SANGRE DE DRAGÓN | Hiccup Haddock

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Haakon

Horas después, Eyra despertó con el cuello torcido y un dolor punzante en la parte posterior de la cabeza. Soltó un quejido y trato de llevarse las manos para sobarse, pero al intentarlo, algo retuvo sus muñecas. Abrió los ojos, escandalizada, y se percató que traía puestos unos grilletes. Miró a su alrededor y se sorprendió al percatarse que estaba en una celda, de inmediato, la sorpresa se transforma en miedo y no puede evitar sentirse como una criminal.

Respira varias veces para tranquilizarse y cuando lo logra, se pone en pie con mucha dificultad. Inspecciona el resto del lugar y nota que se encuentra en un barco, ya que, puede sentir la leve inclinación del piso conforme atraviesan el océano, y el olor del agua salada podía filtrarse por la única y angosta ventana de la celda.

Se acercó a lo más que pudo a los barrotes y noto que no era la única celda del lugar, estaba rodeada de ellas, pero no podía ver más. Cerró los ojos y usó sus otros sentidos. Enfoco el oído y alcanzo a escuchar ligeros ronquidos de la habitación contigua a la suya. Eyra supuso que era el carcelero, por lo que lo ignoró, segundos después, captó nuevas voces, aunque estás no eran más que murmullos lejanos e imperceptibles. Respiró profundo y comenzó a diferenciar los olores. Entonces recordó lo que había pasado antes de perder la consciencia. Se sobresaltó y trato de soltarse. Jaló las cadenas, esperando que estuvieran lo suficientemente oxidadas como para romperse, pero no sirvió de nada, las cadenas permanecieron intactas.

-¡Guardia! -comenzó a gritar, tratando de llamar la atención -. ¡Guardia!

Necesitaba salir de ahí y encontrar a Zeus y a Thor.

-Eres muy ruidosa -le gruño la voz de un hombre cinco minutos después -. ¿Qué quieres? -la puerta se abrió de golpe y el dueño entro. Al verlo, Eyra retrocedió y trato de ocultar el miedo que le provocó su grotesca apariencia, aunque al final, terminó haciendo una mueca.

-Quiero hablar con tu jefe -le dijo con voz clara, cuando logro controlar sus facciones.

-¿Y quién eres tú para exigir algo así? -le preguntó con evidente burla -. No eres más que una niña estúpida que se metió con las personas equivocadas.

La irá creció en el interior de Eyra.

-¿De verdad? -preguntó -. Porque hasta donde se ve, estas personas me necesitan, de lo contrario, me habrían dejado en aquella isla -dio un paso al frente y encaró al guardia -. Tú por otro lado, no eres más que una pieza intercambiable -el hombre apretó los dientes -. Si murieras hoy, nadie te lloraría, simplemente te tirarían al mar y buscarían un remplazo para tu puesto. Y ya está, problema resuelto.

Los ojos del guardia relampaguearon en furia, pero Eyra no se arrepintió, estaba harta que la gente la subestimara. El hombre, se llevó la mano a la cintura y desenvaino una daga con la clara intención de cortar su lengua. Eyra se asustó, pero no retrocedió, esas personas la necesitaban con vida, no podía lastimarla... No aún. Entonces otra persona hizo acto de presencia.

-Haakon la quiere viva e intacta -avisó el recién llegado, sujetando firmemente la muñeca del guardia. El hombre tembló, y rápidamente guardo su arma.

Eyra agradeció internamente y miro al nuevo. Era igual de alto que los otros hombres, pero más delgado y con menor musculatura, de cabello negro y unos ojos grises que le causaron escalofríos. De inmediato, asumió que no era un guerrero de tierra, por su aspecto, debía especializarse en ataques a larga distancia.

-Libérala -le ordenó, retrocediendo un par de pasos para darle acceso.

El guardia asintió varias veces antes tomar el manojo de llaves que colgaba de su cintura, al lado contrario de la funda de su daga. Se agachó y seleccionó una llave, la deslizó en la abertura y la puerta de la celda se elevó. Entro en la jaula y se acercó para liberar sus muñecas, en el proceso, Eyra contuvo la respiración.