Serendipia

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If you are seeing something for the first time, one of your first reactions should be fascination.

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"Tinta de gato"

Ese es el peculiar letrero de la concurrida librería de segunda mano que Loki ha estado visitando toda la semana.

Aunque sí es un ávido lector, no está ahí sólo por los libros. Al igual que la mayoría de los clientes, viene por las esponjosas bolas ronroneantes que pasean entre sus tobillos, trepan a la mesa o juegan con las esquinas de los libros viejos.

Son docenas de gatos de todos los tamaños y colores que pasean libremente entre las mesas y los estantes. La mayoría tienen collares con sus nombres: Gus, Muspell, Shuri, Casey...

Todos están disponibles para ser adoptados, a Loki le encantaría llevarse uno, pero en su edificio no permiten mascotas.

Una verdadera molestia, porque son el único tipo de animal que realmente le agrada. Es decir, él comprende a los gatos, son criaturas independientes, con autoridad y estilo, pulcros y elegantes, que saben establecer límites cuando quieren ser mimados y cuando no quieren que nadie se les acerque. Y los dioses saben que Loki respeta eso.

Tras dejar unas cuántas caricias en las orejas de una preciosa gatita color chocolate, Loki se levanta para llevar el libro que ha estado leyendo a la caja registradora.

Ahí la ve por primera vez.

Vestida con unos jeans azules, un suéter negro y el cabello recogido al descuido con algunos mechones sueltos delante de sus orejas. Es la mujer más hermosa que Loki haya visto jamás.

La luz pega de lleno sobre su cabellera rubia, causando un efecto resplandeciente como si tuviera una aura dorada. Parece una diosa encarnada y sólo está ahí, rascando el pecho de un diminuto gato gris, bonita y aburrida, mirando por la ventana como esperando que algo emocionante la arrebate de su rutina. Cuando levanta la vista hacia Loki, sus ojos azules lo atraviesan, él se queda sin aliento.

Ella parpadea, sorprendida.

No sólo porque Loki es el extraño más apuesto que ha visto en mucho tiempo, con ese cabello oscuro impecablemente peinado, no tan largo ni tan corto y esa media sonrisa que augura problemas. No, Sylvie se siente insegura por su mirada.

Está acostumbrada, desde luego, a que le coqueteen: sonrisas fugaces con un propósito fijo de seducirla, ojos que analizan su cuerpo y su piel. Pero este extraño la está viendo como si fuera una estrella de cine o parte de la realeza, con una fascinación especial. El tipo de mirada atenta que te halaga, pero hace que quieras arreglarte el pelo o la ropa para ofrecer una mejor versión de ti.

Puede que sea la primera vez que Sylvie recibe una mirada como esta. Naturalmente no sabe manejarla, así que desvía la atención de Loki.

— ¿Se llevará eso? —Pregunta señalando el libro que está apretando con fuerza entre sus manos. Loki baja la mirada, como preguntándose que hace ahí o en qué momento tomó ese libro.

Abre la boca y no logra articular palabra alguna, en lugar de ello, deja el libro a un lado y sale a la calle todavía envuelto en el suave perfume de la mujer, contrariado, sin saber qué acaba de suceder.

Y una vez que está afuera, se recrimina por haber actuado como un idiota.

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Regresa al día siguiente, a un horario diferente, porque todavía teme que suceda lo mismo de la tarde previa.

No ha dejado de dar vueltas en su cabeza a ese primer encuentro. Cada vez entendiendo menos sobre lo sucedido. Por todos los dioses, Loki estaba acostumbrado a salir con personas bonitas, nunca se involucraba demasiado y, cuando se aburría, dejaba todo por la paz. No había razón para que una cara bonita sacudiera su mente.

Pero una sola mirada a Sylvie hizo que todo pasara a segundo término.

—Hola, tú —La voz divertida de la rubia en cuestión casi logró que Loki derribara una pila de libros equilibrados sobre una silla. Se aparta para mirarla bien.

Hoy viste un suéter color nácar y, cielos, tiene el cabello suelto. Está arrullando un gato siamés en sus brazos, parece que los gatos del lugar le tienen particular afecto: están rondando todos cerca de ella.

—Me preguntaba si hoy también saldrías corriendo.

Curiosamente, el pánico de Loki hace a Sylvie sentirse más confiada, más audaz. De otro modo no estaría ahí bromeando con él.

—No salí corriendo —Afirma Loki, haciendo una mueca como si la simple idea fuera ridícula—. Tenía... Había un... Recordé que dejé algo en casa.

—Oh, ¿de verdad? —Sylvie sonríe y ladea la cabeza, ese simple gesto hace que Loki sienta como sus músculos se convierten en gelatina. Le sorprende ser capaz de mantenerse de pie.

—Por supuesto... —Duda un momento—. ¿Trabajas aquí todo el día?

—En las mañanas atiendo a los gatos y de tarde me encargo de la caja registradora, es un buen lugar y me gustan los gatos —Desvía la mirada un momento, arrugando la nariz, preguntándose si no está yendo demasiado aprisa—. Pero salgo a las ocho.

Deja la invitación en el aire, solo que Loki está demasiado indeciso para aprovecharla. Además, se siente juzgado por decenas de ojitos felinos que lo están observando, como si se preguntaran si este larguirucho es digno de su Sylvie.

—Qué bien... —Tan pronto dice aquello, arde en deseos de golpearse contra una puerta.

Sylvie no oculta la pizca de desilusión en el rostro al asentir.

—Sí... Bueno, yo... Tengo que seguir trabajando.

—Puedo ayudarte —La interrumpe Loki—. Es decir, si quieres.

La respuesta de Sylvie es otra sonrisa dulce capaz de derretir todos los glaciares en el planeta. Quizá sea la primera vez que Loki recibe una sonrisa como aquella.

—Sí me gustaría.

Pasan las siguientes horas alimentando a los gatos, jugando con ellos y charlando en la íntima tibieza de ronroneos y bromas.

Sylvie se pierde muchos detalles de la conversación por contemplar la emoción en el rostro de Loki cada vez que le cuenta algo, sus grandes y teatrales gestos. Nunca ha conocido a nadie así.

De pronto se le ocurre que si pudiera sentir esta misma fascinación cada vez que hablen, como si fuera la primera vez, entonces todo estará bien.

Tal vez no sea así siempre, pero tiene un buen presentimiento.


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⋆͙.ེ ˖ ࣪ ゛

Día once: Primera vez, no sexual.

Serendipia: Circunstancia de encontrar, por casualidad, algo que no se buscaba.

Snuggle moments [Sylki]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora