DIEZ

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El CORAZÓN MANDA

...

Si el día anterior había sido un idílico sueño, el día de hoy había empezado un desastre total. Alexa, tan venenosa como siempre, había ido a primera hora de la mañana a la oficina de la directora para contarle que la cuatro ojos de Bel Wilson y Christopher Sanders se habían fugado de clases. No tuvo problemas para que le creyeran, porque el conserje de la escuela pronto aseguró haber visto el deportivo de Sanders entrar en la mañana y salir al poco rato. No había duda, pues. Se habían fugado.

Bel fue citada a la oficina de la directora al poco rato de iniciada las clases. A Nadie le sorprendió el asunto. Bel había sido convocada en varias oportunidades a raíz de sus altísimas calificaciones y los premios recibidos en los campeonatos de matemática y física. Por esa razón, ninguno de sus compañeros levantó la cabeza mientras Bel se encaminaba hacia la puerta. Ni siquiera el maestro mostró signos de turbación. Bel era probablemente la única preocupada. ¿Qué tal si su madre ya sabía que se había convertido en una rebelde cualquiera? ¿Y qué diría su padre?

La directora la llamó tras unos largos diez minutos. Bel tocó la puerta con una mano temblorosa y solo se atrevió a entrar cuando recibió un "Adelante". Entonces, empujó la puerta hacia adentro y asomó la cabeza con timidez. Esperó recibir una gélida mirada por parte de la directora, pero la situación no fue tan terrible. La mujer estaba seria, sí, pero no parecía querer condenarla a muerte. Un error lo cometía cualquiera, ¿no?

— Buenos días, directora — saludó ella.

— Buenos días, Bel — dijo — Toma asiento, por favor.

Bel fue hasta uno de los butacones libres y tomó asiento. La directora la observó un momento en silencio antes de admitir que estaba un poco sorprendida con la noticia de su "fuga".

— Sin embargo, lo que más me sorprende — añadió — Es que te hayas fugado con Christopher Sanders. Es una cosa extrañísima. No sabía que ustedes eran, digamos, amigos.

— Señorita... — iba a responder Bel, pero la directora la interrumpió antes de que pudiera hablar.

— No digas nada aun — señaló.

Enseguida el interfono emitió un sonido y ella presionó el botón rojo para abrir la comunicación.

— Directora — dijo la voz de la secretaria a través de interfono — El señor Sanders está aquí.

— Dile que pase — pidió la directora y cortó la comunicación.

Bel se sintió aún más nerviosa. Hizo tronar los dedos justo en el momento en que Chris abría la puerta de la oficina e ingresaba llenándolo todo con su aura imponente y su embriagante aroma. Usaba un perfume muy rico, pero también había algo que era solo propio de él.

— Buenos días directora — saludó él, con educación.

Ella respondió el saludo con cortesía. Bel lo observó de reojo mientras iba hasta el butacón de al lado y se sentaba. Él le regaló un gesto de cabeza a modo de saludo cuando la miró.

Como los dos individuos en cuestión estaban presentes, la directora decidió dar inicio a su discursillo sobre las responsabilidades y las normas de la escuela. Tras una larga cantaleta que tenía a ambos aburridos, ella quiso saber de quién había sido la idea de eludir las normas de la escuela de forma tan flagrante. A pesar de que la pregunta iba dirigida a ambos, los ojos de la mujer estaban posados sobre Christopher Sanders, seguramente porque para ella resultaba imposible que la nerd pudiera haber planeado la fuga.

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