capítulo 1O

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Sábado por la mañana.

Enrollado en las cobijas y oculto debajo de las almohadas, creía que si se escondía bajo las sábanas no tendría que ver nunca más el mundo exterior, mucho menos un mundo donde Park JiMin aún existía. A pesar de ser demasiado ególatra y odioso, YoonGi no lo odiaba. Pero deseaba nunca haber aceptado la invitación de Hoseok, ¿En primer lugar por qué lo hizo? No, el problema no había sido aceptar la invitación, sino tomar como si no hubiera un mañana. ¡Eso sí que no se lo iba a perdonar!

—Jaja, no debí hacer eso —cubre su rostro con sus dos manos, con la lluvia de recuerdos de lo que pasó la noche anterior.

¿Con qué cara miraría a JiMin después de haberle dicho todo lo que le dijo?

—¿Y si finjo mi muerte, Yebin? —su gatita que se encontraba durmiendo con él en su cama soltó un maullido, como si no entendiera la frustración de su dueño—. Podría decir que... ¡Ya sé! ¡Me atropelló un camión! Un enorme camión repleto de vacas y uh... —se quedó pensativo— morí cuando una cayó encima de mí.

«¿Es en serio YoonGi ? ¿Por qué un camión? ¿Y por qué de vacas?» se recriminó a sí mismo, dándose cuenta de lo estúpido que era.

Yebin era una gatita muy astuta, pero eso no evitó que le diera un ronroneo implícitamente diciéndole lo patético que se oía. No hay de qué ofenderse, después de todo los gatos eran así.

—No me mires así, ya sé que es una pésima idea —gruñó frustrado. Aún recordaba la mayoría de estupideces que hizo, aunque curiosamente no recordaba nada después de que JiMin lo sacara del bar. Su memoria estaba muy borrosa, era como si pudiera recordar todas las cosas vergonzosas que tuvo que haber dicho pero a su vez no supiera exactamente las palabras.

Sabía que él mismo se había humillado. La culpa no era de JiMin por ser todo un hombre alfa, guapo e imponente, con ese cuerpo de dios griego que le hacía florecer sentimientos no reconocidos en su interior. Era suya, por autoproclamarse heterosexual y más tarde hacer el ridículo besándose con un hombre.

Porque sí, aunque la mayoría de recuerdos estaban borrados del lapso del auto a su casa, recordaba como JiMin lo besó. Un delicioso beso que lo hizo sacudirse y darle gracias a Dios por poner ese hombre en su camino. Con solo recordarlo, su vientre revoloteaba, y su respiración se agitaba.

YoonGi tenía un gran problema reconociendo lo que sentía. Pero por el momento, admitía que ese maldito beso lo dejó caliente y con ganas de más. Había sido húmedo, sonoro, sus lenguas batallando para tomar el control y adiestrar a la otra. Por supuesto el pelinegro nunca se rindió, pero al final fue sometido cuando JiMin chupó de sus labios y lamió su lengua, dejándole en claro quién mandaba.

—Maldito JiMin, lo odio. Es tan... arrogante, odioso, guapo, dios griego... deseable... ¡Ahh! Ya basta. ¿Qué crees que estás diciendo? —se reprendió a sí mismo, sintiéndose avergonzado.

Después de esa noche era obvio que heterosexual no lo era mucho, tuvo que poner su orgullo al suelo para admitir que quizá, solo un poquito, lo mínimo, se sentía atraído por JiMin, y eso no lo hacía tan hetero como él lo creía.

—¿Qué debería hacer para no verlo nunca más, Yebin? ¿Y si invento que me enfermé y saco algunos días libres? ¿Y si me mudo de ciudad, de provincia, de país, de continente? Mejor aún, de planeta después de todo lo que hice —suspiró abochornado.

Aunque exageraba con lo del planeta y lo demás, la idea de faltar no era tan descabellada, de hecho era una opción bastante cercana a lo que sus límites le permitían. Pero no, no era buena idea. En primer lugar porque no se estaba deshaciendo por completo de JiMin, y algún día tarde o temprano tendría que verlo nuevamente, y segundo, gracias a su situación no podía darse el lujo de faltar días al trabajo.

who are you in the dark? ✦ jimsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora