– El caballo está haciendo un mejor trabajo que tú. Trata de no moverte tanto.
– ¡Oye Wonwoo! No es fácil estar estático encima de un caballo.
– Tú me pediste que te pintará así, ahora aguanta.
Mingyu soltó un gran suspiro.
– ¡No te muevas!
Wonwoo estaba completamente concentrado dibujando un boceto, en sí, ya lo había terminado sólo le daba risa como Mingyu se estresaba.
– Wonwoo llevo dos horas ¿podemos tomar un descanso?
– Déjame pensarlo.
Mingyu seguía quieto en una pose que parecía de un libertador. Wonwoo se estaba muriendo por dentro.
– Por favor...
– Esta bien. Puedes bajarte.
Cuando Mingyu bajó, fue directamente a ver el boceto. Se llevó la sorpresa de que este ya estaba terminado.
– Wonwoo...
Wonwoo se estaba conteniendo la risa, pero al final sólo se río a carcajadas, sobre todo por la cara de Mingyu que era de haber sido tomado por tonto.
– Esta bien... lo siento, pero debes admitir que dio risa tu cara.
– Ja ja no puedo ver mi cara genio.
– ¿Qué te parece una cena como recompensa?
– ¡Está bien!
A veces Wonwoo pensaba que Mingyu era tierno, algo así como un cachorro gigante que tiene que vigilar sino algo le pasará. Ya habían pasado tres semanas desde la primera vez que conocieron y la semana pasada Mingyu se había confesado a Wonwoo.
"Ah eso... es porque estoy enamorado de ti"
Esas palabras resonaban en la cabeza de Wonwoo en cualquier momento que se encontraba sólo ¿Qué tan fuerte era ese amor que dice tener Mingyu por Wonwoo?
Wonwoo pensaba genuinamente que el amor se da de diferentes maneras y si a Mingyu le gustaba Wonwoo a pesar de ser hombre. Eran los gustos de él, pero, a decir verdad, a Wonwoo ya no le desagradaba Mingyu, más fines semana se encontraban, más le gustaba estar alrededor de él.
Mientras Wonwoo preparaba una deliciosa cena, más pensaba en la posibilidad de que Mingyu y el tuvieran un final feliz. Pero eso era imposible, Mingyu es hijo del emperador y no sabe cómo terminó envuelto con alguien tan importante con un ser ordinario como Wonwoo. La posibilidad más probable, era que Wonwoo terminé muerto por acercarse al hijo del emperador, un supuesto vagabundo que no tenía ningún derecho.
– ¿Puedo verte cocinar? Siempre me envías al salón a ver la nada.
– Podrías leer un libro...
– Prefiero estar contigo.
Era ese tipo de palabras que Wonwoo lo tomaban desprevenido y su respuesta era que, de alguna forma, mientras más pasaba el tiempo, más Wonwoo le gustaba estar al lado de él. Soltó un gran suspiro.
– Siéntate, no falta mucho para que la cena esté lista.
Y Mingyu como un cachorro iba corriendo a sentarse.
– Wonwoo, yo tengo una pregunta para ti.
– Sabes que puedes preguntarme lo que sea.
– ¿Quién es la mujer de la foto en tu dormitorio?
Esa mujer... Era complicado porque podría malinterpretarse, pero la verdad era más simple que eso.
– Ella es mi madre.
– Es hermosa.
– O algo así...
– ¿Algo así?
– Esa señora me ayudó en un momento importante de mi vida. Esta casa es de ella, pero falleció hace ya un tiempo.
– Lo lamento...
– No, está bien. Está superado. Aunque a veces quisiera tenerla a mi lado.
Wonwoo desviaba su mirada, como si realmente no lo había superado sino sólo que lo olvidaba.
– No te preocupes Wonwoo, puedes contar conmigo en lo que sea, puedes confiar en mí.
Wonwoo no respondió y sólo apagó el fogón.
La cena transcurrió con un poco de risas, a veces alguna cara seria, algo de pena y sobre todo empatía el uno por el otro.
Como vidas tan opuestas y diferentes, estaban unidas por sólo una cosa. El dolor, el sufrimiento, pero también el amor y confianza.
Mingyu le contó que el sufría mucho por la muerte de su hermano mayor. De cómo la emperatriz había matado a su hermano por ambición al trono y él nunca pudo hacer nada al respecto.
La vida de un aristócrata era difícil también.
Wonwoo le contó unos pequeños datos de como él había estado sólo desde su nacimiento. Como había sido discriminado por el pueblo, sólo por su timidez y falta de confianza.
– ¿El pueblo hizo eso contigo Wonwoo? Perdón por no haber hecho nada.
– Estoy bien, la verdad creo que era parte del destino estar apartado, no me siento mal, todo lo contrario, me siento bendecido de tener paz.
Esa noche la luna alumbra a las flores. Se podía ver a través de la ventana.
– ¿Quieres salir? La noche está muy hermosa.
Wonwoo asintió y fueron a la parte trasera. Tanto Mingyu como Wonwoo amaban como no había nada ahí, sólo la naturaleza en todo su esplendor.
La brisa era suave y Wonwoo se dejaba llevar como el viento, cerraba sus ojos y su negro cabello se movía al compás de este. Mingyu no paraba de mirarlo, cada acción que hacía Wonwoo era sobrenatural para él, como si Wonwoo tuviera una conexión especial con el mundo, como si el sólo comprendía el planeta y el por qué le sucedía todo, como si cada movimiento que hacía comprendía el mundo en el que vivía y por qué le había pasado todo, cada complicación que había tenido siempre era superada al final. Wonwoo era fuerte para Mingyu, de cierta manera lo admiraba.
Vino una ráfaga de viento y Wonwoo corría hacía la luna, saltando y abrazando el mundo.
Mingyu no resistió, sentía que se le escapaba ese ser tan frágil y maltratado, que sólo le pertenecía a él. Tomo la mano de Wonwoo. Wonwoo lo miró extrañado, ambos se miraron por unos segundos. Mingyu no aguanto más y lo besó, lo besó con tanto amor que Wonwoo también lo pudo percibir.
Wonwoo tenía sus ojos muy abiertos, como si no pudiera creer la situación mientras que Mingyu solo mantenía sus labios juntos.
Esa noche, Wonwoo también se enamoró de Mingyu y a su vez, la primera hoja del gran árbol rosa caía, anunciando la entrada del otoño.