Esa noche Mingyu y Wonwoo hablaron tanto que al final se quedaron sin nada más que decir. Fueron al departamento de Wonwoo y durmieron ahí hasta que amaneció. No interesaba despertarse temprano, pues Wonwoo no trabajaba y Mingyu no tenía clases. Podían permitirse levantarse a la hora que quisieran.
El amor tal vez es algo que no podemos percibir, algo que trasciende dimensiones del tiempo y espacio. Observable pero abstracto, en ese preciso momento se pudo sentir ello.
El siguiente escenario tiene lugar en el mundo de los ojos cerrados. Esta vez, los sueños de ambos se conectaron.
Wonwoo podía percibir algo ese día. Tomó un té cuando el sol estaba saliendo y el caballo de Mingyu se había quedado ahí ya por más de una semana.
En ese momento Mingyu y Wonwoo ya llevaban un año de relación y dos años desde que se conocieron. Por alguna razón Mingyu no volvía, tenían una rara costumbre de verse al menos una vez por semana, pero ya habían pasado once días desde que no lo ve, tampoco había ido al pueblo y si quería saber que acontecía entonces debería ir al lugar que menos le gusta en la tierra.
La promesa de amor eterno nunca faltó y prueba de ello era el cuadro que había pintado Wonwoo, este se hallaba pintado en toda la pared, en un cuadro grande, mediano y pequeño, se podría decir que Wonwoo estaba algo obsesionado con esa pintura, pero se trataba de su amado y aparte, Wonwoo nunca se olvidaría a Mingyu en su mejor momento, un caballo negro, una noche brillante, unas flores que se iban con el viento, unas flores amarillas, azules y rojas y sobre todo, Mingyu sonriendo para él.
El corazón de Wonwoo estaba un poco herido, quería saber dónde estaba Mingyu y cada vez la exasperación era más, caminaba rápidamente atravesando la floresta, al terminar está pequeña floresta llegaba a ver unas casitas y ahí podría guiarse a la plaza central, donde sin duda se podría enterar algo sobre Mingyu.
– Ya era hora que nuestro monarca Mingyu contraerá matrimonio, dicen que su esposa tiene la piel tan blanca como las flores de loto, las mejillas rosadas como las de una frutilla, el cabello largo, negro y sedoso como el de la emperatriz y que su belleza es incomparable.
– Pero el príncipe Mingyu siempre ha rechazado a las princesas, no interesa que tan bellas sean.
– Esta vez no puede, el rey ha muerto y él tiene la responsabilidad de asumir el trono. El matrimonio se realizará mañana y todo el pueblo celebrará.
Un par de mujeres andaban hablando apenas Wonwoo puso un pie en la plaza. No se equivocaba cuando decía que se podía enterar rápidamente en el centro del pueblo.
Entonces era una cruda realidad que lo golpeó, sintió que su corazón se desvanecía y que era roto por milésima vez, pero se sentía extraño, porque el creyó firmemente en que su amor podía superar todo, pero eran ridiculeces de la mente de Wonwoo. A veces se olvidaba de Mingyu era el heredero al trono y que su padre era el rey y ahora difunto rey.
Eso siempre rondaba en su cabeza, pero en los últimos meses simplemente se dejo de preocupar. Mingyu siempre le decía que se vengaría de su mamá cuando sea rey y que una vez tenga el trono podrían vivir juntos en el palacio real, que sería solo de ellos y nadie podría entrar, pero no esperaba que sucediera tan pronto.
No podía olvidar la vez que formalizaron su relación, era una tarde de primavera junto al río, entonces Mingyu con su caballo galopando y con el sudor en la frente, le extendió un ramo de flores blancas con el centro amarillo, unas margaritas que iban perfectas con el tiempo. Wonwoo se encontraba recolectando algunos frutos, soltó la pequeña canasta y se abalanzo sobre Mingyu.
– Acepto.
Mingyu sabía a lo que se refería, después de varios meses cortejando a Wonwoo por fin Mingyu lo tenía definitivamente, entonces esa misma tarde, Mingyu trajo un pendiente de piedra de luna para Wonwoo, pensó que a Wonwoo no le gustaría llevar anillos de pareja, por que sería muy llamativo, entonces un pendiente era perfecto.
– Es un pendiente de diamante, no sé si quieres que te haga una pequeña perforación en la oreja.
– ¿Dolerá?
– Tal vez, un poco.
Wonwoo soltó un pequeño grito, pero la pieza daba unos tonos místicos, que daban una degradación de un rosado pastel hasta un celeste sereno.
– Luce muy bien en ti.
Esa noche, fue tan especial para ambos, por que ya no se trataba de un simple amor a palabras, sino que había una prueba de este.