Amor a primera sonrisa

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Nota: este capítulo contiene escenas de carácter sexual y lenguaje explicito. Leer bajo tú responsabilidad.

5 de abril 2021.

Mónaco.

-Ptsss -creo escuchar- ptsss -escucho que susurran en mi oído-.

Me volteo quedando del lado izquierdo de mi cuerpo para encontrarme con la cara de un hermoso y adormilado australiano a centímetros de mi cara. Lo miro un par de segundos para luego volver a cerrar mis ojos, subiendo el plumón con el cual estamos tapados hasta mi cuello.

-Ptss -vuelve a susurrar Daniel-.

-Shh -susurro casi inaudible- despertaras a todos -digo regañándolo-.

-Vamos fuera -dice de la misma forma-.

Lo miro sin entender y él dirige su mirada hacia la proa.

-Vamos a la popa con el colchón y así vemos el amanecer -susurra en mi oído para que logre escucharlo mejor-.

Asiento y sin hacer mucho ruido y con cuidado, ambos nos ponemos de pie. El plumón con el cual nos tapábamos me lo pongo en el hombro y ayudo a tomar por un extremo el colchón. Con cuidado de no pisar a Lando y Charles, quienes duerme plácidamente, caminamos paso a paso tomando el colchón por los extremos hasta llegar a la proa. Daniel gira el colchón de manera vertical para poder pasar por el pasillo del yate que dirige hacia la popa del mismo. Una vez que llegamos ahí, acomodamos el colchón en el suelo junto a los asientos que se encuentran en el borde de esta parte del yate, que hacen una especie de barrera contra el viento para nuestras cabezas cuando nos acostamos los dos sobre el colchón.

-¿Conoces Italia? -me pregunta el hombre a mi lado-.

-No -respondo simple ya que tengo sueño-.

-Lastima, porque te tendré de prisionera en mi habitación de hotel -aclara la garganta- nuestra habitación de hotel -se corrige a si mismo-.

Me rio suave sobre su pecho. Cierro los ojos ante el contacto de la brisa de madrugada sobre mi cara.

Luego de unos minutos de silencio, la voz de Daniel interrumpe mi concilio de sueño.

-Amo correr -dice seguro y lo miro atenta- pero al mismo tiempo tengo que aceptar que no podré correr toda mi vida y ya tengo un par de años encima -ambos reímos- y el construir una familia contigo me parece un excelente nuevo trabajo, cuando el tiempo llegue -sonríe- no dudaré en aceptarlo y no presentaré carta de renuncia -ambos reímos y me inclino para besar su frente.

Siento como se remueve al lado mío y se acomoda a la altura de mi abdomen. Desde esa posición me mira pícaro y dulce. Me acomodo en el colchón expectante a los próximos movimientos de mi australiano. Ante el contacto de su mano por debajo de mi camiseta mi piel se eriza y me rio nerviosa. Sube la camiseta hasta el nacimiento de mis senos, dejando completamente mi abdomen descubierto. Lo miro atento y por detrás de su cabeza logro ver las primeras luces del amanecer frente a nosotros. Lo miro extrañada cuando acerca su nariz a mi abdomen y sonríe sobre mi piel de esa zona.

-¿Qué haces? -pregunto divertida-.

Me mira unos segundos para luego sonreírme dulcemente.

-Puede que esté tratando de invocar un bebé -dice lentamente pensando cada una de sus palabras-.

-Daniel -capto su atención- ¿quieres un bebé ahora?.

-Sí -dice seguro a los segundos-.

-Pues tendrás que esperar unos días porque en estos momentos estoy en mis días y la verdad, no me apetece tener a tu amigo entre mis piernas en estas circunstancias.