Capítulo 21.- Control de identidad

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Capítulo 21.- Control de identidad

La risa de Jahi resonó en la oficina. Se estaba divirtiendo muchísimo tomándole el pelo al cordobés en una pequeña venganza por haberle calculado más edad. —Te la mostraré de una vez, antes de que te infartes —Se levantó y tomó su bolso del suelo, presumiendo su trasero ante Tyago, quien pudo apreciar el rubor que había dejado su mano al darle la nalgada. —Hace rato que quería preguntarte ¿De dónde eres, Santiago? Tu acento es bastante exótico —El israelí buscó en su bolso hasta pillar su cartera. Sacó su identificación y su licencia de conducir. Adoraba cómo había salido en ambas gracias a una agradable conversación que había tenido con los fotógrafos. Aprovechó de sacar un caramelo de uno de los bolsillos internos.

Tyago suspiró con un gesto un poco cansino. Odiaba que se notara su acento, le avergonzaba pues lo encontraba demasiado pueblerino, pero ya que había sido descubierto, no tenía otra opción que apechugar —Yo, querido Jahi, soy argentino. Importado directamente de la provincia de Córdoba, el corazón de ese país.

—Conque importado... —Jahi saboreó la peculiar palabra que significaba tanto en su vida, intrigado por la coincidencia. —Bueno, querido Santiago... ¡Tu acento me gusta, suena bastante sexy! —Le entregó ambos carnets para que los revisara mientras él abría el envoltorio del caramelo y se lo llevaba a la boca, esperando que confirmando su edad, Tyago dejara de sufrir por la broma. —Toma, comprueba que soy legal y deja de angustiarte.

Tyago sonrió por el cumplido. Los primeros años en Ändra fueron un pequeño infierno pues se le notaba tanto el acento que moría de vergüenza cuándo alguien se lo señalaba. Se esforzó muchísimo para disminuir toda la vena cordobesa en su inglés. Y ahora venía ese jovencito a decirle que le gustaba cómo sonaba. ¿Dónde había estado Jahi cuándo era un recién llegado en ese país? «Seguramente en la guardería» pensó Tyago y recibió los documentos con cierto temor. Si Jahi era menor de edad, la cita se acabaría ahí mismo, pues no podía poner en juego su trabajo por un escándalo de ese nivel. Revisó minuciosamente ambas identificaciones, comprobando los sellos holográficos y las marcas de agua.

—Puedes ponerlas a contraluz si quieres... —Bromeó Jahi recargado en el escritorio.

—No creo que sea necesario, Jahi —Revisó la fecha de nacimiento, haciendo cálculos para confirmar que la edad correspondía. Dió un largo suspiro de alivio y le extendió los carnets de vuelta al fértil.

—¿Todo en orden, oficial?

—Al parecer sí, aunque... la fotografía ¿Cómo hiciste para salir tan bien? Nunca había visto a alguien sonreír en una identificación oficial —preguntó Tyago con curiosidad.

—¿Verdad? —Jahi recibió los documentos y miró las fotografías antes de guardarlas en la cartera —Te sorprendería que tanto se puede lograr siendo amable con los empleados públicos. Cuándo les pregunté si podía sonreír en la foto porque con cara seria iban a pensar que el de la foto no era yo, me dejaron sonreír. Siempre y cuándo no mostrara mis lindos dientes. Casi nadie sabe que si se puede salir así en las fotos oficiales.

—Yo siempre salgo con cara de maleante —Rió Tyago —Quizás considere el tip para la próxima vez que tenga que renovarlos.

—¡Uy, un chico malo! —Alzó las cejas con interés y se acercó a él para recargarse sobre su pecho —Y pervertidor de menores.

—Este menor es bastante legal y me consta que pervertido ya era cuando lo conocí esta mañana —aclaró Tyago al borde de la risa ahora que ya había pasado el susto —Y puedo asegurarte que tengo una muy buena reputación que me precede.

—¿Qué tipo de reputación? —preguntó Jahi con una mirada felina.

—Veamos... —Rozó los muslos de su amante haciendo círculos, como quién hace lo mismo en un papel tratando de concentrarse —Responsable y casado con el trabajo, con bastante dominio sobre la materia del arte... Soy el ojo que todo lo ve...

—Algo me dice que podríamos añadirle esclavizador, aguafiestas y parte del inventario del museo —Le acarició el cuello con suavidad

—¿Cómo lo supiste? —Rió Tyago totalmente intrigado.

—Me han dicho lo mismo en mi trabajo —Sonrió Jahi

—¿Ah sí? —Tyago alzó la ceja. —No das esa impresión, hubiera pensado que te nombraban señor simpatía en las fiestas de fin de año de tu trabajo.

—Eso es porque no trabajas conmigo, Santiago... Todos los años gano un premio al jefe más demandante —Fue entonces el turno de Jahi para reírse —Incluso pensé que alguien del equipo me había inscrito cómo una broma pesada a modo de venganza.

—¿Y no pescas en el trabajo, Jahi?

—¿Estás loco? —Se escandalizó el fértil —¡Eso va contra mis códigos!

—Códigos... —Tyago repitió la palabra con interés —Cuéntame un poco sobre esos códigos...

—¡Oye! Teníamos un trato, Santiago, ¡Tú ibas a responder las preguntas!— Hizo un mohín de molestia que dió paso a una sonrisa incitante —¡Al menos dame unos cuantos besos para animarme a responder!

En respuesta a la queja del menor, alzó las cejas de manera confiada y lo besó profundamente, rodeándolo por la cintura. De inmediato le llegó a sus papilas gustativas un sabor dulce y amaderado con un tenue, apenas perceptible, toque picante. Su lengua chocó con el caramelo que en medio del apasionado beso había ido a dar a su boca.

—Jahi... —Interrumpió el beso, saboreando el caramelo. —¿De qué es este caramelo? No logro identificar el sabor

El fértil sonrió ante la pregunta —¿Te gusta? Es de canela.

—¡Canela! No tenía idea de que existiera algo así. Tiene un sabor bastante singular.

—Es uno de mis sabores favoritos, no tengo problema en convidarte.

—Eso es algo muy amable de tu parte Jahi —Le agarró el trasero con firmeza — Por lo visto no eres sólo un pendejito travieso.

—¡Oh, lo soy! —Rió con ganas ante aquél modismo tan peculiar —Es solo que mi mamá me enseñó a compartir. No me arrepiento de nada —Pestañeó vivaracho.

—Lo que estás buscando es que te dé un par de azotes para corregirte —Le dió un fuerte agarrón en el trasero.

—¡Ya decía yo que no eras tan incauto! —dijo Jahi moviendo las cejas y soltando una exclamación lujuriosa al sentir la nalgada apenas terminó la frase —¡Ah!~~

—Espero que esto te enseñe a respetar a tus mayores —Tyago le sobeteó el lugar dónde le había dado la palmada —A mí me duele más que a tí

Ambos se rieron por el comentario tan paternal y Jahi le dió un beso juguetón para recuperar su caramelo. Siguió una extensa ronda de besos y caricias entre sus cuerpos, con toda la tranquilidad del mundo.

—Entonces... ¿Ibas a contarme sobre tus códigos y quizás sobre lo que no te gusta? —Se animó a preguntar Tyago luego de un rato.

—Si las caricias y besos no paran, te contestaré... y luego te tocará responder a tí

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⏰ Última actualización: May 11, 2022 ⏰

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