Cuatro

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-N

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-N. O.-

Vegetta se mantenía escondido debajo de las sábanas, la lluvia que hace rato había comenzado tranquila, ahora se había intensificado, los truenos se escuchaban bastante fuerte y era el sonido que hacían lo que le obligaba a mantenerse acurrucado sin querer si quiera abrir los ojos.

No es que tuviera los miedos de un niño en sí, sentía que era algo infantil temerle a los truenos, pero no podía evitarlo, el fuerte sonido que hacían le traían recuerdos de Oasis, recuerdos que sinceramente quería olvidar.

Pese a no querer estar solo, tampoco quería molestar a Luzu, el chico probablemente estaba dormido y no quería causarle más problemas ni despertarlo, por lo que trató de mantener la calma, tenía que aguantar la noche.

Eran aproximadamente las tres de la mañana, la lluvia aún seguía y el pelinegro no había dormido ni un poco.
Soltó un ligero grito al escuchar el estruendo de la tormenta que había fuera, trató de no hacer demasiado ruido, realmente no quería ser una molestia para el castaño que estaba siendo tan amable con él.

Soltó un ligero grito al escuchar el estruendo de la tormenta que había fuera, trató de no hacer demasiado ruido, realmente no quería ser una molestia para el castaño que estaba siendo tan amable con él

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Luzu despertó por el ruido de los truenos, había sonado bastante fuerte, acompañado a un pequeño grito que si bien no había sido demasiado fuerte él logró escuchar.

Abrió los ojos algo confundido aún, acostumbró su vista a la tenue luz que había en la habitación proveniente de fuera y en el silencio del lugar logró escuchar unos pequeños sollozos.
Algo preocupado se levantó con prisa de la cama y se dirigió a donde estaba su invitado.

Tocó la puerta de la habitación y los murmullos cesaron.

Luzu.- Voy a entrar, Veg.- Dice, para después abrir la puerta, dirigiendo su vista hacia el bulto que había en la cama, debajo de la sábana.- ¿Está todo bien? ¿Pasó algo?- Pregunta, mientras se acerca al chico y quita despacio la sábana de su rostro.

La imagen ante él logró que sintiera un pequeño golpe en el corazón.
El híbrido le miraba con unos ojos de cachorro asustado, estos brillaban por las lágrimas que probablemente trataba de evitar dejar salir, mientras sus orejas se mantenían bajas, y sus manos se aferraba a la sábana.

Innocent Hybrid // RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora