Capítulo 2.- Las apariencias engañan

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Capítulo 2.- Las apariencias engañan

—¿Te gusta la fotografía, Jahi? —preguntó el mayor de sopetón, se sentía extraño haciendo lo que iba a hacer, pero es que al ver a Jahi inmediatamente lo visualizó admirando la exposición de paisajistas amateurs del museo.

«Por esa pregunta, seguramente Tyago es un fanático del arte » Pensó Jahi pestañeando y bajó sus lentes por un momento, apreciando la figura del varón sin problemas. Sonrió, dando una respuesta por demás sincera. —Me gustan más las pinturas, son más trabajadas y nacen del artista —respondió ladeando la cabeza con aire autosuficiente. —¿Cuál es tu pintor favorito, Santiago? —preguntó curioso, achicando los ojos y saboreando melódicamente el nombre de su acompañante mientras lo pronunciaba.

Esa fue una excelente respuesta que hizo sonreír a Tyago. A Jahi le gustaban las pinturas, quizás basado en la costumbre de que la pintura era más elaborada que una fotografía, cosa no del todo cierta, pero al menos sabía apreciar el valor del arte, lo que le sumaba puntos de interés. —Una pintura no siempre nace del artista —comentó al respecto de la respuesta que tanto le había agradado, un tanto divertido por empezar con tecnicismos, quería conocer la opinión de tan interesante hombre antes de proseguir con la cita —Y más que pintor, pintora favorita... Es sorprendente lo bien que las mujeres pueden llegar a entender el alma humana. Artemisia Gentileschi, esa es mi pintora favorita. —Sonrió, quitándose los lentes para dirigirse a Jahi en un tono más informal.

«¡Vaya! Tyago es un amante de las mujeres, al parecer. Pero eso no es impedimento para seguir con la cita... ¡Igual es un buen ejemplar al que me podría cenar!» pensó Jahi con jocosidad al escuchar la respuesta, pensando en lo divertido que sería un escenario más adulto y pecaminoso con aquél guapo latino. Asintió con la cabeza de modo travieso, cómo si fuera lo que se esperaba. —A mi me gusta la Mona Lisa —declaró con seguridad al referirse a aquella pintura —Su sonrisa es enigmática, justo cómo si guardara mil y un secretos en compinchería con DaVinci.

—¡Ahhh, La Mona Lisa...! —sonrió, divertido por la preferencia. A pesar de contar ya con siglos encima, y de haber retratado una mujer de la que poco se sabía, La Gioconda seguía cautivando el alma humana con sus mil misterios insondables —La hechicera de mil misterios que se materializan en algo que no existe, la noble que era amante y no esposa como se pensó, la mujer que durante muchos años se rumoreó, era el retrato del propio Da Vinci... la dueña de la sonrisa más famosa del mundo... y sin embargo, la Mona Lisa no sonríe, Jahi, pero eso es algo que nadie quiere saber. — mencionó al pasar, como un dato curioso para entretener al joven —Es un efecto maestro creado por el genio de Da Vinci... ¿Cómo lo hizo? Ese será un total misterio, tanto como el que rodea a la obra completa.

Jahi prestaba total atención a lo que Tyago decía, le parecía un hombre entrado en materia y a él le resultaban atractivos los hombres que tuvieran alguna pasión. Si Tyago fuera un criador de salmones, Jahi lo escucharía encantado hablar de cada paso de la acuicultura, tal como lo estaba oyendo hablar de pinturas —Pues a mí me parece un dato interesante, aunque ahora me replanteo seriamente en que el nombre idóneo para la pintura debería ser "Las apariencias engañan" —Rió con frescura —Me gustaría saber cómo DaVinci logró ese efecto, he leído que era demasiado adelantado para su época.

—"Las apariencias engañan" —repitió, sopesando el nombre con curiosidad —No está mal, no está mal, aunque hubiese sido algo innovador para Da Vinci —contestó al fin con una risa fresca escapando de su garganta —Suena más dadaísta que otra cosa, al menos tienes buenas ideas para títulos —Lo elogió, guiándolo galantemente hacia la entrada. —Y no te diré cómo lo logró, haré algo mucho mejor... te pondré frente a una reproducción fiel, si es que el tiempo nos alcanza a ambos. Pues ya que dices que prefieres la pintura, déjame invitarte a un recorrido por el museo —dijo cordialmente, ofreciéndole el brazo.

Ni tardo ni perezoso, Jahí guardó rápidamente sus lentes oscuros en su bolso y tomó con efusividad a Tyago del brazo, en señal de que estaba de acuerdo con la proposición. —Espero que la visita guiada por tan guapo y carismático hombre me deje una grata experiencia con el arte. ¡Vamos!— Sonrió pizpireto, caminando hacia la entrada del museo, dejándose llevar por su anfitrión hacia la aventura.

Una sonrisa se dibujó en los labios de Tyago al ver a Jahi aceptar su caballeroso gesto, el muchacho parecía encantado con la idea de visitar algo tan común y a la vez tan desconocido para muchos como lo era el Museo y él esperaba hacer de su visita algo único.

—Yo espero más eso, que tú —dijo, jugando con las palabras de Jahi —Sino, sería mi culpa que no vuelvas a acercarte a uno, y eso definitivamente no podría perdonármelo.

—Pero si fallas, tendrás que compensarme, por el trauma ¿verdad? —En su rostro una sonrisita franca y sugerente surgió sólo para Tyago, a quién tenía que ver hacia arriba por la notoria diferencia de altura. Jahi medía 1.60 y Tyago 1.90.

Asintió riendo y con Jahi del brazo, Tyago entró en el edificio que tan bien conocía, ignorando las miradas curiosas de sus subordinados y sus incesantes cuchicheos, y tomando varios folletos con las muestras en vigencia, volteó hacia el jóven, tendiendole un abanico de posibilidades —Elige una.

No pasaron desapercibidos para Jahi los cuchicheos de parte de los empleados del Museo en cuanto ellos entraron tomados del brazo. Les sonrió a la distancia, haciendo que se pusieran rojos y luego miró a su cita. —Parece que te conocen... ¿Trabajas aquí? —preguntó lleno de curiosidad señalando a dos hombre que no les perdían de vista desde que entraron y que tenían una expresión de asombro en sus rostros —¿O es que ya has intentado robarte alguna pintura? —dijo de manera ocurrente y haciendo un gesto travieso con las cejas, eligiendo el folleto del centro sin detenerse a mirarlo siquiera y lo depositó en la diestra de Tyago con un ademán grácil y ceremonioso.

TRIO DESASTRE (+18 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora