𝐄𝐋 𝐂𝐔𝐄𝐑𝐏𝐎

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*𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏*

𝐄𝐋 𝐂𝐔𝐄𝐑𝐏𝐎
***

Mi pecho subía y baja con brusquedad... los latidos de mi corazón retumbaban en mis oídos haciendo que me aturdiera más de lo que ya lo estaba... 

Me sentía perdida, desubicada a pesar de que de sabía perfectamente en donde me encontraba, era una sensación extraña... como si no fuera yo la que intentaba subir las escaleras con la vista nublada gracias a los fuertes mareos que hacían que mi cuerpo se tambaleara con violencia haciéndome perder el equilibrio.

¿Cómo subir unas simples escaleras para llegar a esa puerta blanca se estaba volviendo un infierno para mi cuerpo?

No tenía sentido o tal vez sí... no lo sé, para mí en este momento el sentido o razón no existían, al igual que la madera rechinando dejado de mí con cada escalón que subí casi arrastrándome, no tenía sentido, nada lo tenía. 

Aunque mentiría si digiera que no sabía él porque estaban ahora mismo mis manos batallando para abrir una simple perilla que solo había que girarla hacia la derecha, mentía si digiera que los músculos de mi cuerpo no me dolían tanto que solo quería desfallecer en el piso y dormir una siesta hasta que mi cuerpo me exigiera moverme por la energía acumulada.

Pero al final de cuentas me gustaba mentir y más si era a mí misma. 

El retumbar de la puerta cerrándose a mi espalda fue lo único que alcance al percibir de lo que era mi realidad en ese momento. Tener que sostenerme de las paredes como si mi vida dependiera de ello para llegar hasta en baño no era de mi agrado en lo absoluto y menos cuando dejaba un rastro de manchas rojas a mi paso. 

Debí detenerme en cuanto sentí esa punzada de dolor en mi cabeza, debí detenerme cuando dejo de respirar, debí de tenerme cuando mi sangre se empezó a mezclarse con la suya en cada golpe, debí de detenerme, pero no pude... o ¿No quise?

Sin importar la respuesta ahora me tocaba lidiar con lo que acaba de hacer. 

Me sostuve del lavamanos con tanta fuerza para no caer al suelo al llegar al baño, mis nudillos terminaron blancos y adoloridos al igual que mis dedos. Vaya mierda, ni siquiera podía mantenerme de pie por mi cuenta, era un desastre, TODO era un desastre y yo era el puto epicentro de ello. 

Tomé una gran bocana de aire intentando que mi vista se enfocara para asegúrame de que no me iba a desmayar, había llego hasta aquí, no podía simplemente dejar que mi cuerpo se rindiera, aunque me lo estuviera pidiendo. 

-Mierda.- murmure con frustración al ver el desastre que estaba haciendo.

Había mucha sangre, tenía que limpiarlo y rápido, ya no soportaba el olor a hierro, me provoca nauseas a pesar de no tener ni una mierda en el estómago.

Solo yo podía hacer ese maldito desastre y estresarme por ello.  

Algunas manchas de sangre salpicaron sobre la cerámica blanca del lavamanos cuando deje de aferrarse a ella con fuerza, el agua del grifo no tardo en teñirse de un color carmesí al meter mis manos debajo del chorro helado de agua.

-Hijo de...- Murmure en un quejido al sentir un dolor agudo iniciar desde mis manos hasta mis brazos entumiéndome esas zonas.- perra.- susurre entre dientes queriendo pegarle al agua por impulso.

Tenía las heridas abiertas de mis nudillos, la piel rota en pocas palabras, meter mis manos al agua fría había sido como echarme directamente alcohol en las heridas esperando que no ardiera como el demonio. 

Helena S. (En pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora