Hace 22 años.
Perth, Australia.
Miro mis pies y juro que con el calor que hace y lo sucio que están por la tierra me entran ganas de rascármelos, pero recuerdo que tengo mis pequeñas manos ocupadas con mi cámara, que es del tamaño de mi cabeza, y no puedo hacer más que arrepentirme de no haberle hecho caso a papá y traerme unas cómodas zapatillas.
Me abro paso entre las piernas de la multitud de gente que esta viendo el esperado espectáculo de saltos de motos aquí en Perth, para poder llegar a la primera fila y tomar mejores fotos.
Estoy segura de que la gente al lado mío se pregunta "¿Dónde están sus padres?", la verdad es que yo tampoco lo sé, pero no me preocupa porque se dónde aparcamos el auto.
Se escucha a lo lejos una pitada y rápidamente levanto mi cámara a la altura de mi ojo derecho para poder enfocar la primera rampa que veo a lo lejos. Escucho el ruido de los motores y cómo los padres de los niños que ya vienen en camino gritan eufóricos.
Mis manos sudan. Veo pasar una pequeña mancha verde por el lente de mi cámara y hago clic, pero no necesito ver como quedo la fotografía porque sé que no he sido lo suficientemente rápida y el niño con camiseta verde parece un germen esparcido por mi pantalla.
En el momento que soy consciente que más niños se encuentran saltando, es demasiado tarde. No he logrado ninguna fotografía.
A pesar de solo tener nueve años, ya se dónde quiero estudiar y para eso he buscado en internet los requisitos que te exigen para poder matricularte. Necesito entregar un portafolios con fotos propias de un tema libre, y como me gustan muchísimos los deportes, he elegido eso.
Obviamente no tengo ninguna fotografía. He tomado, pero no me parecen lo suficientemente buenas. Mis padres dicen que no debo de preocuparme por eso ahora, que de mayor me resultara más fácil.
Pero que hay de malo con querer practicar.
Camino lejos de la multitud que parece una gran mancha, como los peses de Nemo cuando hacen figuras para animar a Dory, ya que es momento de la premiación y los ganadores ya se encuentran en el pequeño podio de madera.
El calor me está matando así que camino hacia el galpón dónde se guardan las motos, que es dónde siempre me siento a esperar a mis padres y veo las fotos que he tomado en mi cámara.
Luego de unos minutos siento una mirada sobre mi. Extrañada subo mi mirada y me encuentro con un niño alto, con muchos rulos y un traje rojo con azul.
-Me gusta tu pelo -le digo tímidamente-.
-Gracias -me dice el niño frente a mi- ¿eres fotógrafa?.
-No.
-Pero tienes una cámara -sonríe y al mismo tiempo veo cómo sus ojos se achican un poco, y le sonrió-.
-Pero tengo nueve años -le digo obvia-.
-Eso no importa, yo tengo diez y soy piloto -hace un gesto con la mano como restándole importancia a lo que le dije y se pone en cuclillas frente a mi- puedes tomarme una foto, puedo posar para ti -dice con aires de superioridad, a lo que yo rio-.
-Está bien -me pongo de pie y lo enfoco con mi cámara- sonríe -el chico frente a mi sonríe y hago clic- listo -le muestro la foto- mmm gracias -digo tímida-.
-No hay de que -me sonríe y se va corriendo mientras agita la mano en mi dirección. Veo como deja de correr y me mira- hey -me grita- algún día seré un famoso piloto de carreras, y la foto valdrá mucho -dice emocionado- espero que me des mis créditos -me guiña el ojo y corre hasta que lo pierdo de vista-.
Rodeo lo ojos, quien se cree este niño, Leonardo Dicaprio.
Veo la fotografía recién tomada.
Tiene linda sonrisa, pero los basureros la arruinaron.
Y mientras me pregunto si volveré a verlo de nuevo, encuentro a mis padres.
Muchas gracias por leer!,
JJ
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Amor a primera sonrisa
FanfictionUna vez escuche que: "La vida es como un viaje en tren. Algunos comienza el viaje junto a ti, otros se suben a mitad de camino y muchos se bajan antes de llegar. Pero muy pocos son los que permanecen hasta el final." Y no fui consciente de est...