Capítulo 19.- Intermedio en la silla de interrogatorios

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Capítulo 19.- Intermedio en la silla de interrogatorios

—No soy un desalmado cómo para dejarte seco... tan rápido —retrucó el fértil con una risa traviesa —Siempre hay tiempos de descanso entre rounds, Santiago, y este segundo round fue demasiado intenso —suspiró con satisfacción —Así que no tengo problema a esperar, si no te molesta que ahora yo te haga preguntas, después de todo tú ya me hiciste muchas.

Un resoplido salió de los labios de Tyago. Él solía ser bastante receloso de su privacidad, pero debía admitir que lo que decía Jahi era algo justo, pues el jovencito había respondido a las preguntas que él le había hecho movido por la curiosidad sobre la pesca. Y de todas maneras, era probable que, conforme lo que le había contado, no volvieran a verse. —Que empiece el descanso con preguntas de intermedio —Sonrió —Dime, Jahi ¿qué necesitas saber?

—¿Tienes algo de beber? —Soltó de inmediato —Necesito rehidratarme luego de que me hayas hecho venirme tan fuerte...varias veces —hizo una mueca traviesa.

Esa era una pregunta que Tyago no vió venir por ningún lado y que le provocó una carcajada inmediata. De verdad Jahi era un caso único.

—Tengo unas botellas de agua —Se giró dándole la espalda a Jahi, inspeccionando uno de los cajones del escritorio, tirando el bolso de Jahi por accidente —Luego lo levanto... —El cordobés, cómo buen aficionado a la yerba mate, solía tener agua a mano debido a que esta particular bebida caliente solía deshidratar bastante.

—Ajá....—Los ojos de Jahi estaban atentísimos a recorrer la amplia espalda de su anfitrión y deleitándose con una magnífica vista de su trasero. De repente le dió un buen agarrón.

Tyago casi deja caer las botellas ante el sorpresivo movimiento y se giró rápido, riendo ante la expresión traviesa del fértil. —Creí que estábamos en un intermedio, Jahi —Le ofreció una botella de agua con amabilidad.

—No me las habías presentado y tú ya te familiarizaste bastante con las mías —Alzó las cejas con seguridad. —Gracias, querido —Tomó la botella de un litro que Tyago le ofrecía y la abrió para comenzar a beber el vital líquido con avidez.

—No pensé que te interesaran esas cosas —Rió antes de tomar también su propia botella.

Jahi exhaló fuertemente al terminar de beber. —¿Bromeas? ¡Esperé a que te quitaras el abrigo todo el rato y cuándo lo hiciste no pude ver! Aunque... lo que ocurrió después lo compensa un poquito —Le guiñó el ojo antes de dar otro trago.

La risa hizo que casi se ahogara con el agua. —Me alegra haberte compensado al menos un poco

—Hablando de eso... ¿Qué hay de mi panty favorita?— Hizo un mohín de molestia que a Tyago le pareció incluso adorable.

— Ah, eso... —Tyago resopló para alejar los cabellos de sus ojos —¿Que puedo hacer para compensarte?

—Déjame pensarlo a lo largo de los rounds —El rostro de Jahi mostró una sonrisa pícara que indicaba que ya tenía algo planeado. Dió un último trago, dejando la botella en el piso —Santiago Arana... ¡Hora de responder preguntas! —exclamó entusiasmado con la idea.

—Bueno ¿Por qué no? —Se encogió de hombros, sentado al lado de Jahi, que estaba apoyado sobre sus propios antebrazos. Le parecía una imágen bastante sexy, aún podía ver parte de su simiente en su abdomen y eso lo hizo sonreír con altivez.—Dispara, Jahi

—¿Tú por qué estás en esto de las citas a ciegas?

—¿No te lo había dicho ya?

—No, yo respondí que mi padre me inscribió y luego comentaste que quizás tú eras muy viejo cuándo te dije a qué me dedicaba. Eso me hace querer saber ¿Qué edad tienes?

—Claro, así fue —Asintió. Su memoria solía jugarle esas pasadas en las que juraba que había continuado la conversación. Era por eso que necesitaba un asistente para que le ayudara a organizar su vida, que se centraba meramente en el trabajo. Exhaló —Mi panda de flojos, al menos cinco de ellos, me inscribieron — comentó rascándose la oreja —Han dicho que debería salir más a menudo, porque mi vida es este museo. Y, tengo 36 años. Todo un viejo.

—¡36! ¡Pero si eres joven! —exclamó sorprendido Jahi. Tyago se veía mayor de lo que en realidad era, aunque no era algo que al muchachito le preocupase en realidad —¿Y por qué accediste? En mi caso, yo no puedo negarle nada a mi papá, porque lo adoro. Pero tú no les debes nada a tus empleados...

—Sólo alguien muy joven diría que 36 años es poco —respondió Tyago con calma, Jahi no tenía por qué saber que incluso su alma se sentía vieja tras toda una vida sumergido en sus estudios y luego en su trabajo para olvidarse de la pesadilla de la muerte de su hermano y de su huída de Argentina. No, alguien que se veía tan joven no podría entender el paso del tiempo y de pecados tan graves —Pues, después de pensarlo mucho ví que algo de razón tenían y creí que al menos podría conocer gente amena con quién pasar un buen rato.

—¿Y qué tal hasta ahora? —preguntó Jahi levantando una ceja con gesto taimado —¿Estás pasando un buen rato con alguien ameno, Santiago? ¡Gracias por lo de joven! ¿Qué edad crees que tengo yo?

El cordobés sonrió de manera felina y se acercó al rostro del fértil. —Son muchas preguntas, Jahi.... Y creo recordar que antes se canjeaban por caricias...

—A tí puedo canjearte hasta besos y algo más...— Declaró divertido, acariciándole la barba y dándole un breve beso que terminó en un mordisco —¿Podemos usar la silla de interrogatorios?

—¿La silla de interrogato...?— Siguió la mirada de Jahi y encontró su silla reclinable frente a él y rió ante la agudeza mental del muchacho —Bueno, realmente no se aleja mucho de lo que hago en ella habitualmente.

—¿Y para qué la usas? —preguntó acercándose a su cuello, besándolo suavemente, satisfecho de escuchar un pequeño jadeo salir de los labios del cordobés.

—Preguntas y respuestas en la silla de interrogatorios, Jahi —Bajó del escritorio sonriendo por la pantomima y le tendió la mano al fértil, quien la tomó y descendió con gracia. Lo guió hasta la silla donde él se sentó con calma. —¿Podrías repetirme la pregunta?

TRIO DESASTRE (+18 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora