Capítulo 13.- Ya nos estamos entendiendo

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Capítulo 13.- Ya nos estamos entendiendo

Tyago se afirmó a las caderas de su amante con decisión y tomó tal impulso que el encontronazo con el útero del fértil los hizo estremecerse a ambos, arrancando un potente grito a Jahi, quién arqueó su espalda con violencia y fue entonces cuando Tyago maldijo mentalmente, pensando que se le había pasado la mano debido a que se había dejado llevar. Pero entonces levantó la vista con preocupación, en busca de algún indicio de haberle hecho daño y contempló el rostro de Jahi, que era una mezcolanza de sorpresa y éxtasis.

—¿Por qué... ahh~~ paras? —le preguntó el fértil con una sonrisa libertina, con los cabellos húmedos pegados al rostro y moviendo su pelvis, invitándolo a continuar.

Entonces Tyago sonrió satisfactoriamente y volvió a la carga con el mismo vigor inicial, pues al escuchar esas palabras sabía entonces que podía dejar de contenerse y dar paso a la indómita y primaria necesidad de cogerse al chico sin andar con más delicadezas ya que él también lo estaba disfrutando en grande.

Mantuvo el ritmo y fuerza de los embates, gozando de los gritos, incluídos los suyos, al sentir el estregón en su miembro que era cada vez más largo e intenso.

Esos momentos estaban haciéndolo sentir vivo, cómo si el paso de los años jamás hubiera existido y fuera un adolescente hormonal e impetuoso. No es que Tyago fuera un viejo impotente o mojigato, pero hacía tanto tiempo que no se entregaba a los instintos carnales con tanto ahínco y ni siquiera con los prostitutos con los que se había inmiscuido hacía años había sido tan vehemente cómo lo estaba siendo en ese mismo momento con Jahi. Siempre tuvo un ritmo suave respecto al sexo, desde Martín hacía tanto tiempo allá en Córdoba cuándo era un universitario y estaba viviendo su primer y único romance, hasta el hermoso prostituto que había contratado aquella noche de invierno años atrás, pero en ese mismo instante había algo más rudimentario en él que hacía que las ganas de copular con el fértil fueran ingobernables. No existía nada ni nadie más excepto ellos en ese encuentro, no había más necesidad que el éxtasis que ya venía.

Jahi sentía cómo su amante lo penetraba de manera implacable, se maravilló con esa faceta salvaje del hombre que lo había guiado tan educada y solemnemente por el museo momentos atrás. Cada embate lo estaba llevando a ese punto dónde el orgasmo lo esperaba, lo sabía porque su mismo cuerpo se lo gritaba con los espasmos que le estaba provocando el cordobés. Gracias al vaivén, su propio miembro rozaba el abdomen de Tyago en cada embate, lo que maximizaba la sensación.

—Ya ah~~ casi... Santiago —anunció apenas en un suspiro,

Escuchar aquello lo hizo enardecer, dándole nuevos bríos para continuar la faena. Quería verlo, deseaba sentirlo correrse mientras seguía arremetiendo durísimo contra su útero, necesitaba hacerlo llegar al clímax por el simple hecho de que la lujuria y la desvergüenza lo estaban gobernando completamente. Miró el rostro de Jahi, cubierto de un rubor que anunciaba el éxtasis tal cómo lo había visto momentos atrás. Y un par de embestidas después, allí pudo sentirlo. El cuerpo debajo suyo empezaba a tener espasmos, haciendo que la espalda del israelí se arqueara enérgicamente. Sintió cómo aquel miembro se corría en su abdomen y el coño caliente, disparaba nuevamente su humedad de una manera impresionante. Tyago sintió el chorro sobre su pelvis y piernas pero no tuvo tiempo de prestarle atención, estaba atento al espectáculo que le brindaba Jahi, acompañándolo en sus sacudidas y siendo arrastrado inevitablemente al orgasmo momentos después.

Un rictus placentero se apoderó de Tyago al sentir cómo el interior de Jahi se desbordaba y apretaba su hombría. La sensación lo estaba desquiciando y no pudo sino, correrse en un grito ronco, buscando ahogarlo en el cuello de su amante mientras le propinaba un par de estocadas más, disfrutando el sabor a sal en la piel de Jahi y los jadeos de éste. Permanecieron momentos así, sudorosos y faltos de aire hasta que su respiración empezó a normalizarse.

—Me disculparía por el... ahh~ desastre, pero mi anfitrión me ha dado permiso —Bromeó Jahi con actitud confiada, rompiendo el silencio.

Tyago le brindó una sonrisa cínica y acercó sus labios a su cuello para besarlo y después subir a mordisquear su oreja izquierda —Ha sido un desastre fantástico, Jahi— farfulló el cordobés bastante complacido de haber sido el causante nuevamente.

—Tuve un poco de ayuda —Giró la cabeza para ver a Tyago y le acarició la barbilla —Se dice que uno es responsable de su propio orgasmo, pero eso es sólo cuándo se está en solitario. Tienes talento, Santiago— Jahi había tenido bastante experiencia cómo para asegurarlo. —¡Ha sido un primer round sensacional!

El halago lo complació, haciendo que una amplia sonrisa de presunción apareciera hasta que escuchó lo último — Primer Round... ¿Era en serio lo de los condones?

—¡Por supuesto!— Rió Jahi ante la pregunta —A menos de que tú no quieras, tampoco voy a obligarte a nada si es que no te sientes capaz, aunque creo que la idea era estar dos horas... al menos— Alzó las cejas de manera insinuante,

La manera desenvuelta y directa de Jahi le agradaban y el hecho de que estuviera dispuesto a continuar retozando le estaban elevando el ego a Tyago cómo hacía mucho no ocurría con algún amante y la idea de repetir lo estaba tentando fuertemente —Ese "al menos" suena más a un "hasta que el cuerpo aguante" —Se aventuró a asegurar, delineando el cuello de Jahi.

—Ya nos estamos entendiendo —Rió Jahi jugueteando con su barba —Quizás no eres taaan incauto después de todo

La frase le causó gracia y no pudo sino reír ante el descaro del fértil ¿Estaba retándolo? Porque le estaba funcionando, tenía la intención de demostrarle que aún se la podía y que el encerrón iba a valer la pena —Antes tienes que contarme acerca de ese deporte tuyo, Jahi... — Pidió con curiosidad, besuqueándole la clavícula antes de separarse de él.

TRIO DESASTRE (+18 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora