Capítulo 2:La anticuaria

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Cruce el umbral, un escalofrío recorrió mi espalda era mucho más grande de lo que se podría imaginar, habían repisas llenas de libros, alacenas y vitrinas con los artículos más curiosos, todo perfectamente ordenado a excepción de un montón de cajas arrumbadas. Sentía mi corazón latir con prisa, pero ignoré el sentimiento y me adentré a lo desconocido; cada objeto parecía tener una historia y parecía que me llamaban a que los tomara. Me acerqué a un estante, donde un libro de lomo rojo llamo mi atención.

-Podría pasarme la vida aquí y no terminaría de ver todo-pensé

-Eso es algún muy curioso y difícil de encontrar en los jóvenes de ahora; sabes el tiempo es algo que usamos más para ordenar nuestras actividades y nuestra vida, pero aun así no buscamos la verdad de las cosas que creemos que no nos involucran directamente -dijo una voz de mujer.

-Oh-reí nerviosamente.

¿Me había leído la mente a caso?; no imposible eso no ocurría en la vida real; lo debo haber dicho en voz alta o¿No?, estaba casi segura que no, sacudí la cabeza en un intento de ignorar lo ocurrido; me sentí incómoda; además ¿Qué se supone que uno responde a eso?; no debería haber entrado aquí en primer lugar.

-Parece que buscas respuestas; según mi experiencia los libros siempre son una buena opción, excepto si conoces a un oráculo, aunque no es muy recomendable a veces son muy ambiguos.

Había dicho ¿Oráculo?, ¿Cómo el Oráculo de Delfos?, ¿No es eso un mito?. Mi mente imperactiva empezó a pensar todo lo extraño de esta situación, definitivamente las decisiones impulsivas no eran lo mío. Finalmente respondí.

-Exactamente, los libros pueden darnos respuestas a muchas de nuestras interrogantes, incluso nos ayudan a entendernos a nosotros mismos-dije mientras buscaba el origen de la voz

-¡En hora buena una chica con pasión!-dijo en un tono alegre la voz.

En eso una mujer pequeña apareció, casi por arte de magia de detrás de un montón de cajas, lleva unas gafas redondas que resaltan sus ojos, tenía una mirada triste como si hubiera visto demasiado del mundo para una vida y cargaba un montón de libros.

-Déjeme ayudarle-dije cogiendo los libros de sus manos.

-Muchas gracias cariño.

-¿Dónde los dejo?.

-En el mueble blanco más tarde los organizaré.

Cargue los libros hacia el librero, tenían un peso anormal y podría jurar que desprendían un ligero brillo y se sentían ¿Vivos?, seguramente mi cerebro cansado estaba viendo cosas que no eran, un escalofrío corrió por mi espalda.

-¿Desde cuándo trabaja aquí? Nunca había visto esta tienda y pasó por esta calle todos los días.

-Desde hace un par de días...- murmuró algo inteligible, que sonaba como el tiempo es subjetivo y algo de eones - De hecho hoy abrimos.

-Woah, que fantástico creo que pasaré por aquí seguido.-dije asombrada

¿Por qué dije eso?, las palabras se habían escapado de mi boca ante de pensarlas.

-Eso fantástico mi niña, me vendría bien algo de compañía, por cierto ¿Cuál es tu nombre?

-Soy Elizabeth todos me dicen Lizz- dije esbozando una sonrisa y tendiéndole la mano.

-Mi niña que hermoso nombre, soy Orzia un placer conocerte.

El toque de la mano de la mujer me transmitió ¿Paz?, se sintió como si la conociera de toda la vida, pero era imposible, nunca había visto a esta mujer. La mujer parecía amable y se sentía de cierto modo maternal. Extraño.

Una parte de mí decía que algo ocurría que no lograba entender y la otra me decía que era una locura y que debería salir corriendo de aquí lo más pronto posible. Pero mi parte racional me había abandonado y mi parte impulsiva tomo el mando otra vez.

Habíamos conversado lo que habían parecido horas, Orzia había viajado prácticamente por todo el mundo coleccionando los artilugios más extraños, seguramente cualquier objeto que quisiera estaba ahí entre los estantes desde retratos de personas desconocidos, hasta primeras ediciones y artículos de coleccionista de muchas obras, incluso había visto una pequeño diente de León en una urna de cristal ;la mujer además tenía un conocimiento muy detallado de todo lo que había ahí desde donde había sido encontrado y cuantos traslados tuvo que pasar hasta llegar a sus manos tan exacto era que podrías pensar que había estado ahí para verlo.

-Señora Orzia mañana vendré a verle y le ayudaré a terminar de desempacar este lugar.

-Gracias Lizz ve con cuidado-hizo una pausa-Y Lizz, a veces cuando una puerta se cierra, otras se están abriendo, solo es cuestión de tiempo -suspiró-y a veces esas puertas no siempre vienen como las que esperamos, pero son las que necesitamos.

Le sonreí y abrí la puerta, un sentimiento de nostalgia me recorrió cuando salí del pórtico, como si un hechizo se rompiera. Suspiré había sido un día largo.

Retome mi camino a casa, mire la hora 18:15,¿Cómo era posible que solo hubieran pasado 15 minutos?, era como si el tiempo se hubiera detenido o por lo menos ralentizado, imposible; frunci el ceño había estado horas en la tienda, tuvimos conversaciones largas e incluso habíamos tomamos el té, negué con la cabeza mi cerebro ansioso ya estaba haciendo conclusiones apresuradas sin sentido de seguro mi reloj había dejado de funcionar; si seguro era eso.

El chico de mis sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora