crucial.

Prohibir a un demonio enamorarse de un humano no era una regla exactamente ya que ocurría en contadas veces, pero en su mayoría los demonios olvidaban a esa persona o sólo los utilizaban por deseos carnales, pero si llegaba a ser el caso de que terminarán perdidamente cautivados por un mortal, cuando esté moría debían buscar a la nueva persona en que reencarnó su alma por todo el globo terráqueo.

Así fué como el padre de Oikawa después de enamorarse con una humana cuando el era pequeño terminó en una desgracia. El pequeño vió a su padre decaer paulatinamente en la locura buscando de nuevo a esa mujer que tanto lo cautivó, pero fracasó numerosas veces en su búsqueda, la desesperación lo hizo convertirse en un rey desinteresado por el bien de todos, casi cometiendo un apocalipsis en su última semana vivo al no saber más sobre la dueña de su corazón, por lo cual pidió a la corte matarlo y terminar con su sufrimiento.

Ahora Oikawa llevaba años gobernando el mundo de los demonios y siempre que tenía que subir con los mortales los miraba con asco y resentimiento al recordar lo que le pasó a su padre, por más que tuviera que convivir con ellos siempre trataba de evitarlo y evadirlos a toda costa, al punto de odiarlos con toda su alma y casi romper todas las reglas establecidas y acabar con la humanidad.
Sus compañeros y la corte siempre lo cuestionaban y le decían que no debía tener tanto resentimiento con los mortales por los errores de su padre, pero le era imposible no ver en ellos el rostro de aquella mujer que condenó a su padre de por vida, creyó que en toda la eternidad se la pasaría aborreciendo a la raza humana hasta el final de los tiempos.

Hasta que llegó él.

Un día mientras veía por su bola de cristal, Oikawa notó algo peculiar.
Había un joven de pelo negro y largo, con ojos azules destellantes que hacían juego con el lago que se situado frente a él.
Por su vestimenta diría que formaba parte de la realeza, con sus mallas blancas y su túnica blanca que estaba decorada con detalles negros y dorados.
El joven estaba sentando a la orilla del lago, admirando el paisaje mientras dejaba que el viento chocará con su rostro haciendo bailar algunos mechones sueltos de su cara.

Oikawa por alguna extraña razón se encontraba encantado con dicha escena, memorizado cada detalle que se encontraba en ella, pero especialmente la ubicación del lugar, sin entender esa misma noche el por qué.

Desde ese día el demonio se tomó la molestia de ir a revisar la bola de cristal y buscar aquel chico con ansias, queriendo deleitar su día con esa vista que le brindó ese día, pero para su mala suerte no lo encontraba.

Habían pasado semanas después de aquel dichoso momento, podría decirse que una parte suya se quería rendir y abandonar su inexplicable obsesión por el chico, pero una noche el demonio decidió ir a la ubicación y esperar al joven ahí, o aproximarse a los alrededores y ver si lo encontraba.

Kageyama's Harem (One Shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora