Capítulo 12.- Hasta la Atlántida...

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Capítulo 12.- Hasta la Atlántida...

Los gestos de Jahi mostraban claramente la convicción de que era un amante voraz, pero la petición le hizo entender que también sabía lo que hacía. Si se precipitaba podría lastimarse y la velada terminaría.

Tyago asintió en respuesta y le besó el cuello con avidez entre suspiros y jadeos, acariciando la espalda y caderas de su amante que continuaba la penetración a su ritmo. Tyago podía sentir la fricción ante el avance de su miembro en el interior de Jahi y eso lo estaba volviendo loco. Entonces cayó en cuenta que estaba percibiendo las sensaciones mucho mejor que en otras ocasiones en que usaba algún preservativo.

El coño de Jahi recibía gustoso la hombría de su amante, la cual pronto topó con su útero y eso le arrancó un pequeño grito en señal de deleite. Tyago bajó la mirada para contemplar el espectáculo de tener su miembro completamente dentro del fértil y eso lo regocijó. Miró a Jahi, que lucía magnífico con esa sonrisa de complacencia ante el logro. La mano de Tyago derrapó por el pecho del fértil, bajando hasta llegar al falo endurecido nuevamente y comenzó a masturbarlo con lentitud. La esperada respuesta no se hizo esperar, en medio de un profundo suspiro la vulva apretujó su hombría con afán y la sensación fue sumamente placentera para Tyago, tal cómo se lo había imaginado momentos atrás, cuando eran sus dedos los que invadían al fértil.

Al mismo tiempo Jahi empezó a menear despacio sus caderas, ocasionando que la fricción en su interior fuera más fuerte gracias a los pequeños espasmos que Tyago le causaba con la paja que le estaba haciendo. Arrimó sus labios, de los que no dejaban de salir largos suspiros, a los de Tyago y un beso lujurioso fue la contestación. Permanecieron así, conectados en medio de un beso apasionado e impúdico, en el que sólo había necesidad de sentir y otorgarse placer mutuamente.

Jahi deseaba continuar, pero sabía que debía hacerlo con calma al inicio en especial con alguien del calibre del cordobés. Se dedicó a disfrutar largo rato del contacto piel con piel, de las inquietas manos de aquél hombre que se concentraban en agasajarlo, lo que le daba a entender que era un amante preocupado y eso le interesó bastante para, quizás, repetirlo en el futuro aunque dependería de cómo resultara todo al final de ese encuentro.

—Hora de sumergirse... —jadeó entre besos, moviéndose con un ritmo más marcado.

Esa era la señal que Tyago esperaba para tomarlo de las caderas, elevarlo y dejarlo caer en su miembro, que se abría paso imperiosamente, ayudando a Jahi quién iniciaba la montura con singular alegría. —Hasta la Atlántida, Jahi... —Sonrió, impulsando sus propias caderas para adentrarse un poco más.

El vaivén fue adquiriendo más fuerza y rapidez, respaldada por los animados grititos llenos de gusto de Jahi al sentir el choque contra su útero. Tyago podía apreciar la agitación en las entrañas del fértil encima suyo. Cada vez se sentía más ceñido debido al agarre de la vagina de su amante, elocuente con la vorágine que habían desencadenado. La piel de Tyago se erizaba al escuchar los gritos de Jahi y él mismo no acallaba sus propios jadeos. Rodeó a Jahi por la cintura y se levantó cargándolo, sin dejar de penetrarlo para ponerlo boca arriba en el escritorio y quedar él encima suyo. Jahi era todo risas y suspiros ante la maniobra, afianzando sus piernas a la cintura de su amante.

Tyago sacó casi todo su miembro para embestir fieramente a Jahi, con desesperación, una que le estaba quemando desde el beso inicial en la exposición de Alonso. Estaba decidido a deleitarse con los gritos del muchachito lisonjero bajo él y de las reacciones de su cuerpo que lo estaban enloqueciendo en cada embate, pues lo aprisionaban cómo si no quisiera que saliera nunca más de su interior.

A Jahi le gustaba prestar atención a todo lo que acontecía en sus acostones, ponía todos sus sentidos en ello, pero en especial le encendía ver a sus amantes disfrutar. Tyago le regalaba una vista bastante erótica estando encima suyo. El vaivén de su cabello ondulado, que creaba una especie de velo alrededor de su rostro, le dejaba ver sólo atisbos de sus reacciones. —¡Hazlo más duro! —exigió, apretando su interior para que Tyago no pudiera pasar por alto su petición.

Aunque...¡Cómo si eso pudiera ser posible! Tyago no tenía manera de ignorar a Jahi ni a su solicitud. Estaba disfrutando ver a ese pequeño cuerpo bajo suyo regocijarse con las arremetidas que él le estaba dando. Le sorprendió escucharse a sí mismo con voz ronca, casi animal —No me voy a detener, Jahi... Así que después no te quejes.

—¡Me quejaré si no lo haces ya, Santiago~ !—La mueca llena de picardía que apareció en el rostro de Jahi al escucharlo lo puso más caliente, era un gesto anhelante y propio de alguien que estaba por completo entregado a sus más primitivos instintos, alguien que no tenía recato alguno al exigirle más.

Tyago tomó las piernas de Jahi que estaban rodeando su cintura y las empujó hacia adelante, abriéndolas para poder penetrar su interior más profundo. Empujó con fuerza, impaciente por verlo correrse de nuevo, esta vez debajo suyo y con su verga hasta el fondo.

A Tyago le estaba enloqueciendo escuchar el duro golpeteo de sus testículos contra el trasero de Jahi, el chapoteo proveniente de la humedad de ese coño tan ceñido y los gemidos de ambos empapelaron las paredes la oficina del cordobés, aquél lugar tan sagrado para él estaba siendo alegremente profanado por su propia mano, secundado, o mejor dicho, guiado, de tan provocador fértil. ¡Y no podía importarle menos en ese momento! Si bien Jahi había tomado la posición de Dante en un inicio, ahora estaba seguro de que en verdad se trataba del demonio que lo supo tentar a él con astucia. 

TRIO DESASTRE (+18 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora