Capítulo 10.- El de la suerte he sido yo

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Capítulo 10.- El de la suerte he sido yo

Lo primero que hizo fue correr un poco más el panty para pasar su lengua con más libertad a través de la barrera de látex que Jahi sostenía sobre su coño, la cuál ya lo esperaba. Sus papilas gustativas se llenaron de sabor a piña colada. Hubiera preferido degustar la esencia original, pero su amante había sido mucho más sensato y previsor que él, no se conocían y lo mejor sería evitar sorpresas.

Sus manos se afianzaron en las nalgas del fértil y delineó con la lengua los labios inferiores de la vulva de Jahi. Los suspiros no se hicieron esperar, Tyago chupeteó ligeramente y los jadeos de Jahi fueron la respuesta, indicando que iba por buen camino. Sus dedos apretujaban el trasero del fértil antes de que su lengua se aventurara a invadir la intimidad expuesta ante él. ¡Cómo le hubiera gustado hacerlo sin la maldita barrera y degustar a sus anchas todo lo que Jahi le ofrecía encantado! Pero no había tiempo para lamentarse, en especial cuando los cautivadores gemidos del israelí retumbaban por la habitación. Continuó lamiendo y succionando, poco a poco fue subiendo hacia el miembro de Jahi que estaba pidiéndole atención con altivez.

Jahi sonrió cuándo Tyago empezó a lamer su miembro, le quitó los cabellos del rostro para poder apreciar su expresión y en ese momento el cordobés le dirigió una mirada libertina que le hizo tener la seguridad de que no se había equivocado al encerrarse con él. Tyago retiró decididamente la barrera ante la vulva de Jahi y su boca siguió su camino, llegando a la punta de la verga ya petrificada y comenzó a chuparla con afán al tiempo que un par de dedos se metían alevosos en el coño mojado y caliente. El fértil arqueó su espalda por el espasmo de la visita inesperada a su intimidad y un desvergonzado gemido resonó en la oficina, ocupando todos los rincones. Tyago sonrió ufano y continuó su labor de hacer gemir a Jahi, chupando el glande con suavidad, pero moviendo con firmeza sus dedos en aquella carne cálida que los apretujaba conforme la intensidad aumentaba.

—Creo que el de la suerte he sido yo~ —resolló con gusto Jahi, mirando a su amante en turno meterse en la boca a su miembro sin reparos. Las pescas habituales no tenían mucho de jugueteo previo, era ir a lo que uno va y después desaparecer. Jahi se había llevado sus decepciones con hombres desesperados por invadirlo y correrse. Pero también había tenido un puñado de sorpresas placenteras, cómo parecía ser Tyago.

Con una gran satisfacción Tyago siguió en lo suyo, saboreando el miembro de Jahi a través del profiláctico y agitando sus dedos índice y medio en su interior, haciendo forma de gancho para golpetear aquél botón oculto que estaba enloqueciendo al muchacho. Él mismo estaba perdiendo la razón en ese encuentro, le llenaba de morbo darle una mamada mientras le metía los dedos en esa zona tan confortable y estrecha.

Al sentir la presión del interior de Jahi en sus dedos, su mente se anticipaba a lo que pasaría cuando lo penetrara e imaginarse esa sensación en su miembro le estaba excitando de una manera bestial. Sintió las manos de Jahi sobre su cabeza, acariciando su cabello e indicarle que aumentara el ritmo con un suave empuje. Lo sentía temblar mientras los profundos suspiros terminaban en gemidos. Quería verlo correrse primero, agotarlo un poco para poder disfrutar del resto sin prisas, aunque él mismo estuviera ya ansioso por extasiarse con el exquisito cuerpo de Jahi. Aceleró el choque interno de sus dedos contra esa zona esponjosa y succionó el miembro del israelí cómo si la vida se le fuera en ello.

—¡Mírame! —Le pidió el menor de pronto, con un apremio enardecido en su voz. Tyago alzó el rostro con suficiencia y pudo apreciar el bosquejo del clímax que ya aparecía en el semblante del fértil mientras continuaba con los rápidos y certeros movimientos.

Momentos después Jahi se sacudió violentamente por el éxtasis en un gemido largo y sensual, enterrando sus dedos en los hombros del cordobés. La humedad empezó a brotar a raudales, cómo si de una fuente se tratase, empapando la mano y el cuerpo de Tyago quien contemplaba maravillado la llegada del orgasmo en ese menudo y apetitoso cuerpo.

—Te advertí que este océano era agitado —le dijo Tyago con una sonrisa sagaz y satisfecha, acariciándole la espalda y los muslos. Las piernas de Jahi habían cedido ante la intensidad del orgasmo, haciéndolo caer sobre su cintura, aún tenía espasmos y se había abrazado a él a modo de apoyo. Tyago no se resistió a besarle el cuello, arrancándole más suspiros, buscando así aminorar el posible bochorno que el fértil pudiera sentir ante su descontrolada culminación.

—¡Lamento las salpicaduras! —se disculpó Jahi momentos después y soltó una risita confiada, para sorpresa y tranquilidad de Tyago, quien encontró fascinante la seguridad que tenía Jahi en sí mismo —Este ejemplar es bastante ladino, cómo pocos... —jadeó al sentir los labios del varón sobre su cuello.

—Supongo que no es pesca si no terminas empapado ¿Cierto?

— ¡Menos mal despejaste la mesa! —continuó riendo Jahi —Pensé que al menos usando condón no dejaríamos un caos, pero... ¡Vaya que me hiciste hacer un desastre!

—Haz todo el desastre que quieras —Le murmuró al oído, mordisqueándolo. Sabía que se arrepentiría de decir eso pero ver aquel espectáculo provocado por sus habilidades, que él consideraba ya deslucidas y oxidadas, le incitaba a ser consentidor con el desenvuelto y sexy jovencito que tenía en sus brazos.

—¡En algo debo de compensar a tan atento anfitrión!

— Ahora que lo dices... —aventuró Tyago y tomó las caderas de Jahi hacia atrás para que sintiera su hombría dura bajo el bóxer.

TRIO DESASTRE (+18 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora