Doce

16 3 0
                                    

Empezó a llover, pero esta vez Wonwoo fue prevenido. En la mañana escuchó en la radio, que la época de lluvias dio inicio esa semana y había traído consigo un paraguas, estaba seguro de que sólo sería para él, era muy pequeño para compartirlo con alguien más.

Cuando salió por la parte trasera de la universidad, Mingyu estaba ahí esperándolo con un gran paraguas y viendo como caía las gotas sobre un charco que se formó.

Se quedó un momento apreciando a Mingyu. Era tan alto, pero tenía el alma de un pequeño, parecía fuerte, pero tenía varias carencias, daba la impresión de que imponía sus ideas, pero la verdad era que Mingyu siempre seguía la corriente.

Wonwoo escondió su paraguas y fue otra vez corriendo hacía él, Wonwoo se refugió dentro del paraguas y lo miró por debajo a Mingyu.

– Ya estoy aquí.

Y con una gran sonrisa, Wonwoo asustó a Mingyu un poco, pero de una buena manera, porque Mingyu pensaba que su corazón no soportaba ver a Wonwoo sonreír, el más alto se sonrojo que sólo bajo por unos segundos la mirada.

– Buenas noches.

Dijo Wonwoo tomando la iniciativa.

– Buenas noches.

Respondió Mingyu con algo de timidez.

– Tengo un pequeño cambio de planes ¿Quieres ir a mi departamento? Tengo un vino que quisiera compartir.

Dijo Wonwoo con algo más de confianza.

– Me vendría bien algo de vino. Andando.

Por alguna extraña razón Wonwoo se estaba abriendo completamente a Mingyu, dejando ver su lado más cariñoso y sensible. Desde la charla de la mañana, decidió que ya no quería huir más, sólo quería vivir y sentir como cualquier otra persona, pero el límite se lo había puesto él desde el principio.

La lluvia cesó.

El corazón de Mingyu y el corazón de Wonwoo latían juntos, de igual manera que caían las últimas gotas de rocío sobre las hojas y estas se desplazaban al suelo, formando charcos los cuales eran pisados por ellos. La mirada de ambos se encontraba concentrada en la nada y sólo escuchaban el tambor de sus corazones, como si algo más allá los uniera o como si eso ya hubiera pasado antes.

Mingyu tomo la iniciativa y le tomo la mano a Wonwoo mientras se dirigían al coche de Mingyu.

– ¿Te molesta?

Wonwoo sólo negó y trataba de evitar cualquier mirada que Mingyu le dirigía, sólo tomaba firmemente la mano del más alto.

El viaje en el coche fue cómodo, sobre todo porque en todo el camino hablaban de cosas banales, algunas anécdotas, experiencias y siempre hubo espacio para alguna caricia. La música nunca faltó y cantaban algunas canciones tradicionales y algunas en ingles bastantes famosas. La tensión crecía entre ambos mientras más se aproximaban a la casa de Wonwoo.

Hubo una breve parada para comprar algunas cosas para cenar, queso, algunos panes, entre otras cosas.

Por alguna razón el corazón de Wonwoo se sentía cálido, como si siempre debió ser así, como si todo lo que le había pasado hasta ese momento había valido la pena por vivir este breve momento de intimidad y confianza con Mingyu.

Al llegar al departamento ambos no pudieron aguantar más. Mingyu dejo las compras a un lado y abrazo a Wonwoo por detrás.

– Lo siento si es repentino, pero ¿puedo quedarme así por un rato? Sólo quiero sentirte...

Wonwoo no dijo nada, menos reaccionó, lo único que hizo fue acariciar las manos frías manos de Mingyu que poco a poco se calentaba gracias a él.

Era algo especial lo que ocurría ahí, era un vínculo que fue originado desde sus antepasados y que ni ellos mismos lo podrían comprender, escapaba de su comprendimiento y de lógica alguna, se trataba de sentir y de actuar correctamente, como el agua que fluye en el río y la sangre que corre por las venas. En este momento todas las piezas estaban en la mesa, lo único que faltaba era colocar la ultima sobre esta.

Wonwoo se giró y le dio un beso en la frente a Mingyu.

– Mingyu, no te volverás a sentir sólo. Si el mundo está contra ti, yo siempre seré tu aliado ¿Está bien?

En ese momento Mingyu lo abrazo con todas sus fuerzas, y no sólo eso, sino que también empezó a llenar el rostro de Wonwoo con pequeños besos hasta llegar a sus labios y besarla una y otra vez.

– ¿Es muy apresurado decirte que ya te amo?

– Probablemente sí, pero si es lo que sientes, no te puedo detener.

Cuando se adentraron a la habitación de Wonwoo lo primero en lo que se percató Mingyu fue en el techo. Ya no se trataba de una filtración de agua o de moho expandiéndose sino de una silueta rara en todo el techo.

– ¿Tú crees que el techo se caiga?

– No estoy seguro, pero si es humedad no es bueno que estés aquí.

– Es de lo mejor que pude encontrar con mi historial.

– Bueno, ya haremos algo al respecto.

Mingyu seguía mirando el techo como si no tuviera suficiente, lo observaba desde cualquier ángulo. Todo era unas líneas negras y otras curveadas, como si se tratara de un cuadro sin terminar.

– Sólo hay que dejarlo así, mañana llamaré al arrendador y le diré sobre agua filtrada.

– No parece agua, parece la textura de pintura al óleo.

– ¿óleo? Qué raro...

– Déjalo como esta, igual desaparece por sí solo.

Wonwoo y Mingyu dejaron de darle vueltas a las extrañas manchas. Se sentaron en el pequeño y estrecho sofá frente a una televisión de segunda mano que al menos servía decentemente. Al momento de prender la televisión hubo repentino apagón en todo el edificio.

– Eso pasa cuando vives en un edificio antiguo, perdón.

– Esta bien, pero iré a revisar.

Mingyu abrió la ventana y se fijo que no solo era en el departamento de Wonwoo sino de toda la zona.

– Creo que no sólo es aquí, toda esta zona sin energía.

– Bueno entonces hay que esperar a que llegué.

Wonwoo asintió y la habitación era alumbrada por la luna, que apenas daba un brillo para que ambos se vean los rostros.

– ¿Quieres ir a la azotea? Podríamos tomar el vino ahí...

– Me parece una buena idea, vamos.

Wonwoo sacó dos copas del estante y llevo el vino en su mano. El departamento estaba ubicado muy arriba, para llegar se tenía que subir una cuesta y de ahí varias escaleras, las nubes se habían dispersado y la luna brillaba en su máximo esplendor. Se veía al pueblo lleno de luces y todo se veía pequeño.

– A veces me gusta venir aquí para despejar mi mente.

– Es una vista maravillosa.

Una pequeña brisa les acariciaba la mejilla a ambos, pero no molestaba sólo les incentivaba a acercarse un poco más y más. Mingyu sirvió el vino y se miraron por un momento.

– ¿Por qué deberíamos brindar?

– ¿Qué te parece por un nuevo comienzo?

– Estoy de acuerdo.

Ambos chocaron sus copas y bebieron el vino.

Una pequeña hoja color rosa se posó en el cabellode Wonwoo y está siguió su curso. Wonwoo miraba esa hoja que se iba al son delviento y no paraba. Sólo seguía.

Punto de Inflexión [Meanie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora